Eres imbecil

1.5K 296 88
                                    

Todavía no eran ni las nueve, cuando comenzaba tu jornada, pero ya estabas dando vueltas por el pasillo de detrás con el teléfono pegado a la oreja, mientras Haru acumulaba excusas ridículas.

-Te he dicho que no me llames en el trabajo -miraste a ambos lados del pasillo con una sensación rara en la barriga, pero estabas sola-. ¿Qué quieres?

-Sé que habíamos quedado este fin de semana -escuchaste un zumbido de fondo que atribuiste a la cafetera destartalada que tenía en su apartamento-. Pero los chicos van a hacer un torneo de Fortnite en casa de Kaito el viernes por la noche, así que no me quedará mucho tiempo. Entre estudiar y tal.

Tu teléfono vibró contra tu oreja, y viste un mensaje de texto.

Gojo 👁️👄👁️:

Venga, venga, date prisa. Donde estas?

-¿Vale? -contestaste a Haru, y a Gojo le escribiste con prisa: "Llegando"-. Si solo querías anular nuestra cita podrías haberme enviado un mensaje.

-No quería que te enfadaras conmigo.

Ahogaste una risa para no herir su orgullo. Casi salivaste al imaginarte sola en tu apartamento todo el fin de semana, mirando películas y usando por fin la mascarilla de algas que habías comprado tiempo atrás.

Miraste de nuevo hacia el final del pasillo.

Llevabas toda la mañana con esa sensación rara, y no eras capaz de identificar de dónde venía. No había ningún peligro, no en la escuela.

-¿Estás enfadada? -preguntó el chico por teléfono, con voz de cachorrito.

-No, Haru, haz lo que quieras -contestaste con sinceridad-. Pero tengo que colgar, hablamos luego.

-Un beso.

-Sí, sí. Un beso. Adiós.

El sonido de tus tacones sonó con fuerza mientras atravesabas el pasillo en dirección al despacho del profesor. La puerta estaba cerrada y, apoyada en ella, te esperaban los dos metros de Gojo con una sonrisa de oreja a oreja.

Era raro. Ahí estaba pasando algo.

-Ah, ya está aquí nuestra chica afortunada -dijo con voz cantarina.

Te acercaste con cautela y arrugaste la nariz al sentir un olor distinto al de tu amigo. Olía a sándalo y cedro, mezclado con olor a limpio.

-¿Nuevo perfume? -te acercaste a Gojo, quien solo ensanchó su sonrisa hasta límites insospechados.

-No -comenzó a balancearse en el sitio, apoyándose en los talones y luego en la punta de los pies.

-Bueno, ¿qué quieres?

-Ay -soltó un suspiro emocionado-. No puedo creer que sea yo quien te lo diga.

-¿Decirme qué?

-Ven, ven -Gojo se dio la vuelta y abrió la puerta de su despacho despacio y con ceremonia.

Entraste detrás de él, pero la espalda de Gojo te impedía ver la habitación. Lo único que notaste fue que el olor a perfume de hombre se intensificó. Gojo se giró hacia ti, podías ver todos sus dientes con la sonrisa que tenía, e hizo un gesto con la mano hacia el otro lado de la habitación.

-_____, te presento a nuestra nueva incorporación a la plantilla.

No, no, no.

-Tu exmejor amigo y compañero de la infancia, ¡Nanami Kento!



No sabías cuánto tiempo te habías quedado callada. Podrían haber sido segundos, minutos o horas.

En cuanto viste la figura de Nanami Kento, las luces del mundo se apagaron.

Era él.

Él, pero no se parecía en nada al chico que recordabas. Con diecinueve años, Nanami era un tipo larguirucho y desgarbado. Ese chico había desaparecido, y en su lugar había un hombre que, debiste recordarte, solo era cuatro años mayor. Tenía las manos en los bolsillos de un traje hecho a medida y ocupaba el espacio como si le perteneciera por derecho divino. Era más alto, más ancho, más seguro.

Te costaba respirar.

Cuando subiste la mirada hacia su rostro, despacio, te encontraste con esos mismos rasgos que habías visto cada día durante cuatro largos años, y luego nunca más por otros tantos.

Sus mismos ojos rasgados, ahora con alguna arruga de más, estaban fijos en ti, y sus finas cejas se doblaban con desaprobación. Incluso con esa expresión de desdén, una dureza a la que no estabas acostumbrada, debías reconocer que era todavía más hermoso que tiempo atrás. Sus labios se curvaron, y pronunciaron tu nombre a cámara lenta.

Luego escuchaste tu nombre una vez, y otra, y otra, y otra.

-_____, -exclamó Gojo por quinta vez, pasándote la mano por delante de la cara-. Espabila.

-¿No se lo habías dicho? -preguntó Nanami a Gojo, con un tinte de desaprobación.

Inhalaste aire por la boca por primera vez después de un buen rato, y con él entró todo. La sorpresa por verle aquí, en tu espacio, de nuevo. La vergüenza por haberle colgado el teléfono, y ahora tenerlo delante. La rabia, porque ¿quién se creía que era para presentarse aquí sin avisar y mirarte con esa cara de pocos amigos? En todo caso tendrías que ser tú la que hiciera sentirle así de inseguro, de tembloroso y desgraciado como tú te sentías ahora.

Exhalaste el aire por la nariz, con brusquedad, y conseguiste apartar la mirada del hombre para clavarla en Gojo, que seguía sonriendo como si acabara de salvarte la vida.

-Eres un imbécil, -le espetaste.

Gojo arrugó la nariz, confundido, y se apartó cuando atravesaste el despacho pisando fuerte hacia la puerta.


───── ⋆Notas⋆ ─────

Tamo' de vuelta!

Perdón por la espera. Estoy escribiendo mucho, pero estos meses estoy centrada en la historia original. Tengo tantas ganas de publicarla por aquí y que podáis leerla, aargh! Quiero que este perfecta, no como este capitulo (ew), pero ya me daba pena tener esta historia tan olvidada.

PD: Me explican lo guapo que esta Nanami en estos últimos capitulos? Estoy: enamorada

El dolor de no volver a verte | Nanami x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora