01 | Odio y otras cosas.

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Shin Hati conoce la oscuridad, la conoce hasta los huesos. La siente suya y es tentadora casi todos los días, pero también la equilibra, le hace recordar la razón de porque es quién es y que verdad oculta detrás de sus acciones. Normalmente es en sus sueños que la oscuridad la atrapa: El odio, el miedo, el frío, todo la envuelve en un manto negro y así, en su estado más vulnerable, el lado oscuro la llama. Ella nunca responde. Por supuesto que no, es mejor que eso y sus principios son más fuertes también.

No es como si la idea del poder se vuelva más fácil de rechazar cada vez. Pero de nuevo, ella es más fuerte.

Y es que es bien sabido que el lado oscuro siempre intentará seducir a cualquiera, solo bastando el más mínimo indicio de desequilibrio para hacerlo. Y Shin Hati conoce la oscuridad, pero normalmente solo necesita respirar hondo para recordar quien es y tornar su luz y oscuridad en tonos distintos de grises. Todo se vuelve más llevadero entonces.

Todavía es difícil, por supuesto. Sus sueños siempre se tratan del odio, el miedo, de lo fácil que sería dejarse llevar y obtener poder, y que sus ojos se tornaran amarillos. De lo tan malditamente fácil que sería dejarse seducir por aquello que la mayoría temen (¿Le temerian entonces a ella también? La sola idea la hace sonreír). Es por eso, y tal vez porque en general Shin Hati jamás tendría un recuerdo tan luminoso como este, que un poco la sorprende cuando, una noche después de apuñalar a la aprendíz de Ahsoka Tano, Sabine Wren aparece en sus sueños.

Se encuentra paralizada mientras los pastizales altos de Lothal le hacen cosquillas en los dedos, el viento mueve su ropa y el sol le calienta agradablemente el rostro. A los lejos, escucha la risa de un niño. Bueno, un adolescente, pero suena lo suficientemente jovial como para decir que pertenece a un chico que aún es un niño en todos los aspectos importantes.

Un niño que no había experimentado la guerra de primera mano.

- ¡Vamos, apresurate! - Shin voltea lentamente hacia las voces, encontrándose con un chico de cabello azul y sonrisa fácil, pero Shin cree que en realidad la única forma de describirlo es jóven. Demasiado joven

Detrás de él una chica de armadura mandaloriana, apenas un poco mayor y más alta que el niño, se ríe mientras acomoda un bolso sobre su hombro.

- Será mejor que sea algo bueno, niño. - Dijo, y Shin pudo sentir su sonrisa incluso con el casco puesto. - Es demasiado temprano para ésto.

- ¡Lo será! Ya verás. - Insistió. - ¿Recuerdas esa caza estelar que robamos con Zeb? - Pregunto de repente, sonriendo con soberbia cuando la chica conecto los puntos.

- ¡No puede ser! - Jadeó, golpeando la espalda del niño con fuerza y casi tirándolo al suelo en el proceso. - ¿Lo conservaron? Estrellas, - Río, quitándose el casco. - esto será genial.

Y ahí esta. Sabine Wren, más aniñada de lo que recuerda, pero en esencia siendo el mismo intento de Padawan con la que lucho. No es que Shin no la haya reconocido antes, al contrario, cree que reconocería su voz y forma de moverse en cualquier lugar, incluso si está Sabine tenía una mirada más viva y pueril. Pero incluso entonces no puede evitar sorprenderse (un poco, solo un poco). La Sabine Wren que conoció tenía el cabello largo y ojos de alguien al borde de la desesperanza, ojos de una mujer que había visto (casi) todo lo malo en la galaxia.

Ojos de una superviviente.

Pero ahora era simplemente la versión de un niña que corre hacia un Tie imperial con latas de pintura en ambas mano. El niño la sigue de cerca, tomando una también y preguntando que podrían pintar.

- Deja que la fuerza te guíe, Ezra. - Sabine bromeó, agitando las latas, mirando con estrellas en los ojos al caza estelar. - ¿Que tal si empezamos con un poco de amarillo e improvisamos en el mientras?

El niño se alzó de hombros. - Tu eres la jefa. Y la artista.

Sabine río y Shin frunció el ceño mientras se sentaba en el suelo con las piernas cruzadas, sabiendo que probablemente estaría bastante tiempo ahí. Sabine reía mucho, notó. Al menos en esta visión, o recuerdo, o sea lo que sea lo que la fuerza intentaba mostrarle.

Tal vez reía tanto por la edad. Después de todo, no solo el niño, Ezra, era muy joven, sino que Sabine también lo era y quizás tenía algo que ver.

Suspiró y observó con aburrimiento a ambas almas jóvenes reír por cada mancha de pintura en la ropa mientras coloreaban tontamente el Tie, cuando de repente sintió una calidez invadirle el pecho, lo cuál no tuvo sentido, porque este recuerdo no era suyo.

Pero luego entendió que esos sentimientos (amor, familiaridad, afecto) eran todos de Sabine.

Shin resopló. Para alguien tan incompetente en la fuerza, sabia proyectar sus emociones como una niña sensible.

- ¿Qué piensas? - Ezra preguntó, dando algunos pasos hacía atrás, con la mejilla manchada de naranja.

Sabine sonrió radiante, caminando hacia el lado del niño antes de cruzarse de brazos y asentir para si misma. Luego miro a Ezra. - Es mí mejor trabajo hasta ahora. - Sonrió con malicia antes de pasar un brazos por los hombros del menor y comenzar a despeinar su cabello azul con brusquedad.

- ¡Sabine! - Se quejó él mientras se carcajeaba.

- ¡Buen trabajo, chico! Eres mejor pintando de lo que creí. - Río buenamente, por fin soltandolo. - Quizás te pida ayuda la próxima vez que pinte mí cuarto.

Y Shin Hati conocía la oscuridad, la mayoría de las noches ella la llama y es difícil rechazarla.

Pero por primera vez en años, Shin despertó sin odio en su pecho.

It feels like a kiss.Where stories live. Discover now