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Las manos de la australiana parecían haber sido creadas por los mismísimos dioses.
Haerin recuerda como sus mejillas se pusieron calientes la primera vez que ella y Danielle se tomaron de las manos, y caminaron juntas por horas, sin soltarse en ningún momento.
Adora caminar de la mano con la australiana.
Y algo que también le fascina, es cuando sus manos tocan cada parte de ella, el tacto de las manos de Danielle con su cuerpo se siente cómo entrar al cielo.
Estar al lado de la australiana era lo mismo que estar en el cielo y poder ver las nubes de amor alrededor de ellas.
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