Capítulo 2

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Me fui directamente a casa y tomé la ducha más fría que podía soportar, permaneciendo bajo el agua hasta que se aclararon mis pensamientos y finalmente mi erección cedió.

Aunque, si los recientes acontecimientos eran una indicación, regresaría en el momento en que viera de nuevo a Camila. Está bien, quizás no podía eliminar este deseo por mí misma, pero podría ejercer más autocontrol. 

No más fantasías.

No más levantarme para encontrar que follé a mí colchón soñando con ella y ver todo mi semen regado en las sábanas. Y no es por alardear, pero me corrí mucho. Una gran mancha me saludaba en la mañana.

Y tal vez hablar con ella sería exactamente lo que necesitaba, la vería como unapersona, una oveja descarriada buscando a su Dios, y no solo como sexo andante.

Piernas perfectas.

Me puse un par de pantalones sobre mis ajustados y cortos boxers negros junto a un top deportivo y me puse una fresca camisa negra, enrollando las largas mangas hasta los codos como solía hacer. 

No dudé antes de alcanzar el cuello.

Sería un recordatorio muy necesario. Un recordatorio para practicar la abnegación y también un recordatorio de por qué practico la abnegación en primer lugar. 

Lo hago por mi Dios.

Lo hago por mi parroquia.

Lo hago por mi hermana.

Y esa era la razón por la que Camila Cabello era tan molesta. Quería ser el epítome de la pureza sexual para mi congregación. Quería que confiaran de nuevo en la Iglesia; quería borrar las marcas hechas en el nombre de Dios por hombres horribles. Y quería de alguna manera recordar a Taylor sin mi corazón aplastándose con la culpa, el arrepentimiento y la impotencia.

¿Sabes qué? Hacía una gran cosa de la nada. Todo iba a estar bien. Me pasé la mano por mi cabello al largo de mis hombros azabache, tomando una respiración profunda.

Una mujer, no importa qué tan caliente, no iba a desentrañar todo lo que mantenía como sagrado en el sacerdocio. No destruiría todo por lo que trabajé tan duro para crear. No siempre voy a casa en mis jueves al salir, a pesar de que mis padres viven a menos de una hora de distancia, pero lo hice esta semana, mental y físicamente tensa por evitar a Camila durante mis carreras matutinas y también de tomar aproximadamente veinte duchas de agua fría sobre el espacio de dos días.

Solo quería ir a algún lugar, sin collarín, y jugar Arkham Knight y comer la comida que mi mamá hizo.

Quería tener una cerveza, o tal vez muchas más, con papá y escuchar a mi melancólico hermano adolescente sobre la chica con la que se hallaba en la 'zona de amigos' en este mes. En algún lugar donde la Iglesia, Camila y el resto de mi vida se apagaran y solo pudiera relajarme. Mamá y papá no me decepcionaron. Mis otros dos hermanos se encontraban allí también, a pesar de que todos tenían casas y vidas propias, paseando por la cocina de mamá y esa comodidad no cuantificable que viene con estar en casa.

Después de la cena, Sean y Aidan azotaron mi culo con lo último de Call of Duty, mientras que Chris enviaba un mensaje de texto a la última chica en su teléfono, y la casa todavía olía a lasaña y pan de ajo. Una foto de Taylor nos observaba desde arriba de la televisión, una chica guapa inmortalizada para siempre en el 2003 con un flequillo lateral y el cabello castaño y una amplia sonrisa que ocultaba todas las cosas que nosabíamos hasta que fue demasiado tarde.

Me quedé mirando esa foto durante mucho tiempo, mientras que Sean y Aidan charlaban acerca de sus empleos, ambos trabajaban en inversiones, y mientras mamá y papá jugaban Candy Crush en sus sillones reclinables de lado a lado.

Priest (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora