SLEEPOVER (San)

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Hanbi había sido mi primer amiga cuando me mudé desde Yoshikawa, prefectura de Saitama, Japón, a la tierna edad de ocho años, sin saber una palabra de coreano. Mi padre había sido transferido a Namhae-gun, condado de la provincia de Gyeongsan, Corea del Sur, por cuestiones de trabajo.
Si bien muchos niños se burlaban de mí por no poder hablar bien el idioma, había una niña en mi clase y su hermano dos años mayor que me defendían y acompañaban en mi aprendizaje. Gracias a ellos, antes de terminar mi cuarto grado de primaria, ya podía hablar fluidamente e inclusive enseñar algo de japonés a mis compañeros, quienes para ese momento ya no se metían conmigo. 

Aunque con San, el hermano mayor de Hanbi, no hablábamos mucho, sino lo justo y necesario, esporádicamente pasábamos tiempo a solas y charlábamos, ni hablar de que nos conocíamos desde niños, por lo que teníamos cierta cercanía y confianza.

Obviamente, teniendo en cuenta lo dulce, simpático, amable, servicial, respetuoso y físicamente atractivo que se había vuelto con los años, me generaba un interés desmedido. Desde hacía un tiempo, más o menos un poco antes de que él terminara sus estudios secundarios, cada vez que se acercaba, un calor me subía del vientre al pecho, me ponía un poco nerviosa y sonreía casi sin darme cuenta. Sobre todo aquellas veces que teníamos cualquier tipo de contacto físico. Luego de un tiempo de haberme dado cuenta de mi enamoramiento, paulatinamente pude controlar estas acciones inconscientes, pero seguía siendo difícil incluso después de mis veintes.
Para mantener la paz prefería no expresárselo a Hanbi, y por supuesto mucho menos a San. Si bien siempre se había hecho el chiste de que haríamos bonita pareja, en parte tenía mucho miedo de la reacción de Hanbi.

En mi segundo año de universidad, a mis veinte años, Hanbi había propuesto una nueva tradición: noche de skincare semanal. San había insistido en unirse a la dinámica y poco a poco terminamos cediendo a pura fuerza de desgaste.

Cinco semanas pasaron. San había adoptado la costumbre de acostarse en mi regazo para que aplicara los productos desde su cuello hasta su frente, haciendo un pequeño masaje en su mandíbula. Él afirmaba y reafirmaba que estas acciones lo llevaron a definir mejor su "jawline" y que ahora era más guapo y tendría más citas, pero a mis ojos se veía exactamente igual y en realidad seguía sin tener citas.

—Deja de mentir, nunca invitas a nadie a salir —dijo Hanbi aplicándose un contorno de ojos frente al espejo.

La nuca de San seguía en mi regazo. Hizo puchero y frunció un poco el ceño.

—No hagas eso o te vas a arrugar —di cortos golpecitos en su frente con los dedos.

Él sólo optó por reír.

—Me estoy reservando para la chica correcta, no puedo ir por ahí ofreciéndole mi amor a cualquiera.

—No olvidemos esa chirusa con la que saliste en secundaria —insistió Hanbi, elevando una ceja en una mirada juzgadora.

—Fue hace cinco años, supéralo.

—Miró mal a Arata cuando escuchó su nombre y supo que era japonesa, suerte tuvo de que no la cacé de los pelos.

San me miró desde abajo y me sonrió dulcemente. Sentí un calor en las mejillas.

—Fue el momento en el que me di cuenta de que no valía la pena.

Le sonreí de vuelta y apreté los labios, evitando sus ojos para mirar a Hanbi, quien entrecerró los ojos al ver esa interacción.

—San, ¿Cuándo me vas a pagar la rinoplastia? —se respingó la nariz con los dedos y posó frente al espejo.

🥀 ATEEZ ONE-SHOTS (+18) 🥀Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang