Capitulo 8: Hacia donde apunta.

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El detective Hawthorne se encontraba de pie frente a la imponente fábrica abandonada. Las ventanas rotas y las puertas oxidada eran testigo del tiempo transcurrido y del olvido que había caído sobre aquel edificio.

La policía había sido llamada a investigar después de lo sucedido en el interior de la fábrica. Hawthorne había sido asignado al caso debido a su status como un detective meticuloso y con un ojo agudo para los detalles. Con su gabardina desgastada y su sombrero inclinado hacia adelante, el detective se alejo del lugar.

Los agentes aseguraron la escena y el cuerpo fue llevado al laboratorio forense para realizar una autopsia. Mientras esperaban los resultados, Hawthorne se sumergió en la investigación, comparando las notas del diario y revisando registros y antecedentes en busca de posibles conexiones.

Poco a poco, las piezas comenzaron a encajar. Descubrió que el hombre sicario era un antiguo empleado de la fábrica. Todo apuntaba a un negocio ilegal que operaba en secreto, y parecía que había estado cerca de descubrir algo crucial.

Con cada pista que descubría, la imagen se volvía más clara en la mente del detective. Sabía que estaba lidiando con una red criminal peligrosa y que su vida corría peligro. Sin embargo, la determinación y la sed de justicia palpitaban fuertemente.

Finalmente, los resultados de la autopsia llegaron. Al momento de leerlos el detective no podia creer lo que leia:

El forense Alexander Hamilton se encontraba en su laboratorio, rodeado de instrumentos quirúrgicos y frascos de productos químicos. Su tarea del día era realizar la autopsia de un sicario que se había quitado la vida aparentemente con cianuro. Era un caso inusual, pero Hamilton estaba acostumbrado a enfrentar desafíos en su profesión.

El cuerpo del sicario yacía sobre la mesa de trabajo, cubierto por una mortaja blanca. Hamilton se preparó, poniéndose guantes y una bata protectora antes de comenzar el procedimiento. Con precisión y meticulosidad, abrió el cuerpo del fallecido, examinando los órganos internos uno por uno.

A medida que avanzaba en la autopsia, algo llamó su atención. Al abrir el estómago, Hamilton se encontró con una visión sorprendente e irregular: una serie de tentáculos se retorcían en el interior. Su mente racional luchó por encontrar una explicación lógica para aquella extraña anomalía.

Intrigado y cauteloso, Hamilton extendió los tentáculos con cuidado, estudiándolos detenidamente. Eran flexibles, de apariencia carnosa y estaban cubiertos de una sustancia viscosa. Parecían ser de origen biológico, pero no podía identificar de qué tipo de organismo provenían.

Hamilton tomó muestras de los tentáculos para su análisis posterior. Continuó con la autopsia, examinando detenidamente cada órgano en busca de más pistas. Sin embargo, no encontró ninguna otra anormalidad significativa aparte de los tentáculos en el estómago.

Una vez finalizada la autopsia, Hamilton llevó las muestras al laboratorio para realizar pruebas exhaustivas. Utilizó microscopios, análisis químicos y comparó los resultados con diversas bases de datos científicas. Pasaron días de investigación intensiva antes de que finalmente llegara a una conclusión.

Los resultados de las pruebas revelaron que los tentáculos encontrados en el estómago del sicario no eran de origen humano ni de ninguna especie animal conocida. Parecían pertenecer a un organismo desconocido, quizás proveniente de aguas profundas o de algún rincón remoto e inexplorado del planeta.

Las implicaciones de este descubrimiento eran enormes. ¿Cómo había llegado aquel organismo a habitar el estómago del sicario? ¿Era una forma de parasito o una especie todavía no catalogado.

El detective Hawthorne se encontraba en su despacho, sumido en profundos pensamientos. Había recibido los resultados de una autopsia que revelaban información crucial sobre el caso que estaba investigando. Sin embargo, esa información también implicaba a altos dirigentes y gobernantes de la ciudad de Londres en una trama de corrupción y crímenes.

Hawthorne sabía que estaba en una encrucijada. Por un lado, su deber como detective era llevar la justicia a todos, sin importar su estatus o poder. Por otro lado, la revelación de la verdad podría desencadenar una crisis política y socavar la confianza en el gobierno.

El detective caminaba de un lado a otro, sopesando las consecuencias de sus decisiones. Sabía que si mantenía la información en secreto, la corrupción y los crímenes podrían continuar impunes, y aquellos dirigentes y gobernantes seguirían ejerciendo su poder de manera injusta. Pero también comprendía que si revelaba la verdad de manera prematura, podría desencadenar una serie de eventos que tendrían un impacto devastador en la estabilidad de la ciudad.

Hawthorne se detuvo frente a la ventana, observando el bullicio de las calles de Londres. La responsabilidad que recaía sobre sus hombros era abrumadora. Como detective, su deber era servir y proteger a la comunidad, pero también debía ser consciente de las implicaciones políticas y sociales de sus acciones.

Con su informe en camino hacia los altos dirigentes y superiores, el detective Hawthorne se preparó para enfrentar las consecuencias de sus acciones. Estaba dispuesto a defender la verdad y a enfrentar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino. Sabía que, en última instancia, su deber era velar por la justicia, incluso si eso implicaba desafiar a aquellos en los más altos cargos de poder.

 Sabía que, en última instancia, su deber era velar por la justicia, incluso si eso implicaba desafiar a aquellos en los más altos cargos de poder

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Sombra del Tamesis: Rebelión del Abismo.Where stories live. Discover now