Capítulo 10

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Eva salió de la oficina de Bradley y fue directamente al baño

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Eva salió de la oficina de Bradley y fue directamente al baño. Estaba tan alterada que le temblaban los cuatro miembros, aunque increíblemente todavía podía caminar.

Llegó a su baño privado y cerró la puerta con traba. No era que temiese que alguien más fuera a entrar, sino más bien una costumbre y una forma de reforzar que necesitaba estar sola.

Apoyó las manos a ambos lados del lavabo y se miró al espejo mientras respiraba lento y hondo. No era propio de ella actuar de aquella forma, era demasiado inteligente como para dejarse guíar por esos impulsos que la dejaban tan mal parada.

Admitía que a veces perdía un poco el control, pero con Bradley ocurría de manera mucho más frecuente de lo que le convenía y esa era una de las razones por las que no podían trabajar juntos.

No le hacía nada bien permanecer cerca suyo.

Tenía que concretar su plan cuanto antes para poner distancia entre los dos, no obstante, actuando como hacía instantes jamás lo conseguiría.

Se lavó las manos y continúo mirándose fijamente al espejo mientras se sacaba las manos.

―Eres mejor que esto, Eva ―pronunció en voz alta―. Puedes conseguir todo lo que te propones y esto no puede ser la excepción.

Con los ojos cerrados, repitió lo mismo en su cabeza unas diez veces antes de inhalar profundamente y abrir la puerta.

Desde el pasillo que la devolvía a su escritorio, oyó la voz de su jefe y la de una mujer que debía ser la princesa Alexandra.

Estaban saliendo, intuyó y permaneció escondida hasta que dejó de oírlos.

Una vez que se hizo silencio, salió de allí y volvió a su escritorio para terminar de trabajar, pero antes se aseguró de llamar al personal de limpieza para que se encargaran del desastre que había hecho en la oficina de Bradley.

Pasó las horas siguientes enfrascada en el contrato que le habían enviado y no notó cuánto tiempo había pasado realmente hasta que oyó los pasos firmes de su jefe y alzó las cabeza al verlo pasar frente a ella sin mirarla ni decirle ni una sola palabra.

No era que le extrañara, para variar estaba furioso con ella y esta vez con toda razón.

Pero ese era un lujo que no se podía permitir. Si iba a tener sexo con él en algún momento ―preferentemente pronto―, no podían continuar así.

Tenía que hacer algo al respecto, tenía que arreglar las cosas con él de manera urgente.

Así que en un movimiento vacilante y poco seguro, se levantó de la silla y empezó a caminar hacia el despacho de Brad.

Golpeó antes de entrar, aunque él no le respondió, casi nunca lo hacía. Así que esperó unos diez segundos y abrió.

Primero se asomó y lo encontró junto a la puerta quitándose la chaqueta.

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