8. Paso a paso.

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Lydia Salvatore:

Klaus estaba con los nervios de punta, su comportamiento había sido errático durante todo el día, el desayuno con Rebekah había sido un desastre y luego con la psicóloga, Camille, se había estado moviendo de un lado a otro, con demasiada energía como para poder permanecer en un solo lugar, pero lo más doloroso, fue que no me hablara, era como si me evitara.

Tal y como Camille se lo había dicho, pues me encontraba en la sesión que tuvieron juntos, estaba tan paranoico que no quería quitarme los ojos de encima por nada del mundo y él único motivo por el cual estaba hablando con ella era porque podía hacerla olvidar. La ansiedad con la que se movía me causaba tristeza, pero fue cuando me envió a encerrarme en nuestro cuarto por el resto del día para que él se fuera a hacer solo Dios sabía qué, exploté.

- ¡No soy tu maldita prisionera Klaus, soy tu novia, la madre de tu hija! – sin esperar una respuesta me dirigí hacia la biblioteca y ahí me encerré con un hechizo que le impidió la entrada.

Me encontraba tan furiosa por su falta de comunicación que él había levantado entre nosotros, así que decidí llamar a Damon para tratar de calmar mi furia.

- ¡Hey! ¿Cómo está la mamita Salvatore? – saludó de manera juguetona mi hermano mayor, no pude evitar sonreír al escucharlo.

- Bueno, luego de los múltiples secuestros y amenazas de muerte, me encuentro de maravilla.

- ¿Lo dices a broma o es en serio? – preguntó preocupado, mordí mi labio sintiéndome insegura, no sabía si compartir tal información con Damon, ese pensamiento fue borrado por la memoria de Klaus, parecía que me estaba pegando su paranoia.

- Han pasado muchas cosas, han sido cuatro meses locos – suspiré.

Me tardé un buen rato comunicándole absolutamente todo lo que había sucedido en los últimos cuatro meses que llevaba viviendo en Nueva Orleans con Klaus, no me interrumpió demasiado, pues estaba inmerso escuchándome, llevaba demasiado tiempo sin hablar con mis hermanos, cuando terminé de relatarle los sucesos de esta mañana, Damon soltó un largo silbido.

- Parece demasiado estrés para una mujer embarazada, ¿no crees? – me dejó ver.

- Lo sé, lo sé, pero ni Klaus ni yo tenemos la culpa y si somos honestos, habría sido lo mismo si me hubiera quedado en Mystic Falls – dije un poco a la defensiva.

- Mira cariño, no es a lo que me refiero, sé que habría sido lo mismo si te hubieras quedado aquí, probablemente peor, puesto que estabas número uno en la lista de Silas de personas para eliminar, pero las cosas ya se calmaron, Stefan se deshizo del cadáver milenario y todo está muy relajado por acá, siento que después de cuatro meses tan difíciles, mereces un poco de paz.

Me recosté en uno de los sillones que estaban en la biblioteca, mirando hacia el techo, ya era medio día y Klaus se había marchado, lo cual me dejaba completamente sola en la casa, salí de la habitación aún con el teléfono en la oreja, cuando llegué a la cocina, en el desayunador encontré comida tapada con una nota encima.

"Perdóname por estresarte, solucionaré todo lo antes posible para que podamos hablar calmadamente. Cuida de nuestro pequeño milagro, las amo.

- Klaus".

Sonreí enternecida, viendo como se había preocupado de que tuviera mi almuerzo antes de marcharse, la voz de Damon me sacó de mis pensamientos, recordándome que estaba hablando con él.

- Tierra a Lydia, ¿estas bien? – mencionó sonando un poco preocupado.

- Estoy bien, lo siento, fui a la cocina a buscar mi almuerzo – suspiré quitando la tapa de la taza y poniéndola en el microondas – Tienes razón, quiero hablar con Klaus, Nueva Orleans fue por mucho tiempo mi lugar favorito en el mundo, pero ya no se siente así.

Relatos del Presente - Klaus MikaelsonWhere stories live. Discover now