31. HERMANA MAYOR

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El orfanato estaba sumido en una tranquila penumbra mientras la noche avanzaba. Las niñas dormían en sus respectivas camas, cada una con sus pensamientos y sueños. Chloe, de once años, estaba sentada en su cama, totalmente absorbida por un libro que sostenía entre las manos. La tenue luz de una lámpara de mesa iluminaba las palabras impresas en las páginas.

De repente, la puerta de la habitación se abrió con un chirrido suave, y una pequeña figura de seis años, Eva, corrió hacia Chloe con los brazos abiertos. Su rostro iluminado por una sonrisa, sus ojos llenos de emoción.

—¡Chloe! ¡Chloe! —exclamó Eva mientras se acercaba, la inocencia de la infancia resplandecía en su expresión.

Chloe levantó la vista de su libro y miró a Eva con indiferencia, sin mostrar emoción.

—¿Qué pasa, Eva?

Eva dio un salto emocionado y abrazó a Chloe con fuerza, sus pequeños brazos rodearon el cuello de su hermana mayor.

—¡Conocí a una pareja! ¡Una pareja que quiere adoptarnos, Chloe! ¡Estoy tan feliz!

Chloe mantuvo su expresión imperturbable mientras Eva compartía su noticia emocionada. Miró a su hermana menor con una distancia emocional, sus palabras fueron secas y directas.

—Eso es genial para ti, Eva.

Eva, aún emocionada y esperanzada, buscó la aprobación de Chloe.

—¿No te alegras, Chloe? ¡Podríamos tener una familia!

—Nunca habrá alguien como nuestra madre. Nadie puede reemplazarla —suspiró Chloe, retirando los brazos de Eva de su cuello.

Eva miró a Chloe con tristeza, sus ojos llenos de confusión. No entendía completamente la reticencia de su hermana mayor a aceptar la posibilidad de una nueva familia.

—Pero Chloe, mamá ya no está aquí. Necesitamos a alguien que cuide de nosotras.

Chloe guardó silencio por un momento, mirando a su hermana menor con una mezcla de nostalgia y pesar.

—Lo sé, Eva. Pero eso no significa que debamos conformarnos con cualquier cosa.

Eva bajó la mirada, sintiéndose abrumada por la responsabilidad que parecía recaer sobre sus jóvenes hombros. Chloe, a pesar de su indiferencia, había sido su ancla durante todos esos años en el orfanato. Pero ahora, la perspectiva de una nueva vida y una familia adoptiva planteaba preguntas que no tenían respuestas.

La habitación volvió a sumirse en el silencio mientras las dos hermanas se perdían en sus pensamientos, cada una con sus sentimientos y recuerdos personales sobre la madre que habían perdido y las posibilidades que el futuro les ofrecía.

La mañana siguiente, la suave luz del amanecer se filtraba a través de las cortinas de la habitación en el orfanato. Chloe estaba sentada en su cama, perdida en sus pensamientos, cuando la puerta se abrió con cuidado y una trabajadora social, Martha, entró en la habitación.

Martha miró a Chloe con una expresión cálida, consciente de que esta conversación sería difícil.

—Buenos días, Chloe. ¿Cómo dormiste?

—Bien. —Chloe asintió ligeramente sin mirar a Martha directamente.

Martha avanzó hacia la cama de Chloe y se sentó con cuidado.

—Tengo algo importante que discutir contigo. Hay una pareja, los Belle, que están interesados en conocerte. Han estado platicando con Eva y Lucía esta mañana. Les han caído muy bien.

Chloe se volvió aún más indiferente, sus ojos permanecían fijos en el suelo.

—No me importa.

Martha suspiró suavemente, sabiendo que enfrentaría resistencia.

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