24. Prueba 2

46 7 0
                                    


Amelia durante el día se encargó de organizar la cena en su casa, sin embargo, quiso adelantarse con el fin de verificar que todo estuviese listo para el momento en que sus invitados llegaran a casa.

La casa de Amelia se encontraba dentro de los terrenos del hotel. Era una construcción antigua. Una casa de tamaño mediano que databa cerca de los años de construcción del castillo. Inicialmente fue la construcción destinada para el párroco y que con los años se mantuvo intacta. Solo contaba con 4 habitaciones, sala principal, salón de té, comedor principal, un pequeño despacho, más una cocina gigantesca y un garaje anexo lo que en otra época fue un establo.

Actualmente en la casa solo vivían, Amelia, Annabeth la antigua niñera de los chicos, y Marcus el viejo mayordomo de la familia. Tanto la nana, como el mayordomo vivían allí más por costumbre que por trabajo, debido a que eran parte de la familia. Los dos habían dedicado sus vidas a servir a la familia MacLeod, cuando esta residía en el castillo, pero ambos ya eran demasiado viejos para trabajar y serian una carga para sus familias, por lo que Amelia, quien se había retirado hace varios años a vivir la soledad de su viudez, propuso a sus dos fieles amigos, una convivencia amistosa.

Marcus y Annabeth disfrutaban ahora de una especie de "retiro", los MacLeod aún aportaban su salario mensual y ellos acompañaban a Amelia. Ninguno de los dos tenía obligaciones, ya que de los quehaceres de la casa se encargaban dos chicas jóvenes del pueblo, sin embargo, por costumbre, Annabeth se encargaba de vigilar lo correspondiente a la cocina y Marcus se aseguraba del buen estado de la casa.

Tratándose de una casa pequeña, cuyos habitantes, eran solo las 3 personas y el trabajo no era demasiado, los servicios de los dos no eran necesarios, y se trataban básicamente de cuidar del jardín, tomar el té, dar largas siestas y hacer las compras en grupo. Un apacible retiro, libre de preocupaciones.

Temprano en la mañana Amelia había pedido a Marcus y Annabeth que le ayudaran a preparar una cena para las chicas y su familia. Mientras Marcus se encargaba de comprar las provisiones necesarias faltantes; como el postre y el pan, Annabeth y la chica del servicio le ayudaban diligentemente a la cocinera a preparar el menú.

La misma Amelia se encargó de vestir elegantemente la mesa del comedor, ubicar arreglos florales y revisar que todo en casa estuviera en el orden necesario.

- Mis queridas, ya todo está listo en el comedor y salón de té. – informó Amelia entrando a la cocina. - ¿Cómo va la cena querida Cloe? – Preguntó a la cocinera.

- Muy bien señora Amelia, el salmón esta marinándose, los neeps y tatties ya están cocinándose. Anna y Sonia están terminando de cortar las verduras para la ensalada y el partan bree ya está en la estufa.

- Mmmm – Amelia olfateó profundamente el vapor de las ollas. – Todo huele de maravilla, querida Cloe.

- Muchas gracias señora Amelia. – contestó tímidamente la mujer, quien aun a pesar del tiempo laborado, no se acostumbraba a las maneras tan sencillas, amorosas y abiertas de su jefe. – le garantizo que la cena estará a su altura. – aseguró con orgullo.

- Lo sé mujer, confió completamente en tus maravillosos dotes culinarios. – respondió Amelia.

- Señora Amelia, es mejor que vaya a prepararse para la cena. – Le sugirió Annabeth. – Si requiere de nuestra ayuda, ni dude en llamarnos.

- ¡Oh Anna!, No soy tan vieja como para no valerme por mí misma. – respondió Amelia sonriendo a quien le encantaba, molestar a Annabeth.

- No lo decía por eso señora. – excusó escandalizada.

Destilando Historia *** En Curso***Where stories live. Discover now