𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐒𝐞𝐢𝐬

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Define "patético".

Se que has escrito mi nombre. En mi defensa, Danielle Marsh hace que mis nervios colapsen. No me pregunto el por qué; una cara como esa, una manera de ser tan genial, y esa boca hablaba y hablaba. Lo lamento. Sé que en realidad era más racional (hasta considerando mi manera de ser), que solo debía ser madura.

Sé me hizo imposible y peor aún fue cuando salí corriendo —literal— del lugar. Hanni y Haerin me siguieron el paso con unas risas que parecían querer darle alegría a toda la escuela. Mientras Haerin se veía entre preocupada y risueña, Hanni se esmeraba en expresar que fue lo peor que ha visto en sus años de vida.

Para eso, suficientemente lejos del lugar donde sucedió la tragedia, yo me encontraba riendo preocupada. Quería verle el lado positivo a hacer el ridículo frente al amor de mi vida (exagero, sí); el problema era que no había un maldito lado positivo. Solo reía para ocultar la vergüenza.

P á t e t i c o.

—¿Qué? —Haerin cuestiona preocupada, pero con una sonrisa. —¡Era en serio lo de salir corriendo!

Pero la miro con las manos en las rodillas, viendo el césped que se retrae debajo de sus zapatos.

—¡Lo lamento, intenté hacerlo pero me ganaron los nervios! —las miro a ambas y suelto una carcajada, esta vez sincera. —No creo que esto haya salido bien.

—Fue fenomenal.

Fenomenal no sería la palabra con la que describiría esto. Posiblemente el resto de mi vida, y con otras personas, cuente esta anécdota. O la recuerde con Danielle Marsh. No sé ¡Todo es posible! Solo que, es frustrante. Ahora verla a la cara será el triple de difícil. Demonios, si ella quería preguntar, terminaría diciendo "Booh" y me iría como si fuera un fantasma.

Las maneras de reaccionar son diferentes: mientras unos mantienen una sonrisa, otros las mejillas rojas, los demás no dicen nada o son inexpresivos, y miles de actitudes más, las mías referían a hacer el ridículo. Cosa que era exasperante, porque mi actitud fuera de la vergüenza o el nerviosismo se destilada en ser relativamente seria.

—¿Fenomenal? —cuestiona Haerin. Hanni asiente y se gana ambas muecas de interrogación. —¿Crees que a Danielle le guste ella?

Por primera vez quiero que alguien mienta.

Fue tan patético que esperaba que Hanni solo mirara con algo de empatía y mencionara <<no sé>>. Preparada para la decepción en tres... dos... uno...

—Claro que sí, duh —Hanni sonríe. Pero vuelve a reír, la miro raro y abro la boca para decir algo pero la cierro. —No me mires así, Minji. Eres una chica linda, y bastante amigable, solo que muy... Lo que sea que haya sido eso.

—¿Gracias? Creo.

Tengo la ligera idea que Hanni puede estarme mintiendo. La he descartado, porque ella no miente, menos con esa manera tan descarada de decir hasta lo que no le interesa o es relevante. Pero, no lo sé, es imposible que ellas, o que alguna, o que alguien en este mundo piense que yo pueda gustarle a Danielle.

Las cosas son fáciles.

Ella parecía odiarme antes, aunque se sentara conmigo. Y la otra parte, le gustó el dedal pero nunca hablamos de eso, ni siquiera se repitió o algo. No nos acercamos más, en cambio se sentó con otra persona. Dolor, dolor, dolor. ¡Amo el dolor! Pero, cierta parte de mí imaginaba que todo era cierto, y podía gustarle a la chica.

Les daré una introducción de como caí en cuenta que ella me gustaba. Era una mañana fría, de diciembre, quizá de los últimos días, y Danielle se sentó en mi mesa. Recuerdo que le pregunté el por qué de estar sentada en mi mesa y respondió que "quería hacerme compañía". Volviendo a clases, se me hizo costumbre, hablaba demasiado y me culpaba de todo, como la vez en la que la besé. Dos meses después, estaba tan acostumbrada a ella que se me hizo imposible odiar que me contara. Cuando la vi hablar con otra chica, ¡Dios! Solo podía pensar en que yo era a quien debía contarle sus problemas.

Después de eso, supe que me gustaba y todo lo demás es historia.

Podemos caer en cuenta que mi marco se desvarió cuando esta niña entró como una bofetada fría, de esas que en vez de arder, queman. Y por eso, cierta parte recóndita de mí la odiaba. Porque me hacía sentir nerviosa siendo aún así yo tan reservada con algunas cosas. Sin embargo, odiarla, no era odiarla, era más bien estar resentida porque me hizo ser una estúpida.

Define Minji...

Sé que has puesto que soy perfecta, pero la respuesta correcta es patética. No, no en el sentido de estar abriendo mis pensamientos más profundos sobre alguien.

—Y ahora... ¿Qué hago?

—Solo nos queda esperar —Haerin sonríe, me da bastante seguridad. —Ella tiene que venir a hablar, creo... bien ¡Sino le hablas tú de nuevo!

Asiento moviendo mi cabeza de arriba hacia abajo y miro a Hanni quien se recupera de a poco de aquella risa que explotó en sus pulmones.

—¿Qué le hable de nuevo? ¿Acaso no viste lo que hizo, Hae?

La miro con ojos furiosos.

¡Al menos lo intento!


¡CÁLLATE! | Husseyz Where stories live. Discover now