11 | Salto a la piscina

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- ¿Dyland? - la voz de mi madre me hizo volver a la realidad. Pasé mi vista de la ventana de la sala hasta el otro mueble a unos cuantos pasos de mí.

- ¿Sí? - parpadee un poco tratando de volver de mi ensoñación. Realmente mi cabeza a estado más en las nubes que en cualquier otro lado.

Ya han pasado al rededor de una semana y media desde lo que pasó con Harry y mis padres los cuales parecían odiarse más que nunca en estos momentos.

Mi padre ya no volvía a casa y mi madre no parecía estar presente mentalmente la mayoría de tiempo. Mi realidad había tomado otro camino en menos de un mes y era algo que aunque no lo demostrará me afectaba bastante.

En la escuela la gente no dejaba de molestarme y cada vez me hacía más dependiente de Nora y Sam lo cual me preocupa, ya que no sé cuándo podrían alejarse de mí como Holly y Tyler.

- ¿Estás bien?, se que no he estado en mi mejor momento pero igual me preocupo por tí. Te he visto demasiado retraída, ¿Pasa algo? - la pregunta verdadera aquí era, ¿que no me pasaba?.

No entiendo como mi vida cambió tanto en menos de un año.

- No me pasa nada - respondí tratando de dedicarle mi mayor sonrisa aunque salió mas como una mueca torcida.

Mamá me miró no muy convencida pero no dijo nada y siguió mirando la película mexicana en la televisión.

Mi teléfono vibró en el bolsillo de mi pantalón de pijama y con algo de desanimo solo me digne a contestar sin siquiera ver quien era.

- ¿Hola? - respondí luego de levantarme del sofá camino a la cocina por algún snack que me haga sentir como una humana y no como un zombie salido de los MV de las canciones de Michael Jackson.

- ¡Dyland! - el grito de Sam al otro lado de la linea me hizo sobresaltarme en mi mismo sitio asiendo que chocque con el meson a un costado de mí.

- ¿Dyland estas bien? - escuché la voz de mi madre en la sala con el sonido de la TV de fondo.

- S-si... - respondí entre gemidos de dolor.

- ¿Irás con nosotros al club? - su voz parecía cautelosa a la vez que curiosa. Callé por unos segundos a la par que me subía a la isla de la cocina.

- No lo creo Sam, no tengo ganas... - no pude seguir hablando cuando el chico en la otra línea me interrumpió.

- Irás con nosotros si o sí -.

- No, pero... -.

- Pero nada, ya está decidido, te buscamos a las ocho - declaró firme y aunque quiera negarlo se que cuando tiene ese tono de voz nada podría hacerlo cambiar de opinión.

Era mil veces mejor dejarlo ser y seguirle la corriente.

- ¿Entonces para que me preguntas si igual me obligas a ir? - pregunté con algo de mal humor. Tengo hambre y eso no es para nada bueno.

Esta problemática o mejor dicho gran pecado que el mundo considera insignificante me suele convertir en una leona feroz capaz de comerse cualquier cosa que se le atraviese y más peligrosa que una fiera del Inframundo capaz de desgarrar tu entrañas en una abrir y cerrar de ojos llevandote a rastras con ellos a quemarte con las flamantes llamas del infierno bajo tierra.

Bueno, creo que eso fué un poco exagerado pero era lo que mi cerebro debilitado por el hambre pudo describir con exactitud.

- Para que no se viera tanto como una orden - escuché su risa al fondo de la línea y yo tomé con mala cara un paquete de palomitas a mi lado que había sacado segundos antes de la alacena.

Los Juegos De HarryWhere stories live. Discover now