Capítulo 41: Despedida.

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Holaaaaa... Esperó que estén muy bien, aquí está esté capítulo esperó que les guste.
Los personajes pertenecen a Naoko Takeuchi, sólo escribo por qué me gusta.

***

En cuanto llegaron al hospital, corrieron a la habitación sólo para encontrarla vacía.
— ¿Dónde podrá estar? — Preguntó la Reina, pero Diamante ya no estaba en la habitación.
— Yo la dejé ahí hace algún tiempo, me salí a tomar algo para que descansará. — Decía la voz de Zafiro, que iba entrando.
— ¡No! ¡Eres un torpe! — Le reclamó Diamante con preocupación. — Seguramente se fue a buscar a la niña. —
— ¡Perdón! Pensé que dormía. Llamaré a la persona que está siguiendo a Reih, dónde ella esté, estará Serenity. Ya tengo su ubicación. — Decía Zafiro mientras estaba al teléfono.
— ¿Y Serenity? ¿Esta ahí? — Preguntó Diamante con ansiedad.
— No lo se, lo más seguro es que sí... Pero hay que darnos prisa, en el camino llamaremos a la policía. — Dijo Zafiro, saliendo apresuradamente.
— Madre... Por favor que Haruka se encargue de liquidar el hospital. —
— Ve hijo, no te preocupes, nosotras nos encargamos de todo. — Le dijo la Reina.
— Si... Corre... Salva a la pequeña. — Dijo Esmeralda.
Diamante asintió y corrió tras su hermano, sentía temor de no llegar a tiempo.
***
— Ya una señorita nos habló, estamos en camino Alteza. No sé preocupe rescataremos a la Princesa. — Dijo la voz del policía.
Zafiro dió algunas instrucciones y colgó, miraba de reojo a su hermano y entendía perfectamente sus emociones, intentaba mostrarse con la cabeza fría, pero entendía que era imposible.
Llegaron minutos antes que la policía, sabían que los minutos ganados eran valiosos.
— ¡Por favor! ¡Apresúrate! Seiya está adentro y Serena entro hacé unos momentos! No quiso esperar a la policía. Creo que están en el último piso. — Le dijo Molly en cuanto llegó.
Zafiro se quedó con ella mientras Diamante corría adentro del edificio.
Deseaba que sus piernas volarán, pero era como en una pesadilla en las que quieres correr pero tus piernas se niegan a avanzar.
Mientras subía las escaleras, pudo escuchar las sirenas de las patrullas.
— ¡Es mejor que se entregué! ¡La tenemos rodeada señorita Hino! ¡No podrá escapar! — Oyó la voz de un policía hablando por el alto parlante.
— ¡Si se acercan la mató! ¡Déjeme ir! — Podía escuchar la voz desquiciada de Reih, y sintió temor de que cumpliera su palabra.
— ¡No se comprometa más! No añada más cargos a su situación. Aunque se vaya la encontraremos. Dejé ir a la Princesa y a las demás personas. —
— ¡Jamás! ¡La mataré! ¿Me oyen? Si no puedo escapar moriremos las dos. — Gritaba.
Estaba decidido, haría lo que fuera por salvarla de esa mujer y la única solución para que la dejará tranquila era que desapareciera.
De pronto todo quedó en silencio y eso lo hizo temer lo peor. Entró intempestivamente al departamento del que había oído los gritos, decidido a terminar con esa situación, tenía que hacerlo no había otra opción.
Encontró a Serena mirando por la ventana con ojos horrorizados.
Se acercó y vio a Reih y a Darién tirados en el suelo grotescamente. Abrazó a su esposa tratando de calmarla. — Tranquilízate amor... Ya todo pasó, están bien y a salvó ahora. — Dijo y ella lo apretó con fuerza, se sentía protegida ahora que estaba con él.
— Se que a tu lado estoy segura. — Dijo besándolo con amor.
Seiya se sintió muy incómodo, al final Diamante se había hecho cargo de la situación, no dijo nada, entendía el estado de su Bombón, no era fácil lo que había pasado.
— Qué bueno que no te pasó nada. — Le dijo Diamante a Seiya mientras lo desataba, y este asintió sin mucho ánimo, hubiera preferido morir para no sentir ese dolor de verlo junto a la mujer que amaba.
***
Llegaron abajo, Diamante con Serena en brazos y Seiya con la pequeña Chibi chibi, en esos momentos estaban subiendo a la camilla a Reih y a Darién, y Serena quiso acercarse.
— ¿Porqué lo hiciste? No debías... —
— Si... Te lo debía... Por todo el daño que te hice... — Dijo con la voz entrecortada por el esfuerzo.
— Eso no importa ahora... Debes estar bien... — Le decía llorando.
— Setsuna... ¿Esta bien? — Pregunto hablando con dificultad.
— Si ella está bien. — Le aseguró Diamante.
— Que bueno... No tenía intención de matarla... Serena... Perdóname... Por favor... Yo sé... Que te hice mucho daño. — Suplicó.
— No hables... No es momento para eso, debes recuperarte. — Respondió.
— Si... Es el momento... Ya... No me queda mucho tiempo. — Dijo arrepentido de todo lo ocurrido entre ellos.
— Estarás bien... Tendrás una nueva vida. — Decía tratando de animarlo.
— No me mientas... Yo... Sé que estoy muriendo. —
— No... No digas eso... Por favor. — DIjo Serena llorando.
— Yo... Te amé... Pero... No supe... Valorar tu amor... Seiya... Tú y yo la perdimos... Fuimos unos tontos... Ahora... Esta... Con alguien... Que si la hará feliz... Cuídala por favor... — Le dijo a Diamante.
— Te doy mi palabra. — Le dijo.
— Gracias... Seiya... Perdón por lo de Kakyuu... Te aseguró... Que estoy... Arrepentido... —
— Si... No te preocupes... No hay rencor. — Respondió.
— Serena... No... Me quiero ir sin que me perdones... — Suplicó.
— Claro que te perdonó... Mi pequeña y yo estamos bien gracias a ti. —
— Gracias... Eres muy bondadosa... Sabes... La pequeña... Es... Muy bella... Se parece a tí. —
— Tú... La verás crecer... Ya lo verás. — Mintió.
— Sólo... Sé... Feliz... Y recuerda... que te... amé. — Y cerró los ojos para nunca más abrirlos.
— ¡No! ¡No te mueras! ¡Por favor! — Gritó.
— Ese imbécil... Ya pagó lo que me hizo... — Dijo Reih en la camilla que estaba a un lado.
— Reih... Arrepiéntete... — Dijo Serena mirando la molé espesa de sangre que tenía en la cara.
— Nunca... Hasta... El último minuto... Estaré maldiciendoté... Te odio... Maldita... Púdrete... Igual... Que Seiya y Darién. — Dijo, aún con las heridas y lesiones que habían arruinado su perfecta anatomía, seguía maldiciendo.
— ¡Llévensela! La policía custodiará su habitación hasta que esté en condiciones de ir a la cárcel tiene prohibida las visitas. — Dijo Zafiro a los paramédicos que habían auxiliado a la pareja.
— Por favor... Que Darién tenga un sepelio digno. — Pidió Serena a Diamante.
— Haré lo que desees, Ahora tienes que ir al hospital, nuestro bebé también necesita de tus cuidados. — Dijo y la subió en otra ambulancia.
***
El funeral de Darién fue un día después, Setsuna acudió junto a Seiya, aunque ella aún estaba delicada, quería despedirse del hombre que alguna vez amó.
Diamante y Zafiro se encontraban ahí, y nada más, fue muy rápido y deprimente ver qué solo cuatro personas se encontraban ahí.
— Estamos aquí para despedir a nuestro hermano Darién... Que ya se encuentra entregando cuentas al creador. Aunque tomó el camino equivocado, se arrepintió en el último momento, y estamos seguros que Dios en su infinita misericordia lo tomará en cuenta. — Decía él sacerdote.
Ni una lágrima salió de los ojos de nadie, cuando lo sepultaron. Todos dejaron una rosa en su tumba y se fueron.
— "Darién, tú me trataste mejor que a Serena y aún así, no te perdonó, por tu culpa me enamoré de un imposible y ahora sufro por no tenerlo. Esperó que dónde estés, tengas la paz que yo no tendré jamás. Nadie te extrañará y a nadie le harás falta. Hasta nunca. — Dijo dándole sus últimos pensamientos.
Cuando salió Diamante y Zafiro ya se habían ido, solo Seiya la esperaba.
— Te estaba esperando. Vamos a casa, necesitas descansar. — Dijo abriéndole la puerta. Setsuna subió y se sentó junto a él con nerviosismo, lo amaba, y debía alejarse de él, por su propio bien, debía empezar a sanar su corazón.
— Seiya, Chibi chibi... ¿Dónde está? —Le preguntó tratando de hacer conversación.
— Con Mina, malcriándola ya te imaginarás, dándole todo lo que le pide. — Dijo con una sonrisa.
— Si... Pero... Ella... ¿Esta bien? —
— Claro que sí... Y yo sé que no fue tu culpa, si es lo que preguntás. Reih estaba desquiciada y no mide el daño que hace. — Respondió.
— Si... Una mujer despechada y herida puede hacer cualquier cosa. — Dijo con tristeza.
— ¿Y tú? ¿Harías cualquier cosa? —
— ¡No! ¡Por supuesto que no! Sería incapaz, Yo... Seiya... Creo que lo mejor es que me vaya... Es lo más sano para todos... Se me parte el alma no estar cerca de Chibi chibi, porque la adoro, pero creo que será lo mejor. Para tí y para mí. — Dijo sintiendo que el corazón se le rompíaen mil pedazos.
— Pero... Chibi chibi te necesita. —
— Tiene una madre que la adora, ya es tiempo de que ella la tenga a su lado. —
— Pero... Ya perdí al amor de mi vida... Mi hija es lo único que me queda, moriré sin ella. — Respondió.
— Seiya, ambos nos equivocamos, y debemos aprender a vivir con nuestros errores, debes sanar tus heridas, dejar el pasado atrás e iniciar una nueva vida. Empezar de cero, sin mentiras. Estoy seguro que Serena no te quitará a la niña del todo, la verás siempre que quieras. —
— No sé cómo hacerlo. — Dijo angustiado.
— Aprenderemos... Ambos. Seremos felices a nuestra manera. — Respondió con lágrimas en los ojos.
Seiya asintió conmovido por las palabras de Setsuna.
— Déjame en la estación, me iré de aquí. — Dijo ella.
Bajaron y él se acercó a ella.
— Gracias por todo Setsuna. Sé que serás muy feliz en dónde quiera que estés. Cuídate y por favor regresa pronto. —
Se abrazaron con fuerza y la dejó ir, la vio entrar a la estación, iba con paso lento, como quien no quiere marcharse, como quien esperaba una milagrosa confesión de amor.
La confesión nunca llegó y entró a la estación, saldría adelante sin Seiya e intentaría a ser feliz.
Aspiró con fuerza y limpió las lágrimas, su vida a partir de ese momento empezaba y sería todo lo feliz que pudiera.
***

Bueno aquí este capítulo, ya estoy muy cerca del final, esperó que les guste.
Los quiero
Dam Frost.
P.D. estoy mudando a este los capítulos del final con Diamante.

engañó de amor 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora