3. En La Guerra Todo Vale

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Drea

El frio de la madrugada hace que me acurruque entre mis sabanas, volviendo a mis cinco años, donde mi mayor preocupación era que iba a jugar hoy. Hace mucho tiempo no me sentía así, destruida en millones de pedazos; con miles de dudas esperando que algún día sean resueltas. Los momentos de la fiesta me perturbaban día y noche; no encontraba tranquilidad en ninguna parte, mi única forma de escape fue el tenis y mantener la mente en constante trabajo.

En la suave tela que me rodea sus heladas palabras volvieron a mi mente "no hare eso", las preguntas volvieron a mi ¿acaso no merecía saber la verdad?, estaba harta de sus idioteces y cansada de mantenerme de pie cuando lo único que quiero es derrumbarme.

Pronto llegaría mi cumpleaños y como es de tradición aun no eh planeado el lugar al que vamos a viajar, me gustaría Colombia, dicen que sus paisajes son hermosos, un país rico en flora y fauna. Sin duda alguna un paraíso inigualable.

Mi alarma sonó sacándome de mis pensamientos y avisándome que era hora de empezar mi día. Mis mañanas los sábados no eran más que día entre familia y amigos en el club. Aparte las sabanas sintiendo el piso frio entrar por mis pies, terminando frente al espejo, me veía terrible, las ojeras más visibles por mi piel pálida y haciendo presencia las largas horas sin dormir, cepillé mi largo cabello negro, ese que había heredado de papá. Mire mi reflejo atentamente peleando contra mi propio ser, aparte la mirada saliendo del cuarto y estrellando la puerta detrás de mí bajando las escaleras a toda velocidad, intentando escapar de mis propios pensamientos.

—Miren quien despertó, mi princesa -dijo papá dándome un largo abrazo.

—Buenos días—les di una sonrisa que no me alcanzo a los ojos.

Extrañaba abrazarlo, sentirme segura, mis problemas desaparecían estando en brazos de mi persona favorita.

Me senté con ellos en el largo comedor que habitaba la sala y casualmente mi desayuno favorito se encontraba sobre la mesa; ellos sabían cómo me sentía, mi hambre por estar ocupada se los demostraba, pero él porque era lo único que no entendían.

Llevábamos diez minutos esperando a que mi hermano baje por las estúpidas escaleras y venga a desayunar. Algo que era inquebrantable en los Garden era desayunar juntos los fines de semana ya que a lo largo de esta era casi imposible estar todos en la mesa. Ya me estaba desesperando, que tanto hace que no baja.

— Me cansé – ofuscada me levanté de mi silla, dispuesta a ir por mi hermano y traerlo arrastrado si era necesario.

— Drea...-dijo papá

No lo escuché y fui directo a las escaleras; ni yo que soy mujer me demoro tanto en bajar a desayunar.

Me va a oír.

La habitación de mi hermano está en el tercer piso de la casa, eso quiere decir que estoy más enojada aún por tener que buscar al bebe de diecisiete años.

La puerta con el cartel de no molestar está frente a mí; no le vi importancia, ese cartel siempre estaba ahí, gire la manigueta a punto de entrar cuando los gemidos provenientes del interior me hicieron retroceder.

Por lo menos ya sabemos que tanto hacia

Pegue el oído a la puerta verificando que no son inventos de mi cabeza; de pronto estoy alucinando.

El sonido se volvió a escuchar con más fuerza y efectivamente no es así, el idiota de mi hermano estaba teniendo sexo en MI herencia, MI casa.

Ahora sí lo voy a matar, abrí la puerta de una patada, la chica que seguramente estaba encima de mi hermano se tapó un poco al escuchar el ruido.

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⏰ Last updated: Apr 01 ⏰

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Mi Inevitable Destrucción ©Where stories live. Discover now