OCHO: Hermosa

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Canción del capítulo: Skyline por Khalid

Hugo prende el auto y comienza a manejar

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Hugo prende el auto y comienza a manejar. Es la segunda vez que me subo en él, y me gusta bastante. Es un Jeep pequeño, no sé de qué año, pero se siente muy cómodo, a pesar de ser todo terreno. Cuando era chiquita, jugaba con uno rojo, igualito a este, con mis muñecos del Playmobil.

Vamos a la mitad del camino, cuando Hugo se carga hacia la banqueta, y se estaciona.

—No puedo seguir adelante hasta que te haga una pregunta —dice, algo serio, volteando hacia mí.

—¿Sí? —me muevo en el asiento, de repente, algo incómoda.

—¿Qué querías decir cuando dijiste que querías estar a la altura?

Ay no. Yo y mi bocota. De entrada, no sé ni porqué lo dije. O sea, se me salió.

Me muerdo el labio.

—No era nada importante —balbuceo en un tono bajo.

—No, no, creo que sí lo es —presiona.

—Fue una tontería, no debí decirlo.

Hugo pone una mano sobre mi rodilla, y me veo obligada a levantar la mirada.

—¿Qué querías decir, Sofi?

Dejo salir un suspiro y miro hacia el frente, porque me muero de la vergüenza.

—O sea, que tú eres un chico que seguro tiene muchísimo pegue... y yo... no.

Trago saliva. El silencio reina en el auto por unos segundos, que se me hacen eternos.

—Sofi —empieza Hugo, levantando la mano de mi rodilla, para tomar mi barbilla y obligarme verlo—, no sé de dónde sacaste esa idea de la cabeza, pero eres la chica más hermosa que he conocido en mi vida. Y el único que tiene que sentirse que tiene que estar a la altura, soy yo, no tú. —Señala hacia su atuendo—. O sea, mírame, yo vengo de jeans y tú estás despampanante en vestido, ni siquiera hay comparación.

Veo la sinceridad en sus ojos, y aunque mi pulso comienza a acelerarse, no puedo dejar de pensar que Alex, por ejemplo, jamás se fijó en mí como algo más. Está bien, pero eso, aunado a mis propias inseguridades, siempre me ha hecho sentir que soy promedio.

—Ya sé qué quiero de premio —dice, mientras su pulgar se mueve lenta y suavemente sobre mi mejilla.

—¿Qué quieres? —pregunto con un hilo de voz.

—Quiero decirte hermosa. Todos los días. Todo el tiempo. Hasta que te des cuenta de que lo eres, y nadie te lo tenga que decir para que lo creas.

Mi boca se siente seca, mi corazón está bombeando fuertemente dentro de mi pecho, y no puedo dejar de sentir algo con sus caricias, con la manera en la que me está mirando, tan profundo, tan intenso, tan... sincero.

Convenio sin acuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora