06 - mundial (cuti)

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A esas alturas, Lisandro consideraba genuinamente que no había forma de que sus compañeros de selección no supieran que pasaba algo entre ellos, porque tampoco es que lo disimularan tanto.

Simplemente era relajante sentarse al lado de Cuti mientras viajaban en avión y apoyar su rostro en su hombro para poder dormir. Y el cordobés tampoco ayudaba mucho, se dejaba hacer y no le impedía nada porque al final también disfrutaba de esa cercanía.

El viaje a Catar fue tedioso, demasiadas escalas—en realidad solo eran dos, pero él estaba acostumbrado a viajar sin tantas escalas— para su gusto y terminó con la cabeza adolorida por no poder dormir por culpa del jet lag.

Por ello, cuando llegaron a la universidad donde se iban a quedar durante toda la concentración, intentó no parecer un amargado porque todos querían salir a pasear y a conocer el lugar. Lisandro solo se quería largar a la cama y dormirse o al menos intentarlo.

No le prestó demasiada atención a su compañero de habitación y solo dejó su valija en el piso, cerca de la pared del pasillo de entrada, solo para casi correr hasta la primera cama que encontró, sin siquiera debatir cuál cama prefería Cristian.

—Licha —lo llamó el cordobés pero mucha atención no le prestó, sintiendo que toda la tensión de su cuerpo desaparecía al poder relajarse, algo que no había podido hacer en todo el viaje por culpa de la euforia de sus compañeros.

Y no lo malinterpreten, él estaba eufórico por estar en Qatar, por haber sido convocado a jugar en la selección en lo que parecía ser el último mundial de Messi. Estaba muy emocionado porque todos sentían que ese era el momento de ellos.

Li —lo volvió a llamar, esta vez con un tono diferente en su voz, más suave y más íntimo. Sintió el peso a su lado en la cama y cómo después unos brazos rodearon su cuerpo, abrazándolo por la cintura y casi aplastándolo—. Mi amor —dijo una vez más, esta vez dejando pequeños besos en su nuca.

Licha solo emitió un pequeño sonidito con su garganta, sin ganas de absolutamente nada además de querer que Cristian siguiera abrazándolo y mimándolo.

—¿No querés ir con los chicos? —murmuró esta vez, sin querer interrumpir el ambiente tranquilo de la habitación.

El mayor apoyó su cabeza de costado abriendo los ojos para así poder mirar al cordobés desde su posición a pesar de que tal vez era un poco incómodo.

Cuti solo dejó otro beso en su nuca y Licha sintió que se le ponía la piel de gallina por el contacto, provocando que el contrario riera suavemente. El menor solo se acurrucó más contra su cuerpo, usando su hombro de almohada.

El entrerriano soltó un pequeño sonidito de negación con la garganta, sin tener ganas de hablar en lo absoluto. Se había relajado demasiado gracias al capitalino y no era tan anormal para ellos porque siempre que Lisandro estaba con el pelinegro, él se sentía mucho más liviano que con cualquiera de sus otros compañeros. No tenía nada en contra de nadie, simplemente se sentía mucho más libre con Cristian.

Sabía que él no iba a anteponer ninguno de sus deseos antes que los suyos, o más bien, no le interesaba encontrarse en esa situación. Siempre que hacían algo era porque ambos querían, y no porque uno quería y el otro cedía.

Tal vez por esa razón eran tan cercanos, porque eran muy parecidos y se entendían en cualquier ámbito de vida. Lisandor había empezado a pensar que esa idea de que "los opuestos se atraen" era demasiado tonta. Es mucho más atrayente encontrar a alguien con tus mismos gustos y metas de vida. Se conecta mejor.

—Li —lo llamó de nuevo Cristian, tal vez a ese punto estaba siendo un pesado por no dejarlo dormir, pero desde que llegaron que no podía dejar de pensar en eso—. ¿Y si se nos da? —terminó por decir, sin saber cómo enfrentarse a la pregunta que él mismo había hecho.

¿Y si ganaban...?

No, no podía mufarla así.

Pero el simple pensamiento lo hacía sonreír, el sueño que había deseado desde pequeño lo tenía en frente suyo.

—Si se nos da, lo vamos a festejar por treinta años más —respondió, arrastrando un poco sus palabras al estar medio dormido—. Y si no, vamos a estar otros treinta años más juntos hasta que lo consigamos —agregó.

—Ni en pedo, en treinta años vas a estar todo arrugado y feo —bromeó el cordobés con una sonrisa.

—Cerrá el orto, solo tendría cincuenta años —se defendió, fingiendo haberse ofendido por su comentario.

Treinta años...

Si lo pensaba, era demasiado tiempo. ¿Qué estaría haciendo en treinta años? ¿Seguiría estando junto a Cristian? Le daba mucha curiosidad pensar en eso.

Y también le daba felicidad pensar en un futuro junto a él.

—Como si pudieras ser feo —agregó de todas maneras, Cristian, contradiciendo lo que había dicho antes porque ahora estaba diciendo lo que pensaba—. Sos lindo de cualquier forma y en cualquier estado.

—¿Cuál es la diferencia de forma y estado?

—Forma es física y estado es emocional y mental —aclaró, ganándose una mirada extrañada del rubio, quien no terminaba de entender el punto del contrario.

—¿Soy lindo cuando estoy mal? —consultó sin entender la lógica.

—Sí, porque te volvés todo abrazable y tierno —respondió, apretándolo contra su cuerpo porque le gustaba demasiado abrazarlo.

—¿No serás vos y tus ganas de abrazarme en cualquier momento? —se burló, moviéndose un poco para poder hacerle frente al cordobés para estar más cómodo.

Touché.

Ninguno de los dos dijo nada más y solo se sonrieron.

La mano de Cristian fue hasta los mechones teñidos del contrario, acariciándolos hasta que Lisandro cerró los ojos y se rindió al sueño, disfrutando de la caricia.

Si se les daba o no, no iba a influir en su relación. Ellos iban a seguir juntos y siendo pegotes el uno con el otro como si fueran dos imanes que no se pueden separar.

Cortes de Carne [Licha Center]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora