Prólogo

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Vera del Rey. Un pueblo pequeño, donde nunca pasa nada. Donde todos los días son iguales. O al menos, eso creía Ainhoa la primera vez que llegó allí, cuando tenía 17 años y veía el mundo con la inocencia propia de la edad. Pero nada es lo que parece, y Vera le descubrió un mundo nuevo, donde conoció gente increíble y vivió todo tipo de experiencias que acabaron con ella huyendo y con su corazón roto.

Pero eso ya da igual, es cosa del pasado. Quien llega ahora a Vera es una mujer de 31 años, madura, segura de sí misma y decidida.

Después de todo lo que ha vivido en Madrid en los últimos cambios necesitaba un cambio, y la llamada de Clara hace unos días le vino de perlas. No conoce mucho a la mujer, más allá de ser la madre de Sara, una de sus mejores amigas. Pero cuando hace 3 días le dijo que necesitaba una chef para llevar el restaurante de un hotel de 4 estrellas, no se lo pensó. Cogió las pocas cosas que quería conservar de Madrid, hizo las maletas, y se subió a su coche dispuesta a volver al lugar donde fue tan feliz con ella… Se pregunta si seguirá en el pueblo, aunque lo duda, tenía potencial de llegar tan lejos…

El tono de llamada de su móvil le saca de sus pensamientos.

– Dime, Clara.

– ¡Ainhoa! ¿Ya has llegado?

– Acabo de llegar. – dice Ainhoa riendo – Estoy en la plaza, delante del hotel, como quedamos.

– ¿Enserio? Pues no te veo… ah, espera, ¡ya te veo!

Clara le cuelga sin despedirse, y 5 segundos después rodea a Ainhoa con sus brazos.

– Hija, – dice sin soltarla – casi no te reconozco, ¡estás cambiadisima! 

– Pues tú sigues igual de amable, Clara.

– Es que de verdad, parece mentira… ¿Cuántos años han pasado? ¿Ocho? ¿Diez?

– Trece, en realidad…

– Madre mía, trece años… En serio Ainhoa, no sabes lo que me alegra que hayas querido volver ahora…

– Pero Clara – trata de interrumpirla.

– Que sí que sí, que ya se que te lo he dicho muchas veces estos días, pero te lo digo como es, que nos hemos quedado sin chef de golpe y nos has solucionado un marrón importante. – la mira sonriendo – Y además, se que a mi hija le hace una ilusión loca que vuelvas a estar cerca, así que estoy doblemente agradecida.

– Hablando de Sara, ¿está por aquí?

– Ahora está trabajando, pero seguro que esta tarde podréis veros. Bueno… ¿Estás preparada para conocer tu nueva cocina?

Clara la acompaña dentro del hotel, mientras le pone al día sobre quién es quién en el organigrama. Al poco, llegan a la puerta de la cocina.

– Pues ahí tienes la cocina. Tú ves entrando, que voy a ir un momento al despacho a buscar unos papeles que necesito y ahora vengo.

Se marcha con prisas, y Ainhoa al fin entra en la que será su nueva casa. Porque sí, para ella no hay mayor hogar que el calor de los fogones. Observa todos los detalles del lugar: la encimera de acero, los fogones, el horno… Sonríe, realmente este restaurante tiene mucho potencial.

Está distraída mirando los botes de especias, pensando en qué platos añadir al menú, cuando escucha ruidos de pasos. Se da media vuelta, y por un momento puede notar como se le para el corazón.

Acaba de entrar en la cocina la última persona a la que esperaba encontrarse en Vera.

Luz.

Y sigue tan jodidamente guapa como hace 13 años.

Ainhoa trata de encontrar las palabras que decir, pero antes de que le dé tiempo a reaccionar, la otra chica la ve y se detiene en seco.

– ¡¿Pero qué coño haces aquí?!

Por Una Miradaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن