2. 𝑃𝑖𝑟𝑎𝑡𝑎 𝑐𝑎𝑖𝑑𝑜

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𝙏𝙒: 𝙑𝙄𝙊𝙇𝙀𝙉𝘾𝙄́𝘼, 𝙇𝙀𝙎𝙄𝙊𝙉𝙀𝙎 𝙔 𝘼𝙍𝙈𝘼𝙎. 𝙇𝙚𝙚𝙧 𝙗𝙖𝙟𝙤 𝙨𝙪 𝙥𝙧𝙤𝙥𝙞𝙤 𝙧𝙞𝙚𝙨𝙜𝙤.

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Al contacto con el agua helada Harika sintió sus músculos tensarse, al fondo del gran azul y con la poca luz que emitía el barco enemigo (que ahora estaba en llamas) logró divisar al joven. A pesar de estar inconsciente y hundiéndose cada vez más, su puño mantenía un agarre firme sobre aquel costal.

Harika nadó contra las fuertes corrientes, sin lograr alcanzarlo. «No vas a morir, no hoy.», pensó.

Poco a poco, la luz del exterior dejaba de ser de ayuda, los gritos dejaban de escucharse, restos del barco se hundían junto con sus tripulantes y ella no podía ayudar. 
Sus ojos comenzaron a escocer, ya casi no sentía frio, pero tampoco sus extremidades, a''un así no iba dejar morir a ese chico.

Finalmente,y antes de que la oscuridad tragara el cuerpo, Harika logro pescar un extremo del saco, lo había logrado, no iba a morir. Ella resistió con todas sus fuerzas y comenzó a nadar a la superficie, él se removió cuando Harika jaló, pero seguía inconsciente.

La luz del fuego volvía a ser visible, los gritos fueros sustituidos por voces lejanas e irreconocibles, y el Rey Marino continuaba lo que había empezado. 

Al salir, el aire salado igual de frío que el mar golpeó su cara, las prendas de ambos estaban empapadas y más pesadas, sin contar el paquete del extraño.
Cuando llegaron al pequeño bote, Harika notó que algunos restos habían dañado el mástil y maldijo en sus adentros. Como pudo subió al chico y su saco, después subió ella, y pensó que por fin podría seguir su camino.

Pero esa noche no era su noche. 

Un pirata tomo el extremo del barco, pretendía subir.

—¡Ay, por favor! —Harika se quejó en alto, estaba lejos de su destino, se había topado con piratas, con un Rey Marino, estaba empapada y con alguien casi muerto en su cubierta.

Y ahora tendría que lidiar con alguien más. Habría dejado que subiera, si no fuera por que era quién había golpeado a su, ahora, pasajero, y ese tatuaje que revelaba su identidad como un pirata peligroso. No correría más riesgos.

Aún con las extremidades doliendo a causa del frío, Harika le lanzó una manta al cuerpo inconsciente, y se dirigió hacía donde el hombre pretendía subir.

—No hoy, amigo —informó, mientras tomaba su arma.

Un bastón de madera tallada, en la punta contenía lanzas retractiles, que por el momento estaban guardadas. 

Con la punta de su arma comenzó a quitar violentamente la mano que se sostenía al extremo del barco, cada golpe era acompañado de un grito o un insulto, pronto el pirata logró sostenerse con ambas manos.

—¡Maldita perra! —gritó mientras intentaba subir.

Harika no tambaleo, y supo que era momento de ocupar su arma por completo. 

Cuando el brillo de las lanzas apareció el pirata soltó una risa.

—¿Qué me vas a hacer con eso, mocosa idiota? ¿Cosquillas? —Preguntó divertido.

Ella sonrío.

—No se necesita un cañón para eliminar la basura.

Después de decir eso, Harika empuño su arma y apuñalo la mano que ya contaba con varias cicatrices, eso produjo un grito de dolor del contrarió, pero no se soltó. Así que ella giro su arma, haciendo que las pequeñas cierras de la lanza se clavaran e hicieran tirones los tejidos de esa mano. El pirata gritó fuertemente.

S E A | Roronoa ZoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora