7. Virtuosa doncella

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Las calles estaban abarrotadas a su paso por el pueblo, llamaba especial atención una muchedumbre que rodeaba una carreta enrejada.

- ¿Qué es eso? - Arya se alejó de Jon que no alcanzó a detenerla.

- ¡Arya espera! ¡Arya! - le gritó Robb.

La niña se perdió entre la muchedumbre, Jon salió tras ella.

- ¡Paso a Lord Robb Stark! - gritó Theon para que la gente se apartara.

La muchedumbre se abrió un poco dejando que el grupo pasara hasta llegar a una plataforma de madera de la que colgaban tres cuerdas. La horca. Era una ejecución. Jon ya había agarrado a Arya y regresaba con ella.

- ¡No vuelvas a hacerlo! - le reprendió Robb. - ¡Vámonos, no tenemos nada que hacer aquí!

Estaban por irse cuando Amara vió a los condenados que bajaban de la carreta. Eran tres, al igual que el número de cuerdas, un hombre de mediana edad, calvo, sucio y de mirada mezquina, tras él, un joven pelirrojo, su espalda llena de latigazos, bandidos claramente. Por último una chica rubia, sucia y maltratada, no podía tener más edad que la propia Amara.

La joven rubia iba cabizbaja, vestía un camisón blanco sucio machas rojas en su espalda delataban latigazos, los hombres la manoseaban mientras caminaba hacia la horca. Amara no dudó en acercarse a ella, su fino vestido y su capa forrada de brillante piel de zorro resaltaba entre la multitud que se apartó a su paso. Tanto Robb como Jon estaban atónitos.

- ¡Soldado! - la chica le gritó al hombre que llevaba a la rubia atada de las muñecas, la joven levantó la cabeza y miró con sus ojos azules a la dama frente a ella.

Los dulces rasgos de la chica, junto a su cara redonda y sus grandes ojos azules llenos de miedo enternecieron a Amara.

- ¿De que se acusa a esta chica?

El soldado hizo una reverencia sorprendido viendo a la dama, cuando detrás de ella vio al joven Stark se apresuró a responder.

- Lady Glover, mi señora, la joven robó y atacó a su señora.

La chica miró con rabia al soldado y agachó la cabeza, Amaro lo notó.

- Tu nombre, ¿Cuál es tu nombre niña?

- ¡Contesta a Lady Glover, mugrosa! - el soldado le gritó y le hizo levantar la cabeza.

- Delilah señora, Delilah Loren.

- Delilah... ¿Hiciste lo que dice? - Amara la miró a los ojos.

- No.

Amara la examinó de arriba a abajo, era hermosa y joven, de cuerpo esbelto y piel pálida, era criada, por supuesto, no trabajaba en el campo.

- ¿Sabes coser?

- Sí.

- ¿Cocinar, limpiar?

- Sí, señora.

- ¿Sabrías encargarte de peinar, vestir y servir a una dama?

- Sí, milady.

- Bien. - La joven dama sonrió. - Soldado, suelte a esta chica, me la llevo.

- Pero Lady Glover...

- Si tiene algún problema trasmítaselo a Lord Stark. Theon, si eres tan amable.

El joven Greyjoy sacó una daga y sonriendo a la rubia cortó las cuerdas de sus muñecas, está se las frotó la piel dolorida.

- Vamos Delilah.

Sin dudarlo ni un segundo la chica rubia la siguió.

- Pero señor... - el soldado intentó apelar a Robb, este levantó la mano callándolo.

- Suficiente, hemos terminado aquí, ya ha oído a lady Glover. Continúen con sus asuntos.

Y le dió la espalda al soldado, cerrando junto a Jon su pequeña comitiva, rumbo a Invernalia

....

Nada más llegar a la fortaleza, Amara se encargó de asear y alimentar a Delilah. El maestre Luwin limpió las heridas de su espalda y se aseguró de que no tuviera más, también aplicó ungüento en sus muñecas. Una vez la chica estuvo lista Amara se dispuso a hablar con ella, debía saber si había hecho lo correcto al traerla al hogar de los Stark.

La hizo llamar a su habitación, la chica se veía mucho mejor, su pelo rubio brillaba como el sol, y sus mejillas estaban sonrojadas.

- Delilah, toma asiento. - Amara le indicó que se sentara, junto a la ventana había una pequeña mesa con un par de sillas. - Dime, ¿que edad tienes?

- Dieciocho señora.

- Bien, ahora dime la verdad de lo que pasó, y te advierto que no tendré piedad si mientes.

La chica agachó la cabeza, cuando reunió la fuerza necesaria miró a la Glover con ira pura.

- Mi madre, señora, ella vivía junto a mi padre en una granja cerca de Lago Largo. Cuando mi padre murió volvió a casarse y al parecer yo le estorbaba. Un día un comerciante bastante rico me vió en el mercado, yo tendría doce años. Aún recuerdo el sonido que hizo la bolsa llena de monedas cuando cayó sobre la mesa de la cocina... - la chica pareció perderse en sus pensamientos por un momento.

- ¿Y luego?

- Deros, el comerciante, me llevó a su casa como regalo para su esposa. Era una buena vida, tenía una cama, me daban de comer, ropa limpia... Yo ayudaba a la señora, la peinaba, preparaba su dormitorio, lo normal... Pero yo notaba las miradas de Deros, señora, - la chica bajó la mirada, habló mirándose las manos. - él... Él me manoseaba cada vez que podía y un día... Un día decidió tomarme del todo. Fue apenas un año después de mi llegada a la casa. No paró desde entonces.

La chica hizo una pausa, Amara le ofreció un poco de vino que bebió sin miedo.

- Gracias, cuando su esposa lo descubrió le instó a que se librara de mí, pero él se nego. Así que ella decidió desquitarse conmigo. La esposa me daba palizas durante el día y el esposo me violaba por la noche. Pero la señora no estaba conforme, cada vez me odiaba más, no se si eran celos o envidia. Que me importa, yo odiaba a su marido con todo mi ser. Hace unos días se hartó y rogó a su marido que me echara, y como él se negó, inventó que le había robado y golpeado.

- Los latigazos...

- Me ataron medio desnuda a la picota para castigarme por ladrona, luego me lanzaron a un calabozo hasta hoy.

Amara estaba muda, la chica hablaba serena, con dolor, pero serena, no había mentiras en sus palabras. Decidió creerla. Tomó sus manos entre las suyas.

- Te creo. Serás mi doncella, pero te lo advierto. Traicióname, Delilah, y la horca te parecerá el más dulce de los destinos.

- Llámeme Didi.

- Llámeme Didi

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El príncipe del invierno - Jon NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora