IV

329 46 10
                                    

Fue un milagro poder convencer a mi papá para que me dejara quedarme una semana antes del primero de septiembre en el Caldero Chorreante. La única razón por la que me dejó era porque sabía que Hermione también se va a quedar, así que, en sus palabras, "tendré a alguien que evite meterme en más problemas de los que me voy a meter."

Lo que no sabe es que Hermione no vendrá a quedarse sino hasta el último día. Pero si soy honesta, no quería quedarme con mis tíos, aún no sé en qué términos estoy con ellos, pero quería evitar una semana muy incómoda. Y no quería quedarme de nuevo en el castillo, porque sé que sería muy aburrido, además de que no he comprado mis útiles para el nuevo año, así que puedo aprovechar estos días para comprarlos con calma.

Cuando salí de la chimenea del local, lo primero que hice fue acercarme al escritorio donde se encontraba el dueño, Tom, y anotarme en el libro para pedir un cuarto, sorprendida al notar que Neville también se estaba quedando aquí.

—Número 7, señorita.

—Gracias.

Levitando mis maletas, caminé hacia donde se encontraba una escalera de madera, subiendo los escalones hasta encontrarme con el pasillo donde estaban las habitaciones, recorriéndolo y mirando a todas las puertas para encontrar la que tuviera el número 7.

Estaba a punto de abrir la puerta cuando otra, a unos metros de mí, se abrió, y de ella salió Harry.

—¡Harry! —Exclamé, dejando mis maletas frente a la puerta y caminando hacia él para abrazarlo.— ¿Qué estás haciendo aquí?

—Tengo una semana quedándome aquí, ocurrió... Un accidente en casa de mis tíos y ahora pasaré el resto del verano aquí.

Ambos nos regresamos a mi habitación, y Harry me ayudó a meter mis maletas al cuarto. La habitación era pequeña, pero muy acogedora, con una cama en el centro, muebles de roble y una chimenea, además de una pequeña ventana que daba hacia el Callejón Diagon, desde donde podía ver el dragón encima de Gringotts.

—Supongo que estás aliviado de alejarte de ellos.

—Como no tienes idea. —Comentó Harry con una sonrisa.— ¿Por qué estás tú aquí?

Suspiré mientras sacaba de mi maleta las cosas esenciales que necesitaría esta semana; ropa, artículos para el baño, los libros para la tarea que aún me faltaba terminar y la lista de útiles para el próximo año escolar.

—Quería evitar una semana incómoda con mis tíos y no quería estar sola en el castillo. Hermione me comentó que se quedaría aquí el último día de verano, así que le dije una pequeña mentira a mi papá que ella estaría aquí toda la semana.

Harry se rió, tomando mi carta de Hogwarts.

—¿Ya has comprado lo de la lista?

—No, tenía pensado hacerlo estos días.

—Yo justamente me dirigía al Callejón Diagon para comprarlos. Podemos ir juntos.

Ambos bajamos las escaleras hacia el Callejón Diagon, mientras Harry me contaba la razón por la que él se estaba quedando en el Caldero Chorreante; la hermana de su tío Vernon fue a visitarlos y durante la cena, ella comenzó a decir cosas horribles sobre los padres de Harry y él, por accidente, terminó inflándola como un globo, así que él escapó de su casa en el Autobús Noctámbulo bajo el nombre de Neville, el cual lo trajo hasta aquí.

—Eso explica porqué vi el nombre de Neville cuando me estaba registrando.

Caminamos hasta Gringotts para que Harry pudiera sacar su dinero y me sorprendí al ver la grandiosa cantidad de dinero que él tenía, sabía que los Potters habían sido una familia de mucho dinero, pero no me imaginaba cuánto. Mi papá me había dado una bolsa con lo necesario para poder comprar mis útiles, así que no fue necesario que nosotros fuéramos a la bóveda de mi familia.

Eileen Snape y el Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora