Capítulo 39: Trampa

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Bueno espero que aún me sigan leyendo los quiero mucho.
Este capítulo le hice unos pequeños cambios. Esperó que les guste.
Los personajes no me pertenecen. Solo escribo porque me encanta.
Besos
Dam Frost

***

Setsuna iba con la pequeña Chibi Chibi sentada en su silla de atrás, se había retrasado un poco porque la pequeña se ensució su vestido y había tenido que cambiarle nuevamente, conducía como autómata, su cabeza daba mil vueltas en los acontecimientos recientes, de su boda truncada casi no había hablado con Seiya, lo amaba, y prefería estar a su lado a dejar de verlo, pero a su vez eso era una tortura, pues lo tenía a unos pasos de ella y estaba tan lejano como el sol. No sé había percatado de que un auto lo seguía desde que saliera de la mansión Kou.
Unas calles antes de llegar al Penhouse de Serena el auto se cerró frente a ella, obligándola a volver a la realidad.
Un hombre con la cara cubierta por un pasamontañas se paró junto a su puerta, apuntándole con una pistola.
— ¡Baja del auto! — Le gritó el hombre.
— ¡No me mates! Te daré todo lo que traigo, el auto... Todo... Pero dejanos ir a la niña y a mí. — Gritó atemorizada.
— ¡Baja ya! — Gritó el hombre exasperado.
— Deja que tomé a la niña. ¡Por favor! — Suplicó.
— Ya bájate... No me hagas perder mi tiempo. — Dijo abriendo la puerta y sacándola a la fuerza. La aventó al suelo y le disparó, después se subió al auto y se fue a toda velocidad.
— No se la lleven... Por favor. — Gritó herida en el suelo, se perdió en la inconsciencia y no supo más.
Un hombre que iba cerca llamó una ambulancia que llegó rápidamente y se la llevaron.
La bala había dado en su costado, era de gravedad y tenían que sacarla, y eso llevaba tiempo. No había nadie que fuera con ella, así que tendrían que esperar a que despertará y explicará lo ocurrido.
***
Serena estaba esperando la llegada de Chibi Chibi, estaba muy ansiosa, pues tenía un raro presentimiento en el corazón.
La hora en que debía llegar la niña paso, y su ansiedad creció aún más. Por fin cansada de esperar tomó el teléfono y llamó a Seiya.
— Seiya... ¿Porqué no a llegado Chibi Chibi? Ya pasó el tiempo de su llegada. —
— Debió haber llegado hace mucho tiempo. Sé que siempre te visita a la misma hora. — Respondió consultando su reloj.
— Pues no... Por eso te estoy llamando. ¿Qué ha pasado? — Dijo impaciente.
— No te alarmes, seguramente se quedó dormida. Llamaré a Setsuna para averiguar que sucedió. — Dijo para tranquilizarla.
— Está bien, si es así, que duerma, puedo verla más tarde. — Dijo de mala gana, intentando convencerse de que eso había pasado, pero había algo muy en el fondo que la incomodaba.
— Muy bien. — Dijo Seiya y corto la llamada.
***
— Lita... Comunícame con Setsuna por favor. Necesito hablar con ella. —
— Si Seiya, es que... Hace más de dos horas que salió a dejar a Chibi Chibi con Serena, así que pues... Llama más tarde. — Respondió Lita al otro lado del teléfono.
— Gracias, llamaré más tarde. — Respondió, ocultando su turbación, Para no preocuparla.
— Ok. Te veo en la cena. —
Marcó otro número con cierta renuencia, pero debía hacerlo.
— Diamante... Soy Seiya... ¿Estás con Serena? —
— Por supuesto... ¿Con quién más estaría? —
— Si claro... No digas mi nombre, sólo quería saber si Setsuna ya está ahí. —
— No... ¿Ocurre algo? —
— Necesito hablar contigo... Pero no digas nada a Serena, llegó en media hora. — Y colgó.
— ¿Quién era? —
— Nadie cariño... Cosas de negocios. Tengo que salir un momento. Te veo más tarde. — Dijo besando sus labios con delicadeza.
— Yo esperaré a mi pequeña. Muero por verla. Prepararé unas galletas para ella. — Dijo animadamente.
— ¡No! Es decir... Porque no la llevas por un helado. Haruka y Michiru pueden ir con ustedes. — Dijo tratando de no delatar que era un desastre en la cocina.
— Buena idea... Te veo después. —
***
"¿Y si escapó con la niña? Tal vez quiere vengarse por no casarme con ella. No... Ella no haría eso. Me ama y a Chibi chibi también. No sería capaz. ¿Y si fue Darién O Reih? Ellos serían capaz de cualquier cosa." Pensaba mientras conducía.
— Él príncipe Diamante lo espera. — Dijo una joven, guiándolo a una lujosa estancia, sacándole de sus pensamientos.
— Qué no nos interrumpa nadie por favor. — Le ordenó Diamante y ella asintió.
Diamante lo invitó a sentarse con un gesto, mirándolo con incertidumbre, pues había sido muy extraña su llamada.
— Buenas tardes. A qué debo tu llamada. La verdad es que estoy muy intrigado. — Dijo sin rodeos.
— ¿Setsuna no llegó con ustedes? — Volvió a preguntar.
— Ya te dije que no... ¿Ocurre algo malo? —
— Serena me llamó hace un rato, para preguntar su tardanza. El punto es... Que Setsuna salió hace algunas horas. —
— ¿Qué estás diciendo? —
— ¡No hagas que no entiendes! Ya está atardeciendo y no se nada de ella ni de Chibi chibi. Estoy muerto de preocupación, tú sabes que Serena y yo, tenemos enemigos que serían capaces de cualquier bajeza, por hacernos sufrir. —
— ¿Creés que Reih o Darién... Hayan hecho algo? —
— No lo dudaría, para nada. —
El timbre de su teléfono móvil lo distrajo.
— Si... Él habla... ¿Como dice?... Si... En este instante salgo para haya. Si... Sé dónde es. Gracias por avisar. —
— ¿Qué ocurre? —
— Setsuna está herida de bala en el hospital. — Respondió.
— ¿Y la niña? —
— La persona no me dió oportunidad de preguntar. Tengo que irme. — Dijo levantándose apresuradamente.
— Yo voy contigo, Necesitó saber que pasó con Chibi Chibi. — Respondió corriendo tras el. — Zafiro... Sígueme en el auto. — Le ordenó a su hermano en cuanto salió con Seiya. Este asintió, no muy convencido.
— ¿Qué pasa? ¿Porqué estás aquí Seiya? — Preguntó Serena, cuando los vio salir. Ambos intercambiaron miradas sin saber que decir. — ¿Porque no respondes? ¿Y la niña? —
— No pasa nada... — Trató de mentir Diamante para no asustarla.
— Si... No pasa nada. — Balbuceó Seiya.
— Yo sé que me están mintiendo. ¡Díganme qué pasa! — Insistió desesperada.
— Setsuna está en el hospital. Parece que la hirieron. — Dijo por fin Seiya, ante la mirada reprobatoria de Diamante.
— ¿Y Chibi Chibi? —
— Serena no sabemos más de lo que te hemos dicho. — Dijo Seiya.
— Yo iré con ustedes, necesitó saber que pasa. —
— Mi amor... Mejor espera aquí, descansa. — Dijo Diamante abrazándola, y Seiya desvío la mirada incómodo
— De ninguna manera, yo también voy. — Respondió soltándose de sus brazos.
Aceptaron de mala gana y se fueron rápidamente.
***
Llegaron al hospital presurosos, no sabían que esperar o si la herida era de gravedad.
— No es una herida superficial, logramos extraer la bala, pero su vida está en peligro. Hay que esperar a que vaya evolucionando y recuperé la consciencia. Las próximas horas son cruciales. — Dijo el doctor.
— ¿Y la niña? ¿Dónde está? — Preguntó Serena con ansiedad.
El doctor los miró sin comprender su pregunta.
— Ella venía con una niña pequeña. ¿Está bien? — Confirmó Seiya.
— La señorita estaba sola, puede preguntar a los paramédicos de la ambulancia, están en la entrada de urgencias. —
Corrieron hacia dónde les señalará el doctor.
— Una persona llamó a la ambulancia, la encontramos a mitad de la calle inconsciente. No había nadie más. —
— Pero... Ella venía en un auto negro, con la niña. — Dijo Seiya.
— Como le dije, estaba en la calle, sola, no sé nada de ningún auto, ni de la pequeña. — Respondió el paramédico, tratando de conservar la calma.
— ¡Usted tiene que decirme dónde está mi pequeña. Ella no puede estar pérdida. — Gritó Serena, sujetándolo de la camisa y golpeando su pecho desesperadamente. — ¡Dígame! — Decía histérica mente.
— Por favor... Ten calma. — Dijo Diamante sujetándola.
— ¡No puedo! Mi hija está pérdida, ya es de noche y no sé nada, seguramente tendrá mucho miedo. No puedo perderla nuevamente. — Gritó soltándose de los brazos de su esposo. Sintió que una descarga eléctrica estrujaba su corazón, la niña estaba desaparecida y la única persona que sabía la verdad estaba inconsciente. No pudo resistir más... Todo se nubló ante ella, y cayó inconsciente al suelo.
— ¡Serena! ¡Pronto! ¡Un doctor! ¡Rápido por favor! Está embarazada y me da temor que le pasé algo a ella o al bebé. — Gritó Diamante, cargándola en brazos.
Seiya, creyó que la pesadilla no terminaría nunca, aunado a la desaparición de la niña, su amada Bombón ahora esperaba un bebé, si aún había conservado un rastro de esperanza, este moría en ese instante, los siguió preocupado, imaginaba que la impresión debió ser demasiado fuerte para ella.
El doctor la revisó minuciosamente y le asignó el mejor cuarto del hospital. Las emociones habían puesto en riesgo su vida y la de su bebé. Debía permanecer en total reposó y calma, nada podía alterarla, un tranquilizante la tendría dormida hasta el día siguiente y eso la ayudaría a no sentir esa pena que le rompía el corazón.
Mientras Seiya y Diamante esperaban que Setsuna pudiera reaccionar.
— Creo que debemos ir a la policía en este instante, buscar videos satelitales y cualquier cosa que nos dé una señal. — Dijo Diamante.
— No creo que sea tan difícil, van en un auto de la casa, si lo reportó robado, tal vez lo busquen. Él jefe de la policía es amigo de Taiki, le pediré que lo contacte. —
— Hablaré a Haruka y Michiru, para que se queden aquí y nos informen cualquier situación, Zafiro vendrá con nosotros y buscará acceder a las cámaras cercanas a mí edificio. —
— Le pediré a Amy y Mina que estén aquí también. —
Sé fueron rápidamente, de la forma en que se agilizarán, dependía encontrar el paradero de Chibi Chibi, y rescatarla con bien.
***
Seiya aparcó frente a la casa de Reih, ahí debía estar su hija.
— ¡Seiya! — Dijo Reih, fingiendo sorpresa.
— Vine por mí hija. — Dijo haciéndola a un lado.
— ¿Tú hija? No comprendo. —
— Claro que entiendes muy bien. — Dijo entrando y saliendo de todas las habitaciones.
— Explícame tú forma tan grosera de entrar en mi casa. —
— Estoy seguro que tú tuviste algo que ver en todo lo que está pasando. Y no descansaré hasta que lo descubra. — Dijo saliendo furioso por su infructuosa búsqueda.
Subió a su auto y se fue a toda velocidad, calles adelante se detuvo y golpeó el volante con frustración, la impotencia y desesperación se apoderó de él. No había encontrado nada.
***
— ¡Eres un idiota! ¿Cómo se te ocurre traer aquí ese pequeño monstruo. — Dijo Reih, mirando a Chibi Chibi con odió.
— A dónde querías que la llevará. Me cansé de estarme ocultando por tanto tiempo para que no rastrearán el auto. —
— Me estás comprometiendo, Seiya estuvo aquí, y no quiero que sepa que estoy involucrada en esta estupidez. —
— No seas ingenua, ¿Creés que Seiya no lo sabe?. — Se burló Darién.
— Siempre puedo negarlo. —
— A mí no me vas a dejar embarcado. Tú y yo somos cómplices, si yo caigo... Tú caes conmigo. — Le dijo sujetándola de la barbilla con fuerza.
Reih se dió cuenta que si no se ponía lista, terminaría muy mal y Darién la aniquilaría.
— Lo que nos conviene es buscar un lugar donde no sepan nada de nosotros, tal vez en donde vivían tu y esa perdedora de Serena. — Dijo cambiando su tono de voz, a uno más conciliador.
— No lo sé, pienso que si saben que fuí yo, me buscarán ahí. —
— ¿Cómo podrían saberlo, tenías la cara cubierta, no creo que la idiota de Setsuna te reconociera. Debes irte de aquí. Estoy segura que volverán. No podemos arriesgarnos a ser descubiertos. —
— No lo sé... Pienso que tú me quieres traicionar. — Respondió Darién escudriñando su cara, buscando algún indicio de lo que realmente quería.
— ¡Claro que no! No nos conviene estar divididos... Buscarás otro lugar, mañana pediremos un rescate y... —
— ¿Porqué hasta mañana? — La interrumpió.
— Para desesperarlos aún más, ese dinero será para los dos, matamos a esta chiquilla y nuestra venganza estará terminada. — Dijo Reih mirándolo llena de maldad.
Darién la miró con horror, era despreciable, tenía malos sentimientos, pero no era un asesino. Esa niña era de Serena, él la había amado a su manera, además era el retrato viviente de Kakyuu, y aunque no la amó como a Serena, si la había querido bastante.
— ¡Estás loca! ¡Es una niña! ¡No podemos asesinarla. —
— ¿De cuando acá tantos escrúpulos? No los tuviste para disparar sobre "esa"... —
— Pero no disparé a matar, se muy bien dónde darle, ella estará bien. — Se defendió.
— Pero la dejaste a su suerte, tirada como un animal en mitad de la calle. —
— ¿Y que querías que hiciera? No podía quedarme ahí. —
— Digas lo que digas sabes bien que tú y yo somos iguales, siempre hacemos lo que sea para obtener lo que queremos, no me vengas ahora con esto. —
— Soy lo que quieras, un embaucador, cínico y egoísta, pero no un asesino, y menos de niños. —
— Está bien, eso lo discutiremos más adelante, por ahora, busca donde pasar la noche con ese monstruo. — Dijo dándole dinero.
— Esta bien... Tendrás noticias mías tan pronto como me instale. — Le dijo llevándose a la niña.
— Es un imbécil, por supuesto que mataré a esa. Y a tí también cuando ya no me sirvas. — Dijo en cuanto salió.
***
Darién encontró un pequeño lugar en un edificio alejado de la ciudad, le convenía estar alejado lo más posible de cualquier persona que pudiera delatarlo.
Acomodó a la niña en una cama, está dormía, había llorado un poco en cuanto despertó, pero él se había encargado de calmarla.
— Creo que me quedaré contigo... Por ti seré todo lo que no fuí, con el dinero que nos den, nos iremos a dónde nadie pueda encontrarnos y seremos muy felices, tal vez hasta me lleve a Setsuna... Estoy seguro que por ti aceptará encantada. — Pensaba mirándola dormir, después se sentó en un sillón e intentó dormir.
***
— No hay ninguna noticia. Nadie sabe nada, el auto no sé a visto circular por ningún lado. Está espera me está volviendo loco. — Decía Seiya a sus hermanos.
— Debes estar calmado y coherente, para que puedas actuar, estoy seguro que pronto pedirán rescate, sólo hay que tener la cabeza fría. — Dijo Taiki.
— ¿Cómo puedes pedir calma? Mi hija no aparece, Setsuna está en la cama de un hospital, herida de bala y el amor de mi vida está esperando un hijo con alguien que no soy yo. —
— ¡Seiya basta! Estoy harto de que esa mujer este siempre en medio de todo esto, estoy seguro que todo es culpa suya. — Gritó Yaten.
— ¡No vuelvas a decir eso! — Le recriminó tomándolo de la solapa. — Ella es la menos culpable de lo que pasa, si no la hubiera utilizado nada de esto estaría pasando, ella sería feliz conmigo, y no con Diamante. —
— ¡Por Dios! No es momento para esto. Debemos estar unidos para resolver esto, ya mi amigo está buscando el auto, le pedí discreción para no alertar a los delincuentes. — Dijo Taiki separándolos.
***
Las horas pasaron sin recibir noticias de la niña, ni de Setsuna, Serena permanecía dormida gracias a los sedantes, pero aún dormida, de sus ojos salían lágrimas, como una muestra de que estaba sufriendo.
— Mamá Ikuko... Ya es muy tarde... Ve a descansar, yo me quedaré con ella. — Dijo Diamante.
— No... Me quedaré aquí para apoyarla, no la volveré a dejar sóla. —
— Ahora duerme, no despertará hasta mañana, vamos a que tomes algo. —
— Está bien, solo unos minutos. — Dijo con expresión de cansancio y preocupación.
— Tranquila, todo saldrá bien, mí Princesa es más fuerte de lo que imaginas. —
Mamá Ikuko asintió y se dejó conducir por él, estaba demasiado cansada para contrariarlo.
***
Seiya entró a la habitación de Serena, había tenido suerte pues Diamante estaba con mamá Ikuko en la cafetería, así que aprovecho esa oportunidad. Le partió el alma verla ahí, inmóvil, con las huellas de sus lágrimas en sus mejillas. Tomó una de sus pequeñas manos y la llevó a sus labios.
— Bombón... Quiero que sepas que te amó, que jamás existirá otra mujer para mí, y te juró por la memoria de Kakyuu que voy a recuperar a nuestra hija. Haré lo que sea. — Se acercó a sus labios color de rosas y le dió un delicado besó. — Aunque siento que debió ser mío, estoy feliz de tú bebé, sé que serás muy feliz, porque te lo mereces. — Susurró poniendo su mano en su pequeña barriguita.
— Seiya... Encuéntrala. — Balbuceó Serena, le parecía oír sus palabras muy lejanas, como en un sueño. Y sintió que su corazón se encogía por la tristeza. Quería abrir los ojos, darle consuelo, decirle que lamentaba verlo así, pero sus párpados se negaban a abrirse, los sentía tan pesados, cómo si fueran de plomo.
— Es una promesa. — Dijo Seiya limpiando las lágrimas de sus ojos. Pensó que vería su mirada azul, pero sus ojos seguían cerrados. Parpadeó preguntándose si acaso lo abría soñado.
Diamante veía todo desde la puerta, podía sentir el dolor que Seiya escondía, y sintió mucha compasión por él, así que dejó que se desahogará, cuando vió que Seiya la besaba, se acercó despacito, porque una cosa era la compasión y otra que dejará que besará a su esposa.
— Creo que debes irte. — Le dijo palmeando su hombro.
Seiya lo miró sorprendido y limpió sus ojos. Tratando de ocultar sus sentimientos.
— Te veo después. — Dijo con nerviosismo, no le dijo nada de la llamada, quería ser él mismo quién depositará a la niña en los brazos de Serena.
Diamante asintió y se acercó a su esposa. La amaba, y no se imaginaba su vida sin ella, era su sol y su alegría, y ahora ese amor estaba dando frutos, debía cuidarla y cuidar su felicidad, aunque eso lastimará el corazón de Seiya.
***
A primera hora de la mañana, la ansiada llamada entró en su teléfono móvil.
— Si quieres volver a ver a tu hija... Debes estar a las 12 de la noche en el parque número diez... Con cinco millones de dólares en billetes de baja denominación. Debes ir sólo... Nada de policías, no quiero trampas, si llegó a ver a la policía tu hija se muere. — Y colgaron sin darle tiempo a reaccionar.
— ¿Quién era? — Pregunto Yaten al ver la palidez de su rostro.
— Quieren cinco millones de dólares. Debes sacar el dinero de mi cuenta. — Le dijo a Taiki.
— ¡¿Estás loco?! Es mucho dinero, debemos avisar a la policía. — Dijo Taiki.
— No me importa el dinero, la vida de mi hija no tiene precio. Has lo que te digo. —
— ¿Y quién te asegura que la niña está con ellos? —
— Hemos Sido discretos, nadie sabe que está perdida, ni siquiera Lita o Molly. —
— Pero quién te asegura que la dejaran con vida. —
— ¡Nadie! Pero haré lo que sea por recuperarla. No tengo otra opción. — Salió del lugar con una cara de tristeza que hubiera conmovido al más duro.
— Hagamos que la policía lo siga el no debe saberlo, pero es la única forma de lograr que estos paguen por lo que están haciendo. — Dijo Taiki.
— Excelente idea. Seiya no debe saberlo, o hechará todo a perder. —

***
— Reih ¿Cómo se te ocurre citarlo en un lugar público? —
— A esa hora no hay nadie, tú irás a recogerlo, yo te estaré esperando en el auto, en cuanto tengas él dinero, le das las llaves de la habitación donde estés y le dices que ahí está la niña. Eso nos dará tiempo de escapar. —
— Pero... ¿Y la pequeña Serena? —
— ¡Eso no te importa! — Respondió con rabia. — Está bien... A la mocosa la dejaremos dormida y cuando estemos lo bastante lejos le damos la ubicación de el lugar. — Dijo cambiando su tono de voz.
Darién suspiró tranquilo, por un momento le asalto el temor de que Reih intentará dañarla.

***
Pasaron las horas, y Serena seguía dormida, así que Diamante se dirigió hacia la habitación de Setsuna, tal vez ya hubiera despertado.
Le sorprendió que no hubiera nadie junto a ella, suponía que Mina o Amy estarían ahí pero nada.
Entró con cautela y la observó detenidamente, tuvo que reconocer que era muy atractiva, aún en ese estado. Se dió la vuelta e iba a retirarse cuando una voz la detuvo.
— Fue Darién. — Dijo con la voz entrecortada por el esfuerzo que eso le implicaba.
— ¿Qué dices? — Preguntó Diamante, volviendo sobre sus pasos.
— A... Pesar de traer... La cara cubierta... Reconocí su voz... Él intentará algo... Debes... Salvar a Chibi chibi. — Suplicó.
— Lo haré. — Prometió.
— No permitas... Que a Seiya... Le pase... Algo. — Y cerró los ojos, cansada por el esfuerzo.
Diamante salió de la habitación y se fue muy perturbado en busca de Zafiro.
***
— ¿Cómo sabes que fue Darién? —
— Setsuna pudo reconocer su voz. —
— Sabía que esos dos estaban detrás de todo esto. — Le dijo Zafiro.
— Sí, y debemos apresurarnos a dar con la niña antes de que Serenity se de cuenta, no puede estar con sedantes todo el tiempo. Pueden dañar al bebé. — Dijo con preocupación.
— Enviaré a una persona a seguir los pasos de Reih, en cualquier momento irá a buscar a Darién y estoy seguro que nos guiará a la niña. —
— Gracias por apoyarme hermano. — Dijo abrazándolo con cariño.
— Todo saldrá bien, muy pronto estarán en nuestra reinó con la niña y el bebé que espera Serenity. Ve a cambiarte y trata de descansar, yo me quedaré aquí hasta que vuelvas. —
Diamante iba a negarse pero se sentía muy cansado. Así que aceptó y se fué.
— Sólo me daré un baño. —
— No te preocupes. Yo estaré aquí. —
***
Serena había escuchado todo, debía ir por su hija, pero esperaría a que Diamante la dejará sóla, porque de lo contrario no la dejaría ir. Sólo podía confiar en una persona para que la ayudará.
— Molly... Por favor... Ven estoy en el hospital San Ángel, te necesito, pero no digas a nadie. Tenemos poco tiempo. —
Pasó algún tiempo, Molly por fin llegó por Serena. Ella burló su seguridad y se dirigió al auto de Molly, en el camino le explicó todo y Molly no pudo evitar una expresión de horror de sólo imaginar a la niña con Reih o Darién.
***
Serena llegó con Molly a casa de Reih, pero está iba saliendo, así que decidieron seguirla.
La vieron llegar al parque número diez y estacionarse. Minutos después, vieron pasar a Darién rumbo al auto de Reih y después dirigirse al interior del parque y decidieron bajar, sus corazones latían tan fuerte que les parecía que en cualquier momento podría escucharlas.
Lo vieron esperar y al cabo de unos minutos Seiya apareció con un maletín.
— ¿Está todo? — Le pregunto desde donde estaba.
— Si... ¿Dónde está mi hija? —
— Yo soy quién hace las preguntas. — Dijo amenazándolo con una pistola.
— Dime dónde está mi hija... O no te daré nada, hasta que no la vea. — Insistió.
— ¡Alto ahí! ¡No se mueva! ¡Lo tenemos rodeado! — Gritó un policía.
— ¡Les dije que no vinieran. — Les gritó a Yaten y Taiki que estaban atrás del policía.
Darién actuó rápidamente y tomó a Seiya como rehén.
— Te dije que no quería trucos. — Dijo quitándole el maletín y retrocediendo. — Si no me dejan ir lo mató. — Dijo corriendo con él.
Lo subió al auto dónde estaba Reih y huyeron.
Serena y Molly corrieron a su auto para seguirlo. Ambas estaban aún con el cuerpo tembloroso por el miedo que sentían, pero aún con la coherencia de que si lo perdían, ya no recuperarían a ninguno.
***
Bueno si llegaron hasta aquí es que aún me quieren un poquito.
Espero les guste lo que sigue.
Ya estoy en la recta final.

engañó de amor 2Where stories live. Discover now