XXIV

238 17 1
                                    

Día de la final

Sudor frío, nervios, miedo, presión, todo eso y mucho más es lo que se siente en este túnel.
Llegó el gran día y realmente no sé cómo es que estoy parado, tengo tanto miedo y tantas emociones juntas que realmente no entiendo cómo no me desmaye todavía.
Apenas entramos a la cancha trate de calmarme, hasta ahora las cosas iban con bastante calma aunque la tensión se sentía en el aire, algo sinceramente horrible.

El primer pitido dió inicio al partido, un partido que definitivamente iba a ser a todo o nada.
Teníamos que ganar, teníamos que darlo todo, por nosotros, por nuestro capitán, por los argentinos,  por la esperanza, por nuestras carreras y familias, por todo. Está era la oportunidad, y no podíamos perderla, era ese el momento, ese era el día de ser coronados de gloria.

Después de un primer tiempo complicado fuimos todos a los vestuarios para despabilarnos un poco. Al llegar vi que Nico estaba bastante cansado, bah, cansado no, como tenso. Decidí acercarme a él y sentarme a su lado en el banco.

–¿Estás bien Niky?– Pregunté suave mientras sobaba su espalda y él solamente suspiraba sacando sus manos de su rostro.

–No sé Licha, estoy muy nervioso y no sé, me duele un poco el cuerpo por los golpes.– Hizo un puchero y no aguante más, lo abracé y dejé muchos besos en su cabecita mientras acariciaba su espalda.

–Estoy muy orgulloso de vos, estás jugando muy bien, en serio, yo sé que vos podes, te tengo fé. Y tené cuidado de lastimarte, no quiero tener que cuidar a un Nico convaleciente.– Hablé solo para que él escuche y con lo último reí un poco, lo loco es que lo cuidaría aunque tenga una enfermedad mortal que sea súper contagiosa.

Después de que se cambien y Scaloni hable un poco todos volvieron a la cancha un poco más relajados.
El partido siguió y fue más difícil que antes, muchísimo más difícil que antes. De vez en cuando sentía la mirada de Nico sobre la mía pero no quería verlo, no por él, sino porque yo estaba muy preocupado por todo, y no quería que él se sienta mal, ya que eso no sería bueno para nadie.
Cuando llegamos a los noventa el árbitro agregó los minutos correspondientes y después... Sentimos como todo se venía abajo, no logramos desmarcar el desempate y nos fuimos al alargue.

Todos salieron desmotivados con rumbo al vestuario donde Scaloni habló nuevamente. Apenas terminó el tiempo de descanso los chicos volvieron a la cancha todos súper cansados pero dispuestos a dar lo que sea por esa copa.
Cuando entraron nuevamente a la cancha el ambiente era el triple de tenso que al inicio.
Después de un rato, Nico salió y vi que apenas llego donde estábamos nosotros se tiró al banco, quise ir con él pero justo ahí, justo en ese momento sentí que moría.

El Dibu había quedado mano a mano con Kolo Muani, sentí que no respiraba, o eso fue hasta que vi como nuestro héroe, la atajó y después el Cuti despejó.
Después de esa atajada vino el pitido final anunciando nuestra sentencia, los penales.

Y ahí, mientras Montiel caminaba hacia la pelota, fue cuando Argentina quedó en silencio, cuando el estadio espero con ansias para ver la definición de ese momento. Ese era el definitivo, aquello que marcaría una historia.

Y cuando esa pelota golpeó contra la red, Argentina se vistió de alegría, porque después de tantos años, la copa estaba en casa de nuevo.

Proyecto bebé Where stories live. Discover now