Día 28

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Haciendo algo ridículo.

Era un día tranquilo en el Santuario Submarino. Degel de Acuario y Kardia de Escorpio disfrutaban de su tiempo juntos, explorando los rincones del majestuoso lugar. La curiosidad de Degel a veces lo llevaba a aventurarse en lugares inexplorados, y este día no fue la excepción.

Mientras caminaban por un pasillo poco transitado, Degel notó una extraña caja de madera en el suelo. Era pequeña pero parecía inusual. Su curiosidad le hizo agacharse y examinarla más de cerca. Sin embargo, al tocarla, algo extraño sucedió. La caja se cerró de golpe, atrapando a Degel dentro.

-¡Kardia! ¡Ayuda! -Gritó Degel, sorprendido por lo rápido que había quedado atrapado.

Kardia se giró y miró la caja, con una ceja alzada. -Degel, ¿qué has hecho ahora?

Degel intentó abrir la caja, pero estaba sellada con magia. Desesperado, comenzó a gritar y cantar a todo pulmón, tratando de llamar la atención de Kardia.

-¡Kardia, no me dejes aquí atrapado! ¡Por favor, sácame de esta caja!

Kardia observó con asombro mientras Degel cantaba y cantaba, tratando de encontrar una forma de salir de su encierro. Pero no pudo evitar que una risa se escapara de sus labios. La expresión de Degel era tan desesperada que era casi cómica.

-Degel, ¡deja de hacer el ridículo! -Kardia rió mientras Degel continuaba cantando.

Sin embargo, mientras Kardia seguía riéndose, no se dio cuenta de que había activado otra trampa idéntica. Cayó en la misma caja que atrapó a Degel, y su risa se convirtió en un grito de sorpresa. La caja se cerró de golpe, dejando a ambos Santos de Oro atrapados.

La situación era tan absurda que Degel y Kardia se miraron el uno al otro, incrédulos, antes de comenzar a gritar en busca de ayuda.

-¡Dioses, por favor, ayúdennos! -Gritaron al unísono.

Los dioses del Santuario Submarino no pudieron evitar escuchar los gritos de los dos Santos de Oro. Sin embargo, en lugar de liberarlos de inmediato, los dioses se sintieron molestos por el alboroto.

Finalmente, una voz divina resonó en sus cabezas. -¡Basta! ¡Cálmense!

Degel y Kardia se quedaron en silencio, asustados y sorprendidos. La voz divina continuó. -¿Realmente piensan que es necesario gritar y cantar de esa manera?

Los dos Santos de Oro se sintieron avergonzados y asintieron. -Lo siento. -dijeron al unísono.

Después de un breve momento, las cajas se abrieron, liberando a Degel y Kardia. Los dioses del Santuario Submarino habían cedido ante la hilarante situación y los liberaron.

Degel y Kardia, una vez fuera de las trampas, estallaron en risas. La tensión se disipó y los dos se miraron con cariño, compartiendo una conexión única por haber pasado por esa experiencia juntos.

-Supongo que hemos aprendido una lección, ¿verdad? -Degel dijo, sonriendo.

Kardia asintió. -Sí, no deberíamos ser tan curiosos... o al menos no gritar y cantar cuando estemos atrapados.

Ambos rieron y se besaron entre risas, agradecidos por estar juntos y por la complicidad que compartían. La aventura inesperada no solo los hizo reír, sino que también fortaleció su amor y vínculo en el Santuario Submarino. 

30 días con Kardia y Degel. <TERMINADA>Where stories live. Discover now