IV

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Cuerpo sin huesos






No se quien soy, no se lo que soy Supongo que no soy nadie, en realidad ya no pretendo ser nadie, yo sólo quería ser suyo, y ahora que me ha dejado, que todo lo me ha arrebatado no me queda nada más. ¿Que rumbo podría tomar?

Que se haya ido parece tan redundante y me remoja hasta las vértebras en una caldosa murria en la que yo no tengo voz,¿a donde te has marchado? ¿Quién si ha podido llenar tus expectativas?

Aún te extraño, aún te deseo, aún me gustas, aún te amo. De los recovecos de mi mente resurgen las polvorosas memorias tuyas; de tus ojos marrones, de tu pelo lacio y corto, de la suavidad de tu piel, de tus delicadas manos y hasta del largo de tus uñas que se aferraban a mi espalda cuando te entregabas a mi, o... quizás era yo quien me entregaba en bandeja de plata a tus pies, y tu solo accedías a tenerme porque yo casi te rogaba para que me aceptaras.

La amo, la amo en un idioma carnal que se vuelve visceral, encajábamos como rompecabezas con piezas de iman para que no quedara un solo hueco entre sí, ¿acaso me habrá mentido solo para tenerme? ¿Habrán sido mentira sus besos? Quizás jamás tenga respuesta, como una reliquia que no tiene un porqué a la hora de hacer su investigación.

¿Acaso tú no me extrañas? ¿Qué cara habrás puesto? el primer día que no me viste el asiento del piloto mientras ponía tu estación de radio favorita, supongo que no interesa, supongo que no te interesa mas, pues se de sobra que a quien querías de acompañante era a Kakashi, y que querías que yo solo fuera el chofer.

—¡Mierda! —maldije, no me percaté de la fuerza con la que tome el pequeño vaso, hasta que sentí la mezcolanza del líquido caliente proveniente del vidrio junto a la de mi piel resbalando en cascada entre la aspereza de mis dedos.
Realmente no me importaba mojarme, nada me importa desde que ella se fue.

—Obito — escuche casi en un melódico suspiro mi nombre, y al instante giré mi rostro, Arrebatándome de mis pensamientos. —Creí que no te vería de nuevo bebiendo —continuo; ahí estaba el deseo en cuerpo vertebrado, la rubia de zafiros  acercándose sigilosamente, como una gata en la penumbra de la noche, solo un que está siempre cae de pie.

—No sera que pensaste que jamas me volverias a ver? —conteste, lo deje desde que Rin me lo pidió y sonreí un segundo, al recordar el perro faldero en el adoptaba forma cuando estaba con ella, y devolví mi mirada a mi manos empapadas.

Si no la conociera lo suficiente jamas hubiese adivinado sus movimientos, como por ejemplo que ahora mismo me sonreía coqueta e irreverente.

Escuche el chirrido del banquillo arrastrándose en la duela de madera oscura, y en automático senti la presencia de su cuerpo cerca del mio. La luz que envolvía al bar la bañaba en un dorado exquisito, como si fuese hecho exclusivamente a su imagen. Me miraba fijamente, con sus largas y atercipeladas piernas cruzadas, lo cual me hizo remontarme al origen de nuestros tiempos y podía recordar un cuerpo salino pero jamas una conversación.

—Mira que desastre —se inclino ligeramente hacia delante tomando mi mano entre las suyas. —Siempre tan impulsivo, ahora que te tiene de malhumor? —alargo la ultima frase, insidiosa, molestándome, como siempre me llevaba al limite, pero ahora mismo no tenia ánimos de hablar con nadie, mucho menos con ella.

—Ino —inhale profundo, soltándome discretamente de su tacto. —No esperas a alguien? —me reincorpore en mi silla, enpinando ahora la botella que servia en el destruido cristal.

—Tenia ganas de salir, queria saber si volvería a encontrar una compañía tan buena como la tuya —se encogio sutil de hombros, aqui mismo fue donde ella y yo nos conocimos, lla jauría de hombres acechaba a su presa, pero yo no la corteje, era despampanante, su cuerpo de sirena era irreal, y aun asi ella decidió acercarse a este simple hombre, y ahora que la tengo de frente, de nuevo me replanteo en que si ella fuese de quien yo me enamore perdida y descontrolada mente no estaría aquí, no estaría aquí sentado con una herida latente, escurriendo la sangre que la ama vehemente, despreocupado del presente y del futuro, sin buscar querer cobrar la deuda que tiene con mi amor.
Estaría descansando, con la mujer que parece modelo a mi lado, quizás succionando el néctar de sus labios o acariciando El Oro que lleva por Cabello, estaría haciendo cualquier otra cosa que no estuviera hiriendo mi corazón, pero la vida me puso en el camino a la inexorable castaña que apenas se fue arrasó como el mar con todo a su paso, drenando en la caja que llevaba mi alma por nombre.

—Buena suerte en ello. —tajantemente voltee a otro lado, mi cabeza creía que si la ignoraba ella se iría, pero eso no es Ino Yamanaka, ella es aferrada y terca, por supuesto que mi actitud fue en vano.

Ella me miro por unos segundos antes de responder.

—¿Sabes? Jamás me ha gustado beber sola. — acomodó su cabello hacia atrás, incitándome a hacer lo que ella quiere, se lo que ella quiere. Así que con un gesto pedí un vaso para la señorita que estaba sentada a mi lado.

-



Sirena vestida de saliva y sal, se enrosca y desenrosca al tacto de la yema de mis dedos, mientras subo por las montañas de su cuerpo enterrándose en las impolutas sabanas de su recámara, donde resurgían desde las cenizas de nuestras acaloradas noches, tome su velo cadavérico entre mis brazos, fundiéndonos en un beso, en un ser, mientras su cuerpo brillaba sediento, hirviendo, terminando con lo esperado.

Nos separamos y ella sujeto entre sus cansados y huesudos dedos un cigarrillo, mientras yo me levantaba para colocarme los pantalones.

—Quédate, quédate esta noche a mi lado. —me hablo en un suave tono, con esas esmeraldas que te hipnotizan como si de la mismísima medusa se tratase. —Rin no va a volver y yo estoy esperando por ti.  —Finalizó encendiendo la hoguera de mis pesadillas.

Me recosté a su lado, intentando calentar un poco mi gélido corazón, en unos brazos de porcelana caliente que buscaban consolarme y atraparme, y yo en mi ofuscamiento quería tapar el espejismo de tu recuerdo, con otro manto, y acurruqué en su agarre que no me soltaba y que yo en el fondo no quería que lo hiciese.

Estaba acompañado cuando te rememoré, porque si estuviese solo, lloraría, atragantado, vomitando los míseros restos de tu amor.







Gracias de verdad por leer.

MÁSCARA | UCHIHA OBITOWhere stories live. Discover now