Capitulo 40: Odio.

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Holaaaaa... Bueno ya le hice unas pequeñas modificaciones al capítulo anterior.
Esperó que les guste.
Los quiero, al final del capítulo hice unas pequeñas palabras para ustedes.

Dam Frost

Diamante llego a la suite, iba muy cansado, entró a la ducha y cerró los ojos tratando de pensar. Estaba desesperado, a pesar de mostrarse serenó y mantener la calma, en el fondo tenía miedo de no poder regresar a la pequeña con su amada esposa, y de no cumplir la promesa hecha a Setsuna de no dejar que le pasará nada a Seiya.
Salió de la ducha con la toalla atada a su cintura, no era algo que hiciera siempre pero la preocupación que sentía, lo mantenía con la mente en otro lado.

— Le dejaré su obsequio en la cama y cuando lo vean se que morirán de alegría. — Decía una alegre voz al otro lado de la puerta.
Esmeralda entró intempestivamente y su rostro enrojeció de vergüenza al ver a Damante con su perfecto abdomen al descubierto.
Quería apartar la vista, pero su blanca piel cubierta de pequeñas gotas de agua le daban la apariencia de un perfecto Adonis, que era imposible ignorarlo.
— ¡Perdón! No sabía que estaban aquí. Este... Los espero abajo. — Dio retirándose torpemente de la habitación.
Diamante aún estaba sin habla, no esperaba ver a Esmeralda ahí y menos en su habitación.

La Reina lo esperaba junto a una ruborizada Esmeralda que desviaba la vista con turbación tratando de mantener alejada de su mente la perfecta anatomía del hombre que aún amaba

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La Reina lo esperaba junto a una ruborizada Esmeralda que desviaba la vista con turbación tratando de mantener alejada de su mente la perfecta anatomía del hombre que aún amaba.
— Querido. — Dijo la Reina, abrazándolo. — En cuanto Esmeralda supo del bebé, quiso venir a darles sus buenos deseos y a pedir ser la madrina del pequeño. — Añadió, tratando de aligerar el momento.
— Si... Muero por ver a Serenity. — Dijo fingiendo alegría.
El rostro de Diamante se ensombrecio al recordar a su amada que yacía en una cama de hospital.
Les contó todo sin omitir detalle alguno.
— ¡Dios mío pobrecita niña! ¡Cuánto a sufrido! — Exclamó la Reina Rubí.
— ¿Qué estamos esperando, vamos a verla. — Dijo Esmeralda, tomando su carísimo bolso de diseñador.
En cuanto llegaron al hospital, corrieron a la habitación sólo para encontrarla vacía.
— ¿Dónde podrá estar? — Preguntó la Reina, pero Diamante ya no estaba en la habitación.
— Yo la dejé ahí hace algún tiempo, me salí a tomar algo para que descansará. — Decía la voz de Zafiro, que iba entrando.
— ¡No! ¡Eres un torpe! — Le reclamó Diamante con preocupación. — Seguramente se fue a buscar a la niña. —
— ¡Perdón! Pensé que dormía. Llamaré a la persona que está siguiendo a Reih, dónde ella esté, estará Serenity. —

***Reih arrancó a toda velocidad con Seiya y Darién, los escasos autos que circulaban a esa hora le permitían moverse fácilmente, sabía que de su inteligencia dependía el salir bien liberada de todo eso

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***
Reih arrancó a toda velocidad con Seiya y Darién, los escasos autos que circulaban a esa hora le permitían moverse fácilmente, sabía que de su inteligencia dependía el salir bien liberada de todo eso.
Seiya la miraba con odio y rabia, ¿Cómo una mujer tan hermosa, podía causar tanto daño?
— ¿Dónde está mi hija? — Preguntó con ansiedad, pero no obtuvo respuesta.
Reih iba con la mente en otro lado.
— ¡Eres un imbécil! Sólo tenías que tomar el dinero y venir ¿Porqué lo traes con nosotros? — Preguntó furiosa.
— ¡Nos traicionó! Todo fue una trampa... La policía nos viene pisando los talones, así que te sugiero que te apresures. — Respondió Darién.
— ¿Tenías que ponerlo tan difícil? Sólo debías entregar el dinero... No me interesaba quedarme con tu engendró. — Le gritó a Seiya.
— Yo no llamé a la policía. — Balbuceo.
— ¿Y que hacían Yaten y Taiki aquí? —
— ¡No lo sé! Debieron seguirme sin que me diera cuenta. Reih devuelve a mi hija y te dejaremos ir, puedes llevar el dinero. —
— ¡Ya es muy tarde! Eso debiste pensarlo antes... Ahora tendrán que morir ambos, no me arriesgaré a que me arresten por su culpa. — Dijo con cinismo.

Seiya sentía morir de miedo, no podía permitir que ella matará a su hija, la defendería a costa de su propia vida. Todos esos sentimientos se anidaban en su garganta, era algo que le oprimía el pecho difucultándole respirar.
Llegaron al lugar dónde estaba la niña. Reih bajó a Seiya apuntándole con la pistola y lo obligó a subir las escaleras.
— ¡Chibi chibi! — Dijo corriendo hacia ella pero Reih lo detuvo.
La pequeña rompió a llorar asustada por la actitud de Reih y trato de correr hacia su padre, pero Reih no lo permitió haciéndola a un lado de un empujón.
Seiya gritó lleno de angustia y Reih solo sonrió con diabólica diversión.
— Has que se callé. — Le ordenó a Darién.
Seiya iba a replicar, pero Reih lo amenazó con el arma obligándolo a callar.
Para su sorpresa, Darién la levantó y con infinita ternura la anidó en sus brazos susurrándole una canción de cuna.
Reih rodó los ojos fastidiada y soltó burlonas carcajadas.
— ¿Quién lo diría alguien tan despreciable como tú, arrullando una mocosa? —
Darién no contestó, se encogió de hombros y le dió la espalda. La pequeña comenzó a bostezar y en poco tiempo se durmió. La puso en la cama rodeada de almohadas y se volvió hacia Reih.
— Quiero que lo amarres. — Y Darién lo obedeció, se daba cuenta de que Reih se estaba desquiciando.
— ¡Mira nada más! ¿Qué tenemos aquí? — Dijo viendo el rostro de Serena por la ventana. — Nuestra querida Princesa... ¿Dónde estará el apuesto y deseable Príncipe Diamante? ¿Vendrá a salvar el día? — Se burló.
Serena entró con el alma en un hilo. Le había costado subir las escaleras, por la debilidad que le daba su estado. Había ignorado las protestas de Molly de entrar sola y está no había podido detenerla.
— Devuelve a mi pequeña por favor. — Suplicó.
— Si lo pides suficientemente bien... Puede ser que te conceda lo que pides. — Dijo moviendo la pistola amenazante, obligándola a arrodillarse, gozaba mucho verla implorar.
Seiya no soportó verla así.
— Reih te lo pido... Deja que se vayan... Yo me quedaré contigo si así lo deseas... Nadie nos seguirá, te lo aseguro, seremos felices para siempre, viajando y haciendo lo que tú quieras. Pero deja que se vayan. —
Reih se acercó a él y unió sus labios en un horrible besó lleno de depravación.
— Quiero que me hagas el amor frente a ella, si te portas bien y me haces gozar, las dejaré ir, pero tú te quedas conmigo. De ti depende. — Dijo rasgándole la camisa con ojos llenos de insano deseó.
Serena sintió náuseas de ver la forma tan perversa en que lo besaba y lo desvestía.
— ¡Por favor! ¡Esta la niña presente! — Dijo Serena.
Pero Reih sólo sonrió y siguió besando el pecho desnudo de Seiya.
Darién también sintió náuseas, era grotesco verla devorar el cuerpo de Seiya.
— ¡Ya estuvo bien! Deja de torturar a este hombre. ¿No te das cuenta la situación en la que estamos? La policía vendrá en cualquier momento. — Intervinó Darién. Y como si sus palabras fueran proféticas se oyeron sirenas de patrullas rodeando el lugar.
— ¡Es mejor que se entregué! ¡La tenemos rodeada señorita Hino! ¡No podrá escapar! — Se oyó una voz hablando por el alto parlante.
— ¡Maldición! ¡Me tendieron una trampa! ¡Pero me las van a pagar! — Dijo tomando la pistola y jalando a Serena de los cabellos. — ¡Si se acercan la mató! ¡Déjeme ir! —
— ¡No se comprometa más! No añada más cargos a su situación. Aunque se vaya la encontraremos. Dejé ir a la Princesa y a las demás personas. —
— ¡Jamás! ¡La mataré! ¿Me oyen? — Dijo acercándose a la ventana con Serena. — Si no puedo escapar moriremos las dos. Ella no tendrá jamás la felicidad. Sufrirá igual que yo, nunca pude tener a Seiya y ser feliz por su culpa, es hora de vengarme. — Gritaba con la mirada enloquecida de odio, mientras le apuntaba con la pistola a la cabeza.
Fue cuestión de segundos, Serena no supo en que momento alguien saltó junto a Reih por la ventana. Sólo vio los dos cuerpos caer al suelo.
***
Oooook les pido perdón por esto
Bueno los quiero y pues ya estoy a un paso del final.

engañó de amor 2Where stories live. Discover now