>.
Sus manos están llenas de sangre, sangre de lo que más amaba.
Todo se había convertido en un caso de la noche a la mañana.
Mientras más sonreía más doloroso se hacía.
>. Era lo que más pasaba por su mente.
>.
Una luz en aquella habitación se ence...
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Browklyn, 25/04/2010.
El clima era caluroso, el cielo estaba despejado y no había sombra por ningún lado de la calle.
La gente utilizaba sombrillas para cubrir del ardiente sol del verano.
Y aunque el día pareciera el peor para una niña de cabellera negra corta hasta sus hombros y sus sonrisa más brilla te que el esplendoroso al de abril era lo contrario.
Era su cumpleaños.
Canturreaba la típica canción de 'feliz cumpleaños' mientras hacía su tarea y sonreía abiertamente.
Estaba emocionada. Su hermana le había prometido un pastel de cumpleaños y esperaba impaciente que aquel caluroso son del atardecer terminará de esconderse por el horizonte.
Al terminar su tarea guardó sus cosas en su vieja mochila para bajar dando saltitos por la escalera. Frunció el ceño confundida al eschar unos sonidos raros en la sala. Siguió bajando con cuidado de no hacer ruido cuando un grito sonoro salió de sus labios por si solo.
La escena era espantosa.
Aquel hombre de cabellera rubia y ojos azules gritaba cosas sin sentidos, cosas que no lograba entender nada de lo que articulaba al estar arrastrando las palabras. Debajo de él se encontra el cuerpo de su hermana, su camiseta blanca ensangrentada al igual que su rostro y su cabello, su ojos aparecían ya no responder mientras aquel hombre seguía dirigiendo fuertes puñetazos a su rostro sin pavor.
No sentía nada.
— ¡Nash! — gritó desgarradoramente lllamdno la atención del borracho frente a ella. Sus ojos intensos azules llegaron hasta ella y una sonrisa de diversión se formó en su rostro.
Ya el juguete mayor no le servía, ya se había descompuesto y no era divertido si no gritaba. Se levantó de encima de la la pelinegra para alcanzar a la pequeña niña frente a él. Tal vez esa gritaría más.
Nasha lo miró asustada y por reflejo corrió por las escaleras huyendo del hombre quien tomó uno de sus hombros asiendola jadear del dolor por la.presion que wjervia en los mismo. El rubia le sonrió tan sádico y cuando su puño iba a impactar contra su delicado rostro un sonido en seco resonó por toda la sala.
El hombre frente a ella cayó a sus pies en menos de un segundo revelando a su hermana quien respiraba de manera rápida y estrepitosa. El suelo estaba lleno de un cristal azul rodeando la cabeza ensangrentada de aquel hombre.
Sabía que no estaba muerto porque podía escuchar su respiración. Era como si estuviera dormido.
Sus ojitos llenos de lágrimas se dirigieron de nuevo al rostro de su hermana cubierta por su propia sangre y en un abrir y cerrar de ojos estaban ambas abrazadas.
