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La lucha era incesante. Por más que Gajeel se deshacía de los enemigos y Levy escribía hierro para que pudiera comer, los magos no paraba de llegar. Aunque era lógico, pues tras el anuncio de la primera muerte, muchos concursantes fijaron su objetivo contra los miembros de Fairy Tail.

Levy tenía sus pensamientos divididos en dos. Por un lado, estaba preocupada y temerosa ante la posibilidad de no poder salir librada de esta. Y por el otro, no se podía sacar de la cabeza la confesión de Gajeel.

«Te amo, enana».

Esas palabras se quedaron grabadas en su mente y en su corazón. Sin embargo, ella no pudo dar una respuesta, pues si admitía lo que sentía, estaría dando por sentado que no sobrevivirían para el día siguiente.

—Gajeel-sama.

El nombrado tuvo que detener su ataque en seco al ver de quién se trataba.

Era Rogue, el chico que se acercó a hablar con él la noche anterior. Estaba magullado y sangrando de un corte en la frente. Aun así, lo ayudó a deshacerse de algunos revoltosos.

—Es urgente. Creo que un miembro de su gremio está mal herido —señaló hacia un cuerpo tendido en el suelo que estaba a pocos metros de distancia.

Levy dirigió su atención hacia la figura desplomada y de la cual emanaban litros de sangre.

El corazón se le detuvo al reconocer a la persona, por lo que corrió desesperada para auxiliarlo.

Era Droy. Tenía la mirada perdida, su piel estaba pálida por la perdida de sangre, y su latido era débil, pero aún podía salvarse...

El sonido del cañón cortó el aire, y cuando Levy volvió a comprobar el pulso de su amigo, se dio cuenta de que éste había desaparecido. Era inexistente.

Gajeel la aferró antes de que se quebrara.

[...]

Evergreen terminó de petrificar a su último contrincante y soltó un suspiro de cansancio. A su espalda se encontraba Elfman, tan perturbado y ensimismado que era incapaz de defenderse por sí mismo.

Ella le dirigió una mirada de compasión.

Aquel hombre no se parecía en nada al Elfman que conoció. Quería ir y darle un golpe para que reaccionara y volviera a ser el mismo de antes. Pero sabía que después de este suceso, ya nada volvería a ser igual.

—Aquí vienen más —advirtió Bikslow, señalando a la muchedumbre sedienta de sangre que los comenzó a rodear.

De los magos que se habían acercado a pelear, el que más resaltó fue Ichiya. Él se acercó lentamente al cadáver de su pupilo, ignorando al trío de Fairy Tail y a la propia Sherria, quien seguía al lado de su amado como una estatua.

Ichiya se arrodilló ante el cuerpo inerte de Ren y tomó con los dedos un poco de la sangre que se extendía por el suelo.

Mirando a los tres magos de Fairy Tail, con la expresión más inquietante que le hayan visto, se colocó la sangre en ambas mejillas y se irguió con lentitud.

—Perdóname, Erza —musitó antes de atacar con todo.

[...]

Erza estaba casi al límite. Kagura resultó ser una adversaria fuerte, y no ayudaba el hecho de que fuera hermana de Simón, pues cada vez que estaba a punto de dar un golpe decisivo, el rostro de su amigo se le venía a la mente y terminaba errando el ataque.

No obstante, tras enterarse de los últimos sucesos en la arena, enfrió su mente y su corazón para terminar con la pelea rápido e ir con su gremio.

Casi lo lograba. Estuvo a punto de dejar a Kagura fuera de combate, y esta vez no hubo ningún atisbo de duda. Sin embargo, una burbuja azul se interpuso entre ambas magas, por lo que tuvieron que alejarse antes de que esta explotara.

Los Grandes Juegos MágicosWhere stories live. Discover now