8. 𝐼𝑛𝑠𝑜𝑚𝑛𝑖𝑜

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N/A al final!  ^̮^


Harika no sabía viajar acompañada, o al menos había olvidado cómo hacerlo, los dos años que había estado sola en el mar se estaban haciendo presentes.

Ambos estaban, supuestamente, durmiendo. Pero en realidad el único dormido era Zoro, cómodo en su cama. Ella por su parte se mantenía despierta, no es que desconfiara de su nuevo tripulante, simplemente no conseguía dormir, era demasiado consciente de la presencia del espadachín.

Sigilosamente Harika se giró para poder verlo, vió que su expresión era tranquila, demasiado, diría ella. Zoro se mantenía plácidamente dormido, con la boca levemente abierta, su respiración se mezclaba con el suave sonido de las olas llegando a la costa, y por raro que pareciera, el solo verlo dormir la calmó. Por un momento Harika solamente se dedicó a observar cómo el pecho contrario subía y bajaba lentamente, le sorprendió lo rápido que se había quedado dormido, y sincerándose consigo misma, sentía una satisfacción extendiéndose por su pecho cada que recordaba el como Zoro había aceptado ser su compañero.

Por su cabeza pasaron los recuerdos del día que lo encontró, a simple vista todo parecía tan igual: ella viéndolo descansar y sin poder conciliar el sueño. Pero en el fondo todo era muy diferente, la impulsividad inicial que él le causaba ahora era consciente, determinada, una elección. Todo cambiaba tan rápido.

Harika regresó a su posición original, ahora mantenía sus ojos en el techo, tratando de disipar sus pensamientos y dormir, no quería despertar a Zoro a causa de su insomnio.
Miro, miro y miro, como si estuviera esperando una señal divina para poder cerrar los ojos e ir al reino de los sueños.

Pero la señal nunca llegó.

En lugar de eso escucho una voz ronca.

—¿Por qué no duermes? —Era Zoro, despierto y malhumorado.

—No puedo.

Zoro, aunque ella no lo viera, rodó los ojos.

—Eso ya lo noté. Pregunté porqué.

Harika también rodó los ojos.

—Tengo insomnio, ¿no se nota?

Usualmente Zoro hubiera dejado el asunto ahí. Pero con Harika no podía, sentía el impulso de seguir hablando con ella.

—¿Y eso se debe a? —dejó la pregunta al aire mientras cambiaba de posición. —¿Es por el viejo de hace un rato?

Ella rió recordando lo mucho que Otis odiaba la mención a su edad.

—Nah, ese viejo —dijo, recalcando el adjetivo— dejó de ser algo de qué preocuparse hace mucho.

Su boca lo decía, aún sabiendo que Otis podía volver a ser un peligro latente en cualquier momento, pero por ahora prefería ignorar el tema, esperando que lo que sea que el pirata tuviera entre manos no la involucrara a ella.

Harika se giró para quedar sobre su costado y poder ver a Zoro. En ese momento se vieron a los ojos, él no mantuvo la mirada por mucho tiempo, entonces fue su turno de mirar el techo, estaba ruborizado, pero con suerte la oscuridad era suficiente para que no se notara. Arrugó las cejas, molesto por las reacciones inesperadas de su cuerpo.

Aún así, ella no lo dejó de mirar, definió mentalmente sus facciones, apenas iluminadas por una tenue luz que se colaba desde fuera. Zoro la vió de reojo.

—Anda, ya duerme —dijo, tratando de desviar la atención de su cara.

—Te dije que no puedo —respondió ella.

S E A | Roronoa ZoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora