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Emma comenzó a despertar lentamente, más evitó realizar movimientos bruscos

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Emma comenzó a despertar lentamente, más evitó realizar movimientos bruscos. A pesar de la evidente pesadez de sus extremidades y de lo mucho que le costaba abrir sus ojos por más de un par de segundos consecutivos, era muy consciente del peso que estaba repartido a ambos lados de su cuerpo.

— ¿La bella durmiente está despertando? —inquirió Vega con un deje de burla en su tono de voz al percatarse del cambio en la respiración de su padre— Te han chutado tres calmantes de un solo golpe, así que es normal que te cueste un poco volver a la realidad —prosiguió con calma, como si administrarle tres calmantes a su padre de un solo golpe era pan de cada día— Intenta no forzarte mucho o tendrás muy pronto al enfermero aquí para chutarte un cuarto calmante.

Efectivamente, el enfermero le había puesto un ojo encima y la mantenía en constante vigilancia porque así se lo exigía el protocolo con los alfas que eran capaces de arrasar con todo lo que estuviera a su paso, ya fuera de forma consciente o, como era el caso de Emma, de forma inconsciente.

— Dice que eres todo un todoterreno, mujer —bromeó la alfa más joven, tratando de sacarle un poco más de conversación para ayudarla a despertar— Sólo permiten una visita por paciente, pero ahí tienes a mamá y Yeray encima de ti y aquí estoy yo con mi omega también dormitando en mi regazo —rió, divertida— Por cierto, Karl está sumamente indignado porque a él ya no lo han dejado entrar, así que ve preparándote para un buen drama.

¿Así que ese era el peso que estaba notando en cada uno de sus costados? ¿Su omega y su hijo estaban durmiendo en la misma cama del hospital que ella? ¿Por qué estaba en el hospital, en primer lugar? Honestamente, no recordaba nada más que la advertencia del doctor sobre unas pruebas para Yeray, ¿qué hacía sedada, entonces?

— ¿Q-Qué ha pasado? —inquirió la alfa mayor con cierta dificultad, emitiendo un leve gruñido— ¿Por qué tres malditos sedantes?

— ¿Cómo que por qué, padre? —inquirió Vega con burla— Resulta que estás embarazada y has puesto el grito en el cielo cuando te has enterado —rió fuertemente al percatarse de la mueca que realizó su padre— De verdad, ¿a quién se le ocurre? —inquirió— Eiron estaba a punto de hacerse una bolita en mitad del pasillo de la empresa y echarse a llorar del miedo que tenía, ¿no tenías algo más absurdo que tu mente creativa pudiera inventar?

— Sí —gruñó Emma, manteniendo sus párpados bajo su control— Mi mente creativa llegó a pensar que Yeray estaría esperando mellizos —bufó en un bajo murmullo para no despertar a los omegas y al beta que se encontraban durmiendo de una forma sumamente plácida, a pesar del lugar en el que se encontraban— Después, también pensé que uno de ellos sería una alfa, así como tú, y, entonces, ya casi me echo a llorar en nombre de mi niño.

— Vale —refunfuñó la alfa más joven a regañadientes— Donde las dan, las toman, lo entiendo —prosiguió— Pero espero que estuvieras a punto de llorar de la emoción, porque claramente esa niña sería una copia de mí, pero es que yo soy una copia de ti —argumentó— Así que no sé de donde sale tanto drama, si tú probablemente serías peor que mi sobrina y yo juntas.

Alfa, quiero un cortejo ©Where stories live. Discover now