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-¿Rosé?- Jennie se acercó al mostrador, sin embargo sólo podía ver una cabeza castaña escondida detrás de el. -Rosé, ya sé que estás ahí.-
-¡Soy Nayeon!- trató de imitar la voz de su compañera.
-¿Yo qué?- apareció a un lado de Jennie.
-Nada, está bien, soy Rosé.- murmuró intranquila saliendo de su escondite. -Podés seguir en lo tuyo.-
-¿Ustedes... necesitan hablar?-
-Sí.-
-¡No!- y volvió a agacharse.
-Rosé, está bien, te cubro.- dijo Nayeon pasando a su lado. -Hablen afuera.-
-Bueno.- asintió Rosé, pasando cabizbaja por el costado de Jennie.
-Acá está lo mío.- la castaña sacó los billetes de su bolsillo y se los dejó a Nayeon, quien le sonrió antes de dejarla ir.
Una vez afuera, Rosé se quedó parada debajo de un árbol. La sombra venía bien en esos días de calor.
Jennie no sabía cómo empezar la conversación. No sabía nada de Rosé, no la conocía ni había sentido interés en ella antes.
Algo tonto de su parte, pues la chica era muy bonita, tenía una voz suave y le gustaba mucho lo tímida que se volvía a su alrededor.
Rosé era un caso un poco desordenado.
Tenía miedo de que le rompiera el corazón ahí mismo, que le dijera que no estaba interesada y que le pusiera fin a sus sentimientos.
-Perdón.- dijo la menor.
Jennie ladeó la cabeza. -¿Por?-
-Esto... no se supone que debías saber. Era un secreto.-
-¿Saber qué?-
-Que... que...- su boca se sentía seca de repente. -Nada.-
-Rosé, sos muy linda, ¿lo sabías?-
¿La increíblemente seria y aparentemente mala chica de la escuela estaba diciendo que es linda? ¡Rosé sentía dolor en el corazón! Quería gritar de emoción. La primera vez que le habla y es la primera vez que le dice algo como eso.
-¿Tenés calor? Estás muy roja.-
-Sí.-
-¿Sí, qué?-
-No.-
-Rosé, ¿estás bien?-
Tenía que ponerse bien rápido o la iba a asustar de verdad. Rosé parpadeó un par de veces y dejó salir un suspiro. No seas rara, se dijo.
-¿Querés salir conmigo el 14 de febrero?-
¡Qué genia!
Jennie soltó una risa nerviosa, al principio no entendió muy bien porque habló muy rápido. Hasta que comenzó a darse cuenta poco a poco.
-Ahh, ¿no es la semana que viene?-
-Sí.-
-Bueno.- aceptó sin agregar nada más.
-¿Bueno?-
-Bueno, sí.- asintió. -Salgamos.-
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