35 Degustación

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Liam estaba más que agotado, su respiración semejaba como su hubiese corrido un maratón y su piel hormigueaba casi hasta vibrar.

Las cosas con Lucy nunca eran como uno las pensaba, ella era tan apasionada en el amor, como lo era con sus investigaciones.

Cuando Liam se dejó ir, se entregó como nunca antes se había entregado con ninguna otra mujer. Lucrecia no solo respondió con una entrega igual, sino que sintió una conexión fuera de lo común, como si dos almas gemelas se reencontraran de nuevo luego de mucho tiempo de ausencia.

Ahora, dentro de Liam se despertó algo que nunca antes había sentido, una necesidad de protegerla, de arraigarla en sus brazos y garantizar que ella fuera feliz siempre, de sentirla como la sentía ahora y de marcarla para siempre para que todo el mundo supiera que ella era suya, un instinto primitivo que jamás creyó poseer.

Lucrecia no estaba demasiado lejos, estaba completamente fuera de su elemento y al mismo tiempo se sentía tan a gusto como no se había sentido nunca, y no solo por el hecho por estar totalmente saciada, después de haber viajado hasta la luna y vuelo a bajar. No, la sensación de ella era como si finalmente estuviese completa, y era muy extraño, ya que no sabía que algo le faltara.

Lentamente, mientras se recuperaban de la gran explosión y recobraban sus sentidos Liam rodó sobre si mismo para sacar la sábana debajo de ellos.

- Estoy demasiado cansada para levantarme – dijo Lucrecia en un susurro.

Liam hizo rodar a Lucy hacia su lado, la besó en el hombro y la cubrió con la sábana.

- No tienes que hacerlo cariño. Nos quedaremos tal y como estamos.

- De acuerdo – concordó ella, se acomodó contra él y se durmió rápidamente.

Cuando Lucrecia abrió los ojos, la luz del día le hirió, lo siguiente que sintió fue un fuerte dolor en los muslos internos de sus piernas y en otros sitios donde nunca le había dolido.

Poco a poco se hizo consciente de dónde se encontraba y todo lo que había pasado la noche anterior. La cara le ardió de vergüenza. Dios santo, se había portado como una hembra en celo, prácticamente ataco a Liam.

Bueno no es que Liam se resistiera.

De repente la puerta de la habitación se abrió y dio paso a Liam con un carrito de comidas, trayendo consigo el delicioso olor a café y pan caliente.

- Buenos días cariño – dejó el carrito de comidas a un lado de la cama y se recostó al lado de ella.

Suavemente le acaricio el rostro y le retiró el cabello de la cara

- ¿Estas muy adolorida?

Lucrecia se sonrojó aún más y escondió el rostro en la almohada. Liam soltó una pequeña risita.

- ¡Oh vamos Lucy! No vamos a ponernos tímidos ahora – dijo acariciándole el brazo para tranquilizarla – no, cuando anoche nos conocimos a profundidad, varias veces.

- Oh por Dios. ¡Cállate! – lo reprendió lanzándole la almohada a la cara.

Él rápidamente la inmovilizó sentándose sobre ella.

- Escúchame bien, cariño. No voy a dejar que te escondas de mi o que pretendas que no paso nada. – aseguró mirándola fijamente a los ojos. - Quiero que pase todo, el paquete completo y a menos que no sea lo que tu deseas, quiero intentarlo.

Lucrecia clavó su mirada en la expresión seria y sincera de Liam, escuchó atentamente sus palabras y comprendió que ella también lo quería todo, así que, haciendo caso a su actitud pragmática, acogió sus sentimientos y los de Liam.

- Yo también lo quiero.

Liam la besó con fuerza pasión.

- Muy bien. Traje café y bollitos, pero, si quieres tomar un desayuno completo, puedo pedir servicio a la habitación.

- Mmmmm. Café, necesito, café – aseguró Lucrecia sentándose. – Pero quiero ir al baño primero. – Después quiero el desayuno completo, como ya lo sabes.

- De acuerdo – Liam se retiró de la cama para hacerle espacio.

Ella se levantó haciendo un gesto de dolor, tomó la bata de baño que había dejado la noche anterior al lado de la cama y se cubrió con ella.

Liam mientras tanto sonrió de medio lado, conociendo el origen del dolor. La tomó por la cintura para ayudarle a caminar.

- ¿Quieres que te cargue?

- Nooo – Aseguró Lucrecia - Solo tengo agujetas en los muslos. Ya se me pasará.

- Te he traído un antinflamatorio, pero creo que debes comer algo antes.

- Vale, ya regreso.

En el baño Lucy asistió sus necesidades físicas, cepillo sus dientes y tomó una ducha rápida y se vistió con la ropa que Samanta le había empacado junto al "pijama". Cuando salió tomó su café con un bollito y las pastillas para el dolor.

- ¿Quieres que tomemos el desayuno completo aquí o en la terracita del jardín? – preguntó Liam abrazándola.

- ¡Oh! En el jardín, me encanta ese sitio.

- Muy bien, entonces vamos.

La tomó de la mano, mientras Lucy recogía su bolso de mano y abrigo.

- ¿Dejamos las demás cosas? – Peguntó Lucrecia.

- Si, no te preocupes – Aseguró Liam conduciéndola hacia el elevador - Dentro de un momento vendrán las chicas del servicio, organizarán todo, llevarán la ropa a lavandería y cuando regresemos en la tarde todo estará listo para marcharnos.

- Así que en la tarde ¡Eh! - preguntó ella

- Si. Hoy quiero pasar el día completo contigo y quiero llevarte a varios sitios que te encantaran

Entraron al elevador y Liam volvió a mirarla y acariciarle el rostro, mientras bajaban a la planta baja.

- ¿Si puedes tomarte el día, verdad?

- Si, en estos momentos no estamos recabando información, pero después tendré que trabajar el doble para recuperar el tiempo.

- De acuerdo, te ayudaré.

Entraron al bonito jardín del hotel, que tenía un sitio exclusivo como desayunador o para las tardes de té.

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