Veinticinco

281 37 45
                                    


El suelo daba vueltas peligrosamente bajo sus pies, dándole la sensación de que las piernas le flaqueaban, incapaces de sostener el peso de su cuerpo. La vista se le nublaba, la garganta se le cerraba poco a poco y una opresión en el pecho (que hace días venía incrementándose) amenazaba con sofocarlo. Fue vagamente consciente de que a su alrededor sus amigos y su novio lo miraban con preocupación, pero no alcanzaba a oír lo que decían ya que un zumbido insoportable lo había dejado prácticamente sordo. Intentó apoyarse en la pared inútilmente, ya que no tenía fuerzas ni para eso.

-Mi amor, ¿estás bien? -distinguió la voz de Cristian, que, a pesar de estar al lado suyo, lo sentía a miles de kilómetros.

Intentó formular una respuesta, pero tenía un nudo de angustia en su garganta que no le permitía hablar. Necesitaba huir del mundo, su enemigo había dado el golpe de gracia para derrotarlo definitivamente.

-N...no...-carraspeó, intentando aclararse la garganta -no me sigan, por favor.

A los tumbos, dando pasos torpes y desesperados, hizo un esfuerzo sobrehumano para llegar al baño. Escuchó como, pese a su pedido, los tres que estaban con él fueron tras suyo, intentando detenerlo.

Cerró la puerta del baño y se dejó caer en el suelo, apoyado de espaldas a la puerta. Intentó contar sus respiraciones para relajarse, como le había enseñado Emiliano, pero sentía que el corazón le palpitaba tan fuerte que amenazaba con salírsele del pecho. Se desprendió la camisa con urgencia, intentando absorber el aire con profundas bocanadas... pero nada funcionaba.

-Lisandro... abrí por favor -escuchó a Cristian del otro lado de la puerta suplicarle con desesperación.

Pero no podía permitirle que lo viera de ese modo, es su peor faceta posible. Escondió su cabeza entre sus propios brazos y recién entonces se permitió llorar todo el dolor que estaba sintiendo. Las lágrimas brotaban sin parar y se escurrían por sus mejillas, mojando su ropa. Se frotó los ojos con tanta fuerza que temió hacerse daño... pero más daño del que le habían hecho, era imposible.

-Licha... estamos acá para ayudarte -el tono de Julián, como siempre, era amable y conciliador.

No supo cuánto tiempo estuvo en esa posición, intentando recomponerse, hasta que juntó fuerzas y se puso de pie. Se acercó como pudo al lavamanos y abrió la canilla para mojarse el rostro y la nuca con el agua helada. La imagen que le devolvía el espejo era digna de una película de terror: la piel de su rostro estaba completamente pálida y ni siquiera tenía color en los labios. Sus ojos estaban rodeados de unas ojeras violáceas que lo hacían lucir aún más demacrado, y tenía la mirada perdida y desencajada. No podía permitirse que los demás lo vieran así.

Sin embargo, no podía quedarse encerrado en ese baño para siempre. Recordó vagamente cómo Julián lo ayudó la última vez que sufrió lo mismo en aquel lugar y consideró que era digno de confianza.

-Juli... -le dijo, aún sin abrir la puerta -¿estás ahí?

-Estamos acá -respondió inmediatamente el chico -tengo a alguien en el teléfono que quiere hablar con vos.

Lisandro no lograba comprender del todo lo que le estaba diciendo. ¿Quién podría en ese momento llamarlo?

-¿Me abrís? -preguntó Cristian con dulzura -te prometo que va a estar todo bien.

-No... no puedo -el teñido respondió con la voz quebrada, conteniendo las lágrimas que comenzaban a acumularse nuevamente en sus ojos -quiero que venga Julián.

Con las manos aún temblando destrabó la puerta y sin apenas levantar la vista, abrió la puerta. Julián, sin decir ni una palabra, entró.

-Tomá -le extendió el brazo con su celular.

Burning Desire (Cuti x Licha AU)Where stories live. Discover now