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𖤐
𝐓𝐨𝐦.
-¿¡Que hiciste?! - Bill me empujó, mi cabeza dolía y me sentía algo mareado.
Y me picaban los huevos por los brillos que Lola me arrojó.
-Eh, Bill. - Bufé, burlonamente. -¿Para qué la quieres tanto? - Sonreí, cruzándome de brazos. - Ya sabes como soy.
-¡Con ella te comportabas distinto! - Volvió a empujarme.
-Esto es así, soy así...
-¡¡Ya sé como eres, cabrón!! - Me gritó.
-Entonces no me molestes, joder. - Lo aparté.
-¡Te comenzó a gustar, por eso la alejaste! ¡Tú eres el que perdía no ella!
Reí entrando a la habitación. -Cuéntate otro chiste, Bill. - Carraspeé mi garganta, algo cabizbajo.
Bill tiene razón, siempre la tiene...
-¡Lárgate! - Le gritó a Chantelle que escuchaba todo atentamente. Ella simplemente tomó sus cosas y se marchó, mi gemelo enfadado es peor que yo.
-Nos vamos a casa. - Musité, buscando mis zapatillas por la habitación.
-Habla conmigo.
-Lo hago. - Afirmé, sin verle.
Aún seguía repitiéndome internamente las palabras que escupí con anterioridad a la pecosa que me traía loco, la pecosa que me ponía los nervios de punta.
La pecosa que actúa como yo, que me causa emoción, que me hace sonrojar como un cabrón.
-Tom. - Lo ignoré, colocando mi remera nuevamente. -¡Tom! - Me lanzó un almohadón.
-¡¿Qué!? - Gruñí, exaltado. -¡Déjame solo!
-¿¡Por qué eres tan cambiante?! - Se levantó de la cama, donde yacía sentado. -¿¡Por qué le dijiste todo eso!?
Suspiré, y lo solté. - ¡Encontré cocaína en su cuarto, Bill! - Nuevamente busqué en mi pantalón la pequeña bolsa que encontré debajo de su cama, cuando Lola me invitó a dormir.
La encontré y casi se la restriego en el rostro de mi gemelo.
-Quizá no es de ella...
-¡Basta de defenderla, joder! - Me exalté. -¡Será una piedra en nuestra carrera, Bill! ¡Se droga, no sabe qué hará después de terminar el instituto!
-¡Tú no serias nadie sin la banda! - Gritó. -¡No serias nadie sin nosotros!
-¡Estamos por llegar a la cima de nuestra carrera y no me ataré a ella, en algún momento tenía que deshacerme de Lola! - Apreté mis puños. -¡Es una drogadicta, Bill!