† XIV †

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La madrugada se volvió fría y agobiante. La azabache se sentía extraña, fuera de su cabeza, aún estaba aturdida por los hechos ocurridos más temprano. Si bien el cuerpo no se calcinó por completo, los dos se tomaron la libertad de ponerse de acuerdo y después de un par de horas, lograron distribuir los restos en diferentes puntos del lugar.

Pero la adrenalina seguía y las imágenes grotescas se presentaban en su cabeza como recuerdos tortuosos que no iban a dejarle dormir. Ni siquiera podía creer la tan enorme buena suerte que desprendía, era tanta como para haber recibido una llamada de sus padres, diciéndole que saldrían nuevamente con su tío paterno y volverían al día siguiente.

-Ya duérmete.

La azabache levantó la cara de entre sus rodillas, mirando atentamente a su mejor amigo que había salido de la habitación para tomar un poco de agua. No podía creer que él estuviera tan normal, como si hace unos instantes no hubiera desmembrado y destrozado la cabeza de un adulto.

-Minho, matamos a una persona -se quejó en un susurro.

-Era eso o que te hubiera violado, ¿Qué preferías?

_____ arrugó las cejas. De pronto Minho se escuchaba tan normal, tan cuerdo y tan sabio, que se sintió estúpida. Se chupó el labio, entendiendo que de alguna manera, su mejor amigo tenía razón. La muerte de ese sujeto había sido mera defensa personal. Y le dio escalofríos el tan sólo recordar que de no ser por su mejor amigo, aquel tipo sí hubiera terminado metiendo su asquerosa mano en sus pantalones.

Pero eso no justificaba que ambos hubieran cometido homicidio.

-Min -le llamó-. Déjame abrazarte, ¿si?, por favor.

-No.

Lim se desesperó. Formó un puchero y tal cual niña pequeña comenzó a sollozar.

Ella no era una malcriada. No conseguía las cosas a base de lloriqueos y berrinches, pero en ese momento realmente necesitaba el calor de un abrazo. Necesitaba que alguien le besara la coronilla y le dijera que todo iba a estar bien. Por supuesto ella podría pedírselo a quien quisiera, sin embargo y desgraciadamente, Minho era el único que sabía de su desalmado secreto. Era el único que realmente sabía la intensidad de los sucesos y por consecuencia, era el único que podía calmar verdaderamente a su corazón asustadizo.

Minho la miró sorprendido cuando la escuchó llorando, pero no se acercó. No le gustaba el contacto físico y en ese momento en especial, menos quería que nadie lo tocara, no cuando se sentía tan sensible. Las imágenes de lo ocurrido tampoco dejaban de andar en su cabeza, pero al contrario de su mejor amiga, él se vio atraído de manera enferma hacia el líquido espeso y rojizo que bañó parte de su cuerpo. Habría querido confesarlo a gran confidente, mas fue la idea de ser agredido por ella también que decidió morderse la lengua.

-Yah, no seas llorona -reclamó-. Tan sólo cierra los ojos.

-Eres un jodido monstruo insensible... -se quejó la otra, sonándose la nariz-... Maldito arrogante, hijo de puta..., nos vamos a ir al infierno y te prometo que una vez ahí, te voy a arrojar y te voy a dejar en el maldito río de las almas perdidas, para que sufras por el resto de tu maldita existencia -recitó a gran velocidad.

-¿Por qué te comportas así?

La otra se desesperó. Se levantó de la cama y se acercó a su amigo, empujándolo el pecho.

-¿Estás bromeando?, Minho acabamos de matar a alguien, jugamos a ser Dios y le quitamos la vida a ese tipo... ¿No sientes ni una pizca de resentimiento o empatía.

-No -le respondió él, con la misma frialdad de siempre-. Tienes que superarlo por ti misma, quizá no sea la última vez.

_____ quiso discutir lo último dicho, pero ya no pudo porque su mejor amigo volvió a salir de la habitación. El silencio se disparó y la soledad se alimentó de su miedo, provocándole un vacío en el estómago. Sus piernas aún temblaban, pero no quiso dejarse caer, sintió que las mejillas todavía eran bañadas con sus lágrimas y lo dejó así, mirando hacia la oscuridad del pasillo por el que se había ido Minho.

𝐍𝐀𝐓𝐔𝐑𝐄'𝐒 𝐌𝐎𝐂𝐊𝐄𝐑𝐘 || 𝐋𝐄𝐄 𝐊𝐍𝐎𝐖Where stories live. Discover now