Veinte

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Lisandro caminó las cuadras que lo separaban de la estación de subte más cercana con rapidez, ya que la noche estaba bastante fría y él no había elegido bien su abrigo. Además de eso, el cielo estaba amenazante: pronto se vendría una tormenta, justo el día que él había decidido salir sin su auto. La respuesta de Cristian no tardó en llegar:

-Querés venir a casa?
-Estoy cocinando algo rico

Inconscientemente cerró los ojos por un instante y sonrió, aliviado por la respuesta. En el fondo aún temía que Cristian lo rechazara. Tipeó con nerviosismo la respuesta mientras bajaba las escaleras hacia la estación de subte:

-Yendoooo

Quiso sonar casual, como si no sintiera en el estómago un nudo de nervios al pensar en que tendría una cita con el hombre del que estaba enamorándose. En el camino no dejó de imaginar los posibles escenarios de lo que les depararía esa noche, un encuentro con el que había soñado durante meses y que hacía apenas un par de semanas le parecía imposible de lograr. Se dio cuenta de que no podría caer con las manos vacías, así que antes de llegar a destino compró una botella de vino, la bebida perfecta para la ocasión.

Justo cuando estaba a pocas cuadras de llegar a destino sintió cómo las gotas de lluvia comenzaban a caer lentamente, dando paso al fuerte chaparrón que hacía rato se estaba haciendo esperar. Sin embargo, eso no le molestó. Sentía en su pecho una extraña y desconocida sensación de libertad, a pesar de los nervios. Pero, aunque quiso no preocuparse por la lluvia, llegó al edificio donde vivía Cristian empapado y tiritando de frío.

-¡Hola! -Cristian lo abrazó cariñosamente al abrirle la puerta -boludo, te re empapaste.

-¡No me digas! -Lisandro sonrió irónicamente -traje esto -le extendió la botella de vino que había protegido durante todo el camino dentro de su campera para que no se le resbalara.

Subieron hasta el décimo piso donde vivía Cristian en silencio, ya que además de ellos se encontraban dentro varias personas más. Lisandro notó, ruborizado, cómo el moreno lo miraba de reojo y sonreía.

-Ahora te das una ducha y te presto ropa seca, sino te vas a enfermar -el moreno le dijo con actitud protectora, mientras abría la puerta de su departamento.

-No pasa nada, no me voy a enfermar -Lisandro minimizó la situación, aunque a decir verdad estaba tiritando de frío y empapado.

-No seas tan cabeza dura, Lisandro -Cristian le dijo desde su habitación, mientras rebuscaba en su placard alguna prenda que pudiera quedarle bien -de paso aprovecho a terminar de preparar la cena.

El olor a comida casera inundaba todo el lugar, provocando que a Lisandro le rugiera el estómago de hambre. No quiso ser entrometido y prefirió no preguntar cuál sería el plato que estaba cocinando, así se dejaría sorprender.

-Tomá -Cristian se acercó a él extendiéndole un toallón, una remera y un pantalón deportivo -te acordás dónde queda el baño, ¿no?

Lisandro asintió. ¿Cómo no lo iba a recordar? Si allí habían estado a punto de pasar tantas cosas...

Para cuando salió de la ducha pudo escuchar cómo el chaparrón se había convertido en un diluvio. Empezaba a preocuparse de cómo volvería a su casa, pero prefirió no pensar en eso y limitarse a disfrutar de la situación. Se puso la remera y el pantalón que le había prestado Cristian y se peinó los cabellos húmedos con la mano sin preocuparse demasiado por su apariencia. Después de todo, la imagen que le devolvía el espejo lo tranquilizaba: ya no parecía un chico asustado preso de sus miedos, sino que parecía... un hombre feliz.

Burning Desire (Cuti x Licha AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora