Capítulo 9

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Tener que viajar a Italia de un día para el otro no es lo más normal del mundo. Hinata Shoyo ahora está sentado en un avión, rezando por paciencia y que sus hijos estén bien.

Mientras tanto, Kageyama Tobio observó al adolescente en su habitación.

Era alto, tenía cabello desordenado y una mirada asustada. Le resultó de alguna forma conocido pero solo siguió juzgándolo en silencio.

—Papá... —Naori repitió. Él frunció su ceño—. Y-yo...

—¡Regresé!

Nara interrumpió el momento poniéndose su camiseta. Lucía agitada y su cabello estaba hecho un pequeño desastre. El jugador profesional se levantó de la cama, acercándose a ellos confundido.

—¡Kageyama-san, lamento esto!

El guardia de seguridad también apareció, respaldado por otros dos.

—En un segundo nos desharemos de ellos, realmente le pedimos disculpas.

—¿Qué? —Kageyama preguntó sin entender.

—¡Oye, no!

Luego de una pequeña reverencia, los guardias actuaron: Tomaron a los mellizos y comenzaron a tirar de ellos para alejarlos de la estrella.

Kageyama los observaba preguntándose por qué sus rostros se le hacían tan familiares.

—¡Suéltame!

Nara gritó intentando que el guardia la deje en el piso. Naori se molestó.

—¡Oye, no la toques! —Pataleó intentando soltarse pero los hombres lo ignoraron—. ¡Oye!

—¡Que me sueltes! —chilló la chica.

Naori cruzó miradas con Kageyama. 

Respiró hondo y todavía intentando soltarse del guardia, gritó:

—¡Papá! —El pelinegro lo miraba confundido—. ¡Sé que suena difícil de creer pero somos tus hijos! —gritó entre los chillidos de Nara—. ¡Hace dieciséis años estuviste en Brasil con Hinata Shoyo, él... él es nuestro padre!

La mirada de Kageyama parece que se iluminó, como si hubiera entendido todo. Rápidamente hizo un gesto para que los guardias se detuvieran y estos hicieron caso sin dudar.

—Suéltenlos.

Nara gimió cuando cayó al suelo. El agarre del hombre le había dolido lo suficiente. Naori rápidamente se agachó a ayudarla, mirando mal al guardia que parecía no tener ni un poco de arrepentimiento.

—¿Estás bien? —preguntó preocupado. Ella asintió—. Lo siento, Nari...

—¿Cómo saben de Hinata y yo?

No se dieron cuenta de cuando Kageyama se acercó a ellos. Naori alzó la mirada, sosteniendo todavía la mano de su hermana con su ceño fruncido.

—Sabemos que estuviste en una relación con él y que se comprometieron en Brasil nueve meses antes de nuestro nacimiento —respondió mirándolo con el ceño fruncido—. Somos tus hijos —repitió.

—Imposible... Shoyo... —Kageyama sacudió su cabeza—. Hinata me lo hubiera dicho...

Ahora Nara alzó la mirada confundida.

—¿No lo sabías?

Kageyama negó, alzando su vista para ver a los guardias.

—No quiero que nadie sepa de esto hasta que no lo corrobore —dijo levantándose. Los hombres asintieron—. Cuiden mi puerta, no quiero que nadie se acerque.

Our Dad's Secret | Kagehina Where stories live. Discover now