CAPÍTULO DOS

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HOSEOK ME había llamado de camino y se había disculpado por haberse llevado accidentalmente el teléfono equivocado. Se había llevado el móvil regular en lugar del teléfono satelital, por lo que la recepción era irregular en el mejor de los casos. No me pareció divertido.

—Lo hiciste a propósito —me quejé.

—Te juro que no —dijo él, riéndose—. Pero, por favor, no te preocupes. Estoy bajo tu protección. ¿Quién osaría tocarme?

Eso no me consolaba. Desde ese día, no había podido hablar con él. En realidad, no estaba preocupado, sino molesto por no haber sido más cuidadoso. Sin embargo, ni siquiera había tenido tiempo para preocuparme porque todo se arremolinaba a mi alrededor. Tenía suerte de que no se esperara que el recién nombrado semel-aten celebrara las Festividades del Valle hasta el segundo año de su reinado. De lo contrario, habría estado completamente jodido, ya que tendrían lugar en tres semanas. No tenía ni idea de cómo era posible que ya nos encontráramos en julio.

—Zanjin —dijo Yu Fei, poniéndose de pie cuando entré en la habitación. Seguía sin saber qué hacía en Langfang. Quizá era hora de que la forzara a decírmelo.

—¿Qué? —dije secamente, sintiendo que acababa de entrar en mitad de la conversación.

—Aún no hemos hablado sobre él.

—Primero que nada, ¿qué demonios haces en Langfang? ¿Acaso Pekín te resultó demasiado aburrido de repente?

—A eso iba. —Ella estaba irritada, pero intentaba no demostrarlo en su voz—. Y no, me encanta Pekín. Vine a hablar contigo sobre Zanjin. Yo...

—¿Qué hiciste con tus hijas? ¿Te deshiciste de ellas en algún lado?

Ella me fulminó con la mirada.

—Mis hijas están a salvo con mi madre y su tía, mi señor. Gracias por tu interés.

Gruñí.

—Ahora quieres hablar. No has querido ponerme al tanto de nada desde que llegaste.

—Lo sé, lo siento.

—Y ahora, después de días de silencio, quieres que el tema de nuestra conversación sea el hermano de tu difunto esposo.

—Sí, por favor.

—¿Por qué querría hablar sobre él?

—Porque debemos.

Gruñí.

—¿Por qué?

Después de seis meses, ya éramos amigos, por lo que, cuando estábamos a solas, a puerta cerrada, podía tratarla como quisiera. Ella había sido la esposa del semel anterior, su yareah, y yo la había salvado de perder su estatus después de matarlo en el box. Nombrarla mi mastaba, o señora de la casa, la puso a ella y a sus hijas bajo mi protección. Si yo no llegaba a tener hijos, los suyos serían mis herederos. Y aunque ella solo tenía dos niñas y ninguna de ellas podría ser semel-aten, a quien nombrara como mi sucesor las protegería entonces por ser mi progenie. Todo estaba bien ordenado, y tanto a ella como a mí nos gustaba así. Pero, en estos momentos, teníamos un problema, uno del que ella aparentemente ya estaba dispuesta a hablar.

—Debido a que Zanjin es el hermano de Ming Jing —dijo—, si pelea con Yoon Gi en el box y gana, cuando se convierta en maahes, tiene derecho a reclamarme. No te puedes rehusar, ya que su linaje da prioridad a su petición.

—No me estás diciendo nada nuevo, ya lo sabía —repliqué.

—No te estás tomando esto en serio —dijo—. ¿Dónde está tu sylvan? Él debe aconsejarte.

Destino 4 -  Saga CambiosWhere stories live. Discover now