Capítulo 4.- Una familia para un demonio

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Disclaimer: Los personajes de Good Omens no me pertenecen, sino a Neil Gaiman y Terry Pratchett, a la BBC y Amazon. Este fanfic lo hice solo y únicamente como diversión.

Personajes: Crowley/Aziraphale, Crowley/OC

Aclaraciones y advertencia: Angustia, intento de suicidio, romance, depresión y lo que se me ocurra con la marcha

Beta Reader:

Resumen: Aziraphale se fue, ¿queda para Crowley?

—f

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Y si te digo adiós...

Capítulo 4.- Una familia para un demonio

La firma de autógrafos fue un éxito, al menos en cuanto números se trataba; si le preguntaban a AJ, personalmente diría que fue un fiasco y todo gracias al Sr. "el cielo es mejor que nuestra amistad de 6 mil años" que se le ocurrió importunar a Crowley y hacer que se encerrara en sí mismo nuevamente.

AJ conocía la historia a grandes rasgos «el demonio en verdad se le soltaba la lengua cuando estaba borracho». Sabía lo que el cielo le hizo por hacer unas cuantas preguntas «¿No se supone que Dios era todo amor?». El Anticristo, el no apocalipsis, ser considerados traidores; todo ese camino recorrido lo hicieron juntos, él y Aziraphale.

Sufrieron juntos, se apoyaron y se hicieron compañía...

Entonces, ¿por qué dejar a alguien que fue incondicional para regresar a un lugar que quiso matarte?

No lo entendía, simplemente no.

Independientemente del tiempo que se conocían y todas sus desventuras, ¿cómo alguien podría dejar a un ser tan maravilloso como lo era Crowley? AJ se había pasado la vida buscando a una persona que lo amara, incluyendo sus defectos, pero nunca tuvo suerte, y ese ángel idiota desechaba ese precioso regalo como si fuese basura.

AJ sabía que no era su asunto, que no debía serlo; Crowley ya era un niño grande (o demonio), podía encargarse de sus problemas, pero por supuesto, como su amigo, estaba preocupado por él y su bienestar.

Regresaron a casa en silencio. Crowley entró a la cocina, tomó un par de botellas y antes de desaparecer por el pasillo que daba a su habitación miró a AJ por sobre su hombro.

—Iré contigo —no necesitó preguntar a qué se refería, lo sabía bien.

El humano lo vio alejarse. Tomó su teléfono para realizar un pedido rápido. Tenía la sospecha que Crowley se iba a terminar todas sus reservas de alcohol y quería estar seguro que tuviera suficientes.

Si fuese un humano normal, AJ se preocuparía por la salud de su amigo, pero siendo un ser sobrenatural, no enfermaba como los humanos, ¿verdad?

«Pero se enamora como cualquier mortal».

La vida... el Universo o Dios, eran en verdad... inefables. Se supone que los demonios eran seres malvados, crueles y sedientos de almas humanas para torturarlas; y ahí estaba Crowley, la serpiente del Edén, el causante del pecado original, sufriendo por el rechazo del amor de su existencia, un ángel de entre todas las criaturas.

¿Ese era parte de su castigo por caer? Que Dios más cruel...

...

Llegó el día. El barco era enorme, uno de los más grandes y lujosos que existían. Su camarote sin duda era más espacioso que su piso, con un ventanal y una terraza, tenía dos habitaciones en la planta alta, en la baja se encontraba la sala, comedor y una pequeña zona de juegos. Ailsa había hecho un excelente trabajo.

Y si te digo adiós...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora