19 | Confianza

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Primera prueba de cortejo: confianza.
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Una semana después del nacimiento de Sarah Marie, hija de Alexis y Vega.
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Dos mujeres alfas enormes y furiosas, pertenecientes a la antigua manada de Asiel, entraron en el despacho de los líderes dispuestas a dar sus quejas sobre un altercado con un hombre alfa, perteneciente a la antigua manada de Melanie. Aún no podían adaptarse a la nueva realidad, una en la que ahora sólo pertenecían a una única familia liderada por dos autoridades, por lo que las disputas resultaban muy comunes en el día a día. El desconcierto azotó el rostro de las mujeres al ver a una mujer alfa, totalmente desconocida para ellas, presidiendo la mesa de sus líderes. Asiel permanecía en el amplio sofá, sencillamente acomodado en una posición de máxima relajación mientras mantenía sus ojos cerrados. Ni siquiera tuvo que abrirlos para saber de quiénes se trataban y qué querían. Melanie permanecía sentada a su lado, con una actitud aburrida, la cual se esfumó al verlas. El espectáculo había comenzado. Habían apostado sobre cuánto duraría Emma ocupando sus puestos sin la ayuda de su pareja, Samuel, que se asimilaría a una Luna. Deseaban que Emma pudiera comprender que su trabajo era realmente difícil, caótico y estresante sin Yeray al mando como Luna; querían demostrarle, en cierta medida, el motivo por el que Asiel se lo llevó a su territorio nada más reconocerlo, para que pudiera perdonarlo por lo que ella concibió como un secuestro. Además, deseaban que ésta pudiera apreciar el esfuerzo que realizaron para unir sus manadas, un hecho nunca antes logrado sin guerras y sin la muerte de uno de sus líderes. Samuel los aceptaba desde hacía mucho tiempo, pero Emma y Vega no. Debían reconocer el título de Yeray en sus vidas y en la de los integrantes de su manada. Ese día, ambos alfas disfrutarían ver cómo Emma y Vega se hundían en la miseria y cómo renacerían gracias a la ayuda de sus omegas. Pero eso no sería hasta que lloraran. Mientras tanto, debían mantenerse al margen. Alexis y Samuel aceptaron las condiciones porque se trataba de un cortejo.

— Hoy estoy de vacaciones —afirmó Asiel con desgana— Aquí mi querido suegro tomará mi puesto. Acosadadla a ella como si fuera yo, por favor. No os cortéis ni un poco. Tiene aguante.

Entonces, ambas mujeres estallaron en ruidosas quejas y lamentaciones sobre un hombre que Emma ni siquiera conocía. Gruñían, golpeaban la mesa con extremada furia y exigían un maldito castigo por incumplir una ley que Emma desconocía. La nueva líder intentó suavizar el asunto, pero fue en vano. Creyó que iba a perder la cabeza cuando el ruido de la puerta las interrumpió. Emma suspiró con cierto alivio, agradecida por el minuto de silencio. Vega ingresó al despacho malhumorada, prácticamente rondando el límite del desquicio, seguida por un hombre alfa que malmetía sobre las dos mujeres que le estaban reclamando justicia a Emma.

— Esta chica es una inútil —gruñó el hombre, mirando a su alfa Melanie.

— Hoy no existo para nadie más que para Yeray —respondió, tranquila— Vega ocupa mi puesto, te guste o no.

Entonces, el caos volvió a desatarse. Los tres alfas se enzarzaron en una nueva disputa, mientras Emma y Vega trataban de forma desesperada apaciciguar la situación. No funcionó.

— ¡Asiel! —gritó Emma, histérica.

— Estoy de vacaciones —canturreó él— ¡Arriba el equipo del alfa Asiel, uh! Yo creo firmemente en vosotras, chicas. Milán merece ser castigado.

Melanie estalló en ruidosas carcajadas. Él sólo pretendía avivar el fuego para hacerlas sufrir un poco, o mucho, más.

— Milán no tiene la culpa de que se comporten como unas crías —lo defendió— Si yo estuviera al mando en este momento, dejarían esa actitud de mierda. Te apoyo, Milán, de verdad que sí. Presiona un poco más a Vega. Ya casi tienes ganada la batalla, chico. Continúa. Estás en todo tu derecho.

Alfa, quiero un cortejo ©Where stories live. Discover now