⇄ Sanji .•'

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Sanji es el tipo de novio que

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Sanji es el tipo de novio que...

Te protegería como si fueras un cachorro

Te protegería como si fueras un cachorro

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       Estabas hambrienta.

        Siempre. Todos los días. Todas las noches. Inclusive en tus sueños.

        Podrías una extraña habilidad, por no llamarla maldición. Siempre comías bastante más que los demás. Pero cuando comes tanto, te preocupa más la calidad de la comida que la cantidad, por lo que terminaste vagando por restaurantes hasta que llegaste a un restaurante por medio de contrabando en un barco que traía un pirata con un sombrero de paja en la vela.

        Saliste del nivel inferior de la nave con sigilo una vez los tres tripulantes bajaron. Todo estaba vacío, incluso de comida. No te molestaste en buscar oro o berries siquiera; si no habían suministros comestibles, no había dinero. Una vez afuera, te llegó el olor a soja, cúrcuma y aceite. La saliva en tu boca se amontono dentro en un estado más líquido por el deseo que sentías por el hambre.

       Juraste raptar al dueño de las maravillas culinarias.

        Buscaste rápidamente una puerta trasera. Siempre las habían fuera a donde fueras. Estaba asegurada. Tomaste una tabla fuera del lugar del muelle y regresaste con ella entre manos. No te pesaba nada, era como sostener un bolígrafo o un billete berrie; era tu peculiaridad, tu fuerza aumentaba cuando tenías hambre, entre mas hambrez mayor fuerza. La alzaste en el aire y la dejaste caer para asestar el golpe en la manija.

       La puerta se abrió sola.

        Terminaste golpeando algo duro, y extrañamente fue seguido por un quejido doloroso antes de una caída de lleno.

        Habías golpeado sin piedad la cabeza de un hombre que se preparaba para sacar las bolsas de basura. El cigarrillo quedó rodando por las tablas partes del suelo hasta caer al mar por una abertura. Miraste el cabello rubio del cual comenzaba a sobresalir un delgado hilo de sangre.

       Temiste haberlo matado.

        Una media hora después, luego de haber procurado que tú desconocida víctima siguiera viva, lo vendaste y lo dejaste en algún lugar del almacén de sumisitros mientras tú te dedicabas a comer tomates y cebollas a mordiscos observando quien era el responsable de la comida que alcanzaste a olfatear en marea alta. Transcurrió una hora, después dos. Al final, terminaste por quedarte dormida sobre una caja que transportaba toda clase de verduras, en medio de la oscuridad.

      Despertaste con tus muñecas y tobillos amarrada a una silla. La luz intensa de las bombillas y velas era intensa. Trataste forcejear, pero la fuerza actual no era suficiente. Te rendiste. Alzate la mirada al captar el sonido del crujir de una puerta abriéndose junto al aroma culinario que se abría paso a toda costa.

        Cabello rubio, traje galante, corbata bien atada y una sonrisa a dientes ocultos junto a una mano que llevaba consigo un plato, el cual deposito en la mesita de madera a tu lado. Era el mismo idiota al que noqueaste no hace mucho. El hombre se dispuso a apagar unas velas reduciendo la iluminación de la pequeña habitación desolada, dejando una, la cual se llevó consigo poniéndola junto al plato para después sacar un pañuelo junto a tres cubiertos.

       —Casi te mato...

       —Sí, lo sé; casi me dejas más tonto de lo que ya lo estoy —bromeó con un extraño acento mientras se reía sin ruido. Tomo una silla sin respaldo sentándose frente a ti—. Pero no eres mala.

       —No me conoces.

       «No me conoce. Nadie me conoce. ¿Siquiera yo me conozco?» pensaste con duda y un vacío.

       —Se sabe más de una persona por sus acciones que por sus palabras, y tú, quién pudo hacerme daño o robarme después de golpearme, no eres mala. —Sus dedos perfectamente acomodados al cuchillo y al tenedor comenzaron a cortar el pequeño filete de carne.

      El olor del sazón comenzaban a hacerte víctima del deseo.

      —Yo...

      Se lo comió él.

       —Prueba de catador. Para que veas que no está envenenada —responde sonriendo de manera ladina mientras se limpia un leve rastro de salsa de una de sus comisuras. Volvió a cortar—. Pero... este va para la desconocida golpeadores. Vamos, abre la boca, conejita —pidió acercando la punta llena del tenedor a tus labios.

       Cediste.

       Pero, cuando lo masticado pronto se fue por tu garganta a tu estómago, te sonrojaste evidentemente. Una pizca de tu racionalidad, aún aferrándose a ti, te saco la idea de que había sido un beso indirecto. Aún si era demasiado absurdo, el teñido rojo de tus pómulos se extendió a tus orejas sin el más leve deseo de ocultarlo por la sorpresa. Él te limpio de igual manera que lo hizo consigo mismo.

      Oíste pasos. El desconocido comenzaba a irse. Trataste de decir algo, pero él se detuvo a medio camino mirándote de lado— Te solté un poco la sogas. Puedes salir cuando quierasz pero recuerda que me debes una comida y un golpe..., aunque no los cobraré por igual.

      Golpeó dos veces la pared en juego antes de irse silbando.

       Estabas satisfecha y deseada. Pero ahora solo querías hacer honor a tu promesa: raptar a tu nuevo cocinero.

𝑻𝒚𝒑𝒆 𝒐𝒇 𝑩𝒐𝒚𝒇𝒓𝒊𝒆𝒏𝒅 ∬ One PieceWhere stories live. Discover now