Seis

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Había pasado más de una semana desde que Cristian y Lisandro habían decidido abandonar la discordia y comenzar a llevarse mejor. Para sorpresa de todos, el dúo avanzaba rápidamente con el caso en el que estaban trabajando, a la vez que comenzaron a compartir más momentos juntos sin la necesidad de terminar cada jornada a punto de matarse mutuamente. De hecho, su relación mejoraba día a día.

Desde que el teñido lo había rechazado nuevamente negando sentirse atraído por los hombres, Cristian no volvió a insistir, pero se estaba acercando peligrosamente a su compañero Giovani. Éste no paraba de coquetear con el moreno, a veces de forma sutil, otras veces con comentarios demasiado evidentes, cosa que fastidiaba completamente a Lisandro y no lo podía disimular. Sin embargo, él seguía tratando de convencerse de que lo que había estado sintiendo por Cristian no era más que una confusión pasajera, pero algo ocurrió que volvió a llenarlo de dudas.

-Perdón, ¿puedo pasar? -luego de golpear suavemente, Giovani abrió la puerta de la oficina que Cristian y Lisandro compartían.

-Ya pasaste -el teñido no podía evitar sonar hostil al dirigirse al castaño. Últimamente los molestaba más de lo que le gustaría.

-No seas así, Licha -Cristian le golpeó suavemente el hombro al pasar hacia la puerta- ¿qué pasó, Gio?

-No es nada, Cris. Era solamente para saber si al final venís esta noche -le preguntó con una sonrisa que a Lisandro le pareció ridícula.

Gio. Cris. Todo en esa conversación le parecía desagradable. Sin poder evitarlo, sintió una punzada de celos en el estómago. ¿Cristian estaba haciendo planes con el imbécil ese? Imposible.

-Sí, obvio. Nos encontramos a la salida -al escuchar la respuesta del moreno, Lisandro apretó los puños conteniendo su bronca. Lo hizo tan fuerte que se clavó las uñas en las palmas de sus manos.

El castaño salió, cerrando la puerta y dejándolos nuevamente a solas.

-¿Qué te pasa con Gio, Lisandro? -el moreno le preguntó sin rodeos, dejándolo completamente descolocado. Al parecer, el odio con el que había estado observando la escena no le pasó desapercibido.

-¿Qué? -fingió no comprender la pregunta -Nada, ¿qué me va a pasar? ¿A vos te pasa algo con él?

Cristian soltó una risita, desconcertando aún más a Lisandro. Él jamás había sentido celos por nadie en su vida, sabía que cuando se trataba de las mujeres no había hombre capaz de competir con él. Pero con Cristian era diferente, no tenía esa seguridad. Y la simple idea de imaginarlo con otro hombre le revolvía el estómago, pero de celos.

-Si no te pasa nada transmitíselo a tu cara... -lo provocó tal como solía hacerlo cuando vivían discutiendo -esta noche cuando terminemos de trabajar vamos a ir con Gio y algunos más a un bar. Quedé en confirmarle si iba a ir o no, por eso me vino a preguntar.

-Está bien, Cristian, no tenés que darme explicaciones -Lisandro revoleó los ojos con fastidio. No quería ponerse paranoico, pero el moreno había evadido su pregunta: no había respondido qué le pasaba con su compañero.

-¿Vos venís?

-Ya tengo planes -mintió, fingiendo desinterés- además, nadie me invitó.

-Te estoy invitando yo. Pero si tenés planes no pasa nada.

Durante el resto de la jornada apenas se dirigieron la palabra. Aunque no era su intención, no podía evitar volver a su postura hostil. Todo en la situación lo fastidiaba: que sus compañeros no lo incluyeran en sus planes, que Giovani coqueteara abiertamente con Cristian como si él no existiera, que Cristian se diera cuenta de su malestar... no estaba seguro de si había sido tan buena idea intentar mejorar su relación.

...

-Hasta el lunes, Lisandro -al terminar la jornada Cristian lo saludó casi sin mirarlo, saliendo de la oficina.

El teñido se sentía atrapado: podía aceptar su invitación e intentar impedir que se acercara más a Giovani, o podía mantener su postura de desinterés y quedarse imaginando escenarios entre ellos que sólo servirían para alimentar el fuego de sus celos.

-¡Esperá, Cris! -lo frenó, saliendo tras él- voy con ustedes.

Aunque no lo alcanzó a ver, en el rostro del moreno se dibujó una sonrisa de satisfacción.

-¿No tenías planes?

-Se cancelaron -nuevamente, mintió -además... no podía rechazar tu invitación.

Al llegar al lugar se ubicaron en la mesa reservada a nombre de Giovani, quién al parecer no contaba con la presencia de Lisandro y no dudaba en hacérselo notar.

-Pensé que no venías -le dijo con tono cortante y sin mirarlo, mientras escaneaba el código QR para examinar el menú - nunca antes te habías juntado con nosotros.

-No podía rechazar la invitación de Cristian -sin dejarse afectar por el comentario, el teñido decidió redoblar la apuesta.

Además de ellos tres, también estaban presentes Julián, Paulo y Leandro, que trabajaban juntos hacía ya bastante tiempo, aunque Lisandro apenas los frecuentaba por fuera de lo estrictamente laboral.

-Bueno, Cuti... recién empezás a trabajar con nosotros y ya los tenés peleando por vos -Paulo le palmeó la espalda.

Se hizo un silencio incómodo en el que nadie se animó a responder. Si bien estaba claro que era una broma, sus compañeros conocían la tendencia que tenía Lisandro a mostrarse siempre rozando el límite de la homofobia. Fue Julián quién observaba la situación con verdadera curiosidad, como si intentara terminar de comprender lo que verdaderamente ocurría.

-Es que, según Lionel, Cristian es nuestro defensor estrella. Es lógico que ambos quieran tenerlo en su equipo -finalmente el cordobés rompió el silencio, lanzándole una mirada cómplice a Lisandro.

...

A medida que avanzaba la noche, Lisandro se sentía más y más cómodo en compañía de sus compañeros. Conversando con ellos descubrió que tenían más cosas en común de las que pensaba, aunque claro... todo hubiera sido mejor sin la molesta presencia de Giovani. Parecía que siempre se las ingeniaba para contradecirlo y para lanzarle alguna indirecta (y otras bastante directas) a Cristian. Si bien el moreno no parecía devolverle los cumplidos, se notaba que disfrutaba de su coqueteo.

-¿Querés que te lleve a tu casa, Cris? -el castaño se acercó provocativamente a él, sin ningún tipo de vergüenza. Leandro y Paulo abrieron los ojos como platos, pero Julián no parecía sorprendido.

-No. Yo lo llevo -Lisandro se adelantó. No iba a permitir que se saliera con la suya.

-¿Y si nos llevan a nosotros? Pauli apenas se puede mover -bromeó Leandro, intentando aliviar la tensión que comenzaba a formarse entre el trío.

-Ya me pedí un Uber -el moreno chequeó su celular, siguiendo el recorrido en la aplicación -si quieren lo compartimos.

-Juli, ¿querés que te lleve? -Lisandro se ofreció, ignorando cómo el moreno lo había rechazado.

-Te agradezco, licha -respondió amablemente el cordobés -me están por pasar a buscar.

Justo cuando estaba por irse, una voz femenina que apenas logró reconocer lo llamó a los gritos, metiéndose en el medio en el grupo sin ningún pudor.

-¡Lisi! -la chica lo saludó con un beso en la mejilla- ¿cómo estás tanto tiempo?

Lisandro apenas recordaba su nombre. Le sonaba vagamente su rostro, hacía algún tiempo había tenido sexo con ella. Eso era lo que necesitaba en ese momento: tener sexo con una mujer, irse con ella delante de todos para terminar de disipar cualquier duda que tuvieran sus compañeros sobre su masculinidad.

-¡Hola, reina! -le devolvió el saludo mirando de reojo a Cristian, con toda la intención de devolverle un poco de los celos que le había provocado durante todo el día con el imbécil de Giovani -¿qué te parece si nos vamos de acá?

Pero nada de eso le sirvió, porque después de haberse ido con ella al hotel más cercano, en el momento en el que llegaba al clímax de placer fue la cara de Cristian la que se apareció en su mente. 

Burning Desire (Cuti x Licha AU)Where stories live. Discover now