CAPITULO 53 - MIL VIDAS

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Victoria no se detuvo, miró rápidamente a César, tranquilizándolo, y él la siguió.

— Hola, Omar. ¿Qué haces aquí? ─ preguntó Victoria mientras se acercaba a él.

Omar esbozó una sonrisa apagada por la forma en que fue recibido.

— Hola amor. ─ Se acercó rápidamente y la besó en la boca, dejando a Victoria insensible. — Vine a recogerte para una cena a dos. Para ti. — Le entregó el ramo.

César se aclaró la garganta y la pareja lo miró.

─ Buenas noches, César. ─ Omar dijo. — Vine a recoger a mi esposa para una velada romántica. Toda pareja lo necesita, ¿de acuerdo? ─ Deslizó su mano alrededor de su cintura.

─ Omar... ─ Victoria trató de alejarse, pero Omar no la dejó.

─ Buenas noches, Omar. — Dijo César. — Vicky, has encontrado una cita, nos vemos luego.

César ni siquiera esperó una respuesta de los dos y pronto se alejó.

Victoria, después de unos segundos de ver salir a César, suspiró frustrada y miró a su esposo.

— ¿Que haces aquí?

— Necesitamos conversar. Me evitas. No podemos seguir así.

─ No tengo nada que hablar contigo y suéltame.

Omar la soltó.

─ ¿A dónde ibas con ese hombre?

— ¡No es de tu incumbencia!

─ Por supuesto que es asunto mío. ¡Tú eres mi esposa! Y no permito...

─ No tienes que permitir nada, Omar. ─ Victoria vio pasar a algunas personas y se calmó. — Ya me voy a casa.

— Vamos juntos.

─ Te he pedido mil veces que me dejes en paz.

Pero él no la dejó y caminó detrás de ella, por suerte para Victoria, como era un visitante, estacionó el auto en un piso diferente al de ella.

***

Dentro del auto, Victoria trató de llamar a César, pero solo llamó y no contestó.

¡Qué rabia!

Victoria, que tenía poca paciencia, maldijo mentalmente a César y desistió de intentar hablar con él.

***

Lunes, 18 de abril de 2005.

Victoria estaba almorzando con varios actores, hasta que apareció César, hacía tres días que no lo veía ni hablaba con él, pensó que, como siempre, él la ignoraría, pero para su sorpresa, como era la persona sentada en al final de la mesa, ella fue la primera a la que saludó con un beso en la frente. Después de hablar con el resto, se le dio un asiento a la derecha de Victoria.

Victoria miró el plato de César.

─ ¿Por qué estás comiendo sólo eso? — Ella preguntó.

Atrayendo la atención de todos hacia su plato.

— Estoy a dieta. ─ Él respondió y todos se rieron.

─ ¿Pero por qué, papi? ─ preguntó Margarita.

Se tocó el vientre. — Estoy gordo, envejeciendo. Necesito cuidarme.

Victoria se río. — ¿Quién afectó el ego del rompecorazones?

─ ¿Alguna jovencita te llamó tío? ─ preguntó Cantú.

─ Seguramente su encanto ya no funciona. ─ André bromeó.

LA TEKILA - HISTORIA DE VICTORIA Y CESARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora