Cap. 26 - Diente por Diente

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El orko de pelo blanco sabía que no podía continuar así. Su arma no resistiría mucho tiempo antes de hacerce pedazos, y su cuerpo ya comenzaba a expoerimentar el desgaste. Incluso el marine espacial, con sus órganos adicionales para aumentar su resistencia, comenzaba a sentir el desgaste sobre su propio cuerpo. 

El ensordesedor sonido del metal chocando una y otra vez desgarraba la pasiencia, así como los gritos de la guerra a su alrededor que parecían nunca tener fin. Kanan y Haldredd solo tenían ojos para su enemigo, pues sabía que, de apartar la mirada tan solo una milésima de segundo, podría ser el final inmediato para cualquiera de los dos. Y entre toda ese despliegue de fuerza y sed de sangre, llegó el punto de quiebre. 

Una apertura. El capellán la vió de inmediato. Algo esfímero. Cuando Kanan sintió como la hoja de su hacha se fisuraba desde el filo hacia el eje no pudo evitar querer analizar el daño. Tiempo suficiente para que Haldredd pudiese hacer su movimiento.

Rápido como un destello, la hoja de la espada del capellán encontró una fisura en la antes impenetrable defenza del kaudillo orko. Su afilada punta encontró la carne verde, incrustándose en su pies, desgarrando sus tejidos y magullando cada hueso que encontraba en su camino. Devido a la velocidad de dicho ataque, el capellán no pudo acertar una estocada tan potente como él quisiera, pero al menos había logrado herir de gravedad al orko justo por debajo del hombro izquierdo. 

Kanan experimentó toda la furia psíquica del Templario Negro desatarse en su interior, usando la propia hoja de metal de su espada como catalizador para arremeter con poderosas descargas eléctricas dentro del cuerpo de su adversario. Fue tan solo un segundo, pero el orko ppudo experimentar de primera mano la furia de un relápago adentrarse en su cuerpo. 

Desde la distancia, Murrey vió con terror lo sucedido. Sus ojos le mostraban la escalofriante escena de su kaudillo siendo alcanzado por el arma de su enemigo, mientras su grito de cólera y dolor sacudía esa porción del campo de batalla.

La mano del kaudillo sintió su cuerpo estremecerse. Sintió por primera vez la agonía y el medio de perder a su señor, y era algo que lo enfurecía hasta la médula. Sin pensarselo dos veces, ordenó a todos los presentes cargar de frente, siendo él mismo quien lideraría el ataque, olvidando completamente que todo el frente central dependía de sus decisiones. Pero antes sus ojos coléricos, se mostró algo majestuoso. 

A pesar de sentir la furia del trueno sobre su cuerpo. A pesar sentir el dolor de como cada una de sus células se estremecían erráticamente ante la furia de los poderes psíquicos de su oponente, Kanan no retrocedió.

Haldredd sintió el terror cuando intentó retirar su espada, y vió como esta no se movía. Cuando desvió la mirada hacia su arma, vio como la mano del kaudillo se aferraba al filo de su hoja con fuerza, aún cuando esta hacía pequeños cortes sobre sus magullados dedos. El capellá intentó una vez más retractar su arma del hombro de su oponente, pero esta solo se movió unos centímetros, apenas provocando pequeños cortes sobre la mano de su oponente. Entonces, vió con pesar una sombra alzarse con el rabillo de su ojo.

Para cuando Haldredd volvió a alzar la mirada, lo único que pudo ver fue la silueta de la mano de su oponenete alzada con su gran hacha magullada por encima de su cabeza, y antes de siquiera poder reaccionar, su mortal filo descendió a una velocidad imposible de ver para ojos mortales. 

Warhammer 40k Fanfición -La Venganza del RenacidoWhere stories live. Discover now