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San Juan NONI:
𝐋𝐀 𝐌𝐔́𝐒𝐈𝐂𝐀 𝐑𝐄𝐓𝐔𝐌𝐁𝐀𝐁𝐀 por los altavoces del televisor en la habitación del hotel donde nos hospedábamos. Hacía ya dos horas que regresamos y todo estaba hecho un desastre: maletas con la ropa por fuera, vestidos tirados en la cama, los zapatos por todo el pasillo, el maquillaje esparcido sobre el mármol del baño...
Llevaba puesto un vestido que hacía ilusión a la piel de un cocodrilo, de un tono rojizo-anaranjado. Por el espejo del baño, observaba cómo Arleen planchaba mi cabellera mientras yo misma me aplicaba un gloss en los labios. El maquillaje que me había hecho mi amiga se veía precioso, en momentos como estos agradecía tener a alguien tan cercano a mi que se dedicara al mundo de la belleza.
— Ya mami. —la voz de Arleen se resonó entre el bullicio de la canción que sonaba.— Ta bellísima, te tengo que tirar una foto.
Voltee a verla, el vestido blanco que llevaba ceñido al cuerpo le daba aquella aura tropical que tanto añoramos. Tanto su maquillaje al igual que la manta de rizos negros que portaba y aquellas joyas doradas, fácilmente la hacía destacar entre una multitud.
— Gracias lindi, tú también ta bella.
— ¿Qué hora e'? —me preguntó mientras salíamos al pasillo.
— No sé. —conteste.— ¿Qué zapatos me pongo?
Miramos el desorden que teníamos en piso, luego ella subió su vista a mi vestido y señaló unos negros que se encontraban cerca de un mueble.
— Eso se verán jevi con el vestido.
Asentí, y empecé a cantar la canción que estaba sonando. No había nada mejor que arreglarse con una gran playlist de fondo.
— Diablo loca, vamo' bien tarde. —soltó Arleen caminado con su celular y cartera en una mano, y en la otra con un tacón rojo.— Son casi la doce, Dios mío.
