Capítulo 11

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Eva pasó las últimas horas del domingo planeando qué haría en los próximos días

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Eva pasó las últimas horas del domingo planeando qué haría en los próximos días. Tenía claro que necesitaba cambiar su método, quizás ser menos agresiva y fundamentalmente controlar su temperamento. Aunque tampoco podía ser la mujer más dulce del mundo porque sería demasiado sospechoso y lo haría desconfiar con justa razón.

Así que tenía que ser un término medio, hacer que todo se viera más espontáneo e intentar coincidir fuera de la oficina, lejos de su horario laboral porque de lo contrario se distraería de su trabajo que tan importante era para ella.

Entonces con esa idea en mente, decidió que el gimnasio era un buen lugar para comenzar a poner en práctica su nueva táctica.

Así fue que el lunes por la tarde, luego de trabajar en armonía durante todo el día, utilizó esa excusa para ir a su tienda deportiva favorita y comprarse algunas cosas bonitas a las que le daría mucha utilidad.

Una vez de regreso a su apartamento, se cambió y subió al gimnasio. No conocía los horarios que manejaba Bradley fuera de la oficina, ni a dónde iba o con quien estaba, pero esa hora le parecía bastante razonable para ir a entrenar. Era eso o bien temprano por la mañana y no lo veía como una persona madrugadora.

Se miró por última vez en el espejo que se encontraba junto a la escalera y sonrió, satisfecha por cómo se veía. Tenía una calza azul que le calzaba como un guante y realzaba sus curvas, y un top a juego que dejaba a la vista su abdomen.

Quizás no era lo más sutil, pero nadie sospecharía de sus intenciones en ese entorno.

Entró al gimnasio y vio que no estaba vacío sino que dos de sus vecinos, con quienes no tenía relación alguna, también se estaban entrenando.

Brad estaba fuera del mapa, pero decidió arriesgarse y esperarlo un rato.

Estudió cuál sería el mejor lugar para tener un vista directa de la entrada al gimnasio y luego de un rato se decidió por el escalador. Un aparato en el que además no tendría que pensar demasiado en lo que hacía mientras lo utilizaba y de esa forma concentrarse en su siguiente paso si él se dignaba a aparecer.

Pero no lo hizo. Esperó más de una hora arriba del escalador y terminó rindiéndose cuando las piernas le empezaron a temblar. Todos se habían marchado y ya era demasiado tarde como para que Bradley se apareciera.

Molesta por no haber tenido suerte, estiró un poco y decidió marcharse. Había una sola cosa que podía mejorar su noche y eso era darse una ducha caliente antes de sentarse en su cómodo sofá y beberse una copa de su vino favorito.

Agotada, empezó a bajar los primeros escalones cuando vio que Brad empezaba a subir la misma escalera desde el piso inferior al que se encontraba ella.

―Tiene que ser broma ―masculló incrédula.

Realmente tenía que ser un chiste.

¿Cómo era posible que le estuviera ocurriendo eso? Después de haberlo esperado tanto, ¿tenía que aparecer justo cuando se estaba marchando? ¿Y quién iba a entrenar a esa hora de todos modos?

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