cap. 30

394 30 4
                                    

"Rezar"

Aidan

En mi habitación, poco iluminada, estaba sentado con guitarra, con los ojos llenos de lágrimas, mientras rasgueaba una melodía melancólica.

La letra estaba llena de dolor y tristeza, un testimonio del dolor que sentía tras la reciente pelea con ____.

She is a dream that teases my mind

Guess I'm waiting for someone to come along with her eyes

Yet every time I try and find her

A part of me dies

I feel so deeply in love with her,
the thought of her and I


La habitación se sentía pesada, con el peso de las emociones, y los acordes suaves y lúgubres llenaban el aire. Mi voz temblaba mientras cantaba las palabras que brotaban de mi corazón herido.

Pensé que la música ayudaría a sanar, pero solamente parecía intensificar el dolor.

Justo cuando me enjugaba una lágrima perdida con el dorso de la mano, unos suaves golpes en la puerta de la habitación me sobresaltaron.

Trate rápidamente de serenarme, no quería que nadie me viera así. Me apresuré a esconder la canción inacabada, pero sabía que no podía ocultar la tristeza que se había instalado en mis ojos.

Adelante. —llame con la voz ligeramente temblorosa.

La puerta se abrió lentamente, dejando ver a mamá. Sus ojos cálidos y comprensivos se cruzaron con los míos e, incluso antes de que hablara, supe que había notado que algo iba mal.

Las madres tienen una extraña habilidad para sentir el dolor de sus hijos, incluso cuando se oculta tras una fachada.

Mamá entró en la habitación, con la preocupación grabada en el rostro. Se acercó a mí y se sentó al lado en la cama. —Aidan —comenzó a decirme en voz baja—, ¿dónde está ____?

Trague saliva y respire hondo antes de hablar. -Se fue antes, tenía cosas que hacer. —Evitaba mirarla a los ojos, ella sabría descifrarme con facilidad.

Mi amor, sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad? —asentí, con el labio inferior tembloroso mientras luchaba contra las lágrimas que amenazaban con derramarse.

Pero sabía que no podría contenerlas durante mucho tiempo, no cuando el dique de sus emociones ya se había resquebrajado. Y entonces, justo cuando su ella extendió la mano y le tocó suavemente mi mejilla, las lágrimas se liberaron.

Primero una, luego dos, y pronto, eran más de las que podía contar con mi mano. Fluían por mis mejillas, mamá me estrechó en un abrazo reconfortante, permitiéndome llorar.

Al cabo de unos instantes, cuando la oleada inicial de dolor se había calmado, ella volvió a hablar, con una voz tranquilizadora y llena de empatía. —Aidan, veo que ____ no se fue por unas cosas que tenía que hacer. ¿Quieres contarme qué pasó con ____?

Moquee y seque los ojos con el dorso de la mano.

Respire hondo y empecé a desahogarme, relatando los detalles de la pelea con _____ y la angustia que le había sobrevenido.

Le conté todo a mamá, sin ocultarle nada del dolor que sentía.

Ella escuchó atentamente, ofreciéndome su apoyo y comprensión mientras hablaba. Cuando termine, sonrió amablemente y dijo. —Siento mucho que estés pasando por esto, amor. Las rupturas pueden ser increíblemente duras, sobre todo cuando quieres mucho a alguien.

Petunia | Aidan Gallagher  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora