Capítulo 12

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Unas semanas después cayó navidad en la ciudad, y Lisa, junto a Haerin, tuvo que ir a Gwangju para ir a ver a sus padres. Finalmente acordaron que no presentaría a Jennie todavía, pero volvería el veinticinco para pasar el resto de las vacaciones junto a su pareja.

Pareja. Novia. La sola idea le provocaba una sonrisita a Lisa, entusiasmada por pensar en Jennie como su compañera. Un año atrás jamás se le habría ocurrido que algo así fuera posible, sin embargo, ahora la emoción de tener una novia le provocaba muchas mariposas en el estómago.

Haerin se portó muy bien esos días con sus abuelos, que la mimaban más de lo que ya estaba. La bebé parecía haber olvidado por completo lo ocurrido tantos días atrás, con la crisis nerviosa de Lisa, y seguía muy cariñosa con su mamá, aunque Lisa continuaba sintiéndose culpable por lo ocurrido.

La única persona que sabía de lo ocurrido era Jennie. Lisa no quería contárselo a nadie más por la vergüenza de la situación.

—Pero ¿por qué debes irte tan pronto? —se lamentó su mamá, tomando en brazos a Haerin, que chilló por la felicidad—. ¡Extraño tanto a mi bebé!

—¿Te refieres a mí o a Hae? —bufó Lisa, rodando los ojos—. Tengo algunas cosas que hacer, mamá...

—¿Acaso hay algún alfa que te ha robado el corazón? —preguntó la mujer.

Lisa enrojeció y farfulló unas negativas. Su madre le sonrió picaronamente. Haerin metió su mano, hecha puño, en su boquita.

Al final salió después de mediodía de regreso hacia Seúl, con Hae durmiendo en su pecho en medio del viaje. Lisa estaba algo cansada de todo el último movimiento, pero le consolaba que pronto estaría en los brazos de su alfa para ser mimada.

Por dios, su alfa. De sólo pensarlo podía derretirse. Con toda probabilidad sus padres tuvieron que haber olisqueado el aroma de Jennie en ella y Haerin. Su bebé apestaba a una alfa, pero no parecía molestarle el olor. A Lisa también le gustaba quedar impregnada en la esencia de Jennie, que no escatimaba en extender sus feromonas alrededor de ellas, como una alfa protectora de su familia. Su pequeña familia.

Sonrió ante ese pensamiento.

Cerca de las seis de la tarde llegó al terminal de Seúl, donde Jennie ya le esperaba con una sonrisa de emoción. La saludó con un beso, revolviéndole el cabello a una dormida Haerin, y mientras iba a buscarle la maleta, Lisa la esperó.

Fue cuando tuvo su segundo encuentro con Kangsan.

Mientras veía a Jen esperar su turno para recibir la maleta que llevó, se giró a mirar hacia la vitrina de una tienda que estaba dentro en el terminal. En medio de todo ese movimiento, golpeó con una persona y retrocedió, con Haerin quejándose en sus brazos.

—Whooops, tan torpe como siempre, Manoban.

Levantó la mirada y se quedó paralizada al encontrarse con el guapo y pálido rostro de su exnovio. El padre de Haerin.

Ni siquiera supo qué hacer al verlo frente suyo, llevando un bolso en su hombro, quizás dispuesto a viajar también. Lisa pensó, durante mucho tiempo, que cuando lo tuviera frente suyo le gritaría y mandaría a la mierda, diciéndole todo lo que pensaba de él. Sin embargo, sólo se quedó quieta y en su lugar, apenas respirando y sosteniendo a su pequeña en brazos.

Kangsan le sonrió, la burla pintada en su rostro.

—Entonces, ¿esa es tu bebé?

Su abrazo a Haerin se volvió más fuerte, retrocediendo otro paso por el repentino miedo que sintió. No sabía por qué, pero tener a Kangsan frente a ella, tan improvisadamente, le provocó algo de pánico y terror.

Way back home | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora