Suicide

146 17 1
                                    

Un tornado arrasa con todo a su paso, sin distinción, sin notar el daño que causa con cada metro que avanza por entre medio de aquel mundo que alguna vez floreció.

Así se siente la depresión, un inmenso tornado que destruye su ser sin importarle nada, macabro y sádico.

Arranca todo de si y lo deja vacío.

Un cascarón, sin sentido, sin forma, sin propósito.

Sobrepensando.
Abrumándose.
Y todos los días haciéndose la misma pregunta.

¿Qué sentido tiene vivir?

Cuando todo se derrumba, cuando toda su realidad se altera y en pedazos se rompe al caer.

Una tras otras son las tragedias que le suceden, una tras otras las desgracias que le acompañan, desde aquel fatídico día donde su cuerpo cambió por completo.

Borrando el sentido, perdiendo el rumbo, mientras algo crece en sus entrañas, algo que no pidió, que nunca quiso.

¿Para qué vivir? ¿Qué sentido tiene?

No disfruta la compañía ni tampoco la soledad.

No ha vuelto a sonreír, ni tampoco a llorar.

Simplemente no hay nada.

Cansancio en sus ojos, tristeza en su alma, rodeado de voces que suplican no se rinda, de voces que le llenan de halagos, de voces que nunca escucha.

Todo en su lado pierde significado, todo en su ser perdió el norte.

¿Cómo avanzar si estás atascado en el lodo?

Aún cuando unos brazos amorosos le abrigan y le secan las lágrimas que se escapan sin permiso, no queda nada, está vacío, no lo ama, quizás nunca lo ha amado.

Barajando sus opciones, limitando sus emociones, en una ruleta rusa de incertidumbre.

A manos del destino que ha forjado su camino llevándose en el medio su ser entero.

Que absurda se volvía la vida, donde lo tuviste todo, en la cima, y con un solo movimiento te avienta a una caída sin paracaídas, donde la muerte es segura.

No hay escapatoria.

Te consume, te desgarra.

Y se lleva todo de ti, si la dejas, roba hasta tu alma.

Y en medio de aquel nublado panorama, donde la niebla cubría su vista, había algo que empeoraba todo.

Necesitaba aquel maldito alfa, ese aroma le perseguía en pesadillas, le perseguía despierto también.

Y aún luchando por odiarlo, por arrancarse su recuerdo, por quitarse de encima el calor de su aliento, su ahora nuevo compañero, su omega se negaba hacerlo.

Odiaba la situación en la que estaba, odiaba sin duda alguna su vida y la que crecía dentro de él, lo odiaba.

Pero.. quería ir con él, pues muy dentro de su piel de habían quedado grabados sus roces, su tacto y su sudor.

Con un hilo invisible que lo ataba a él.

Quería odiarlo, su parte más humana lo hacía.

Pero su omega, dulce e insensato soñaba con él, con sumergirse en su aroma, con perderse en su piel, con amarlo, con tenerlo , con...

Ser feliz junto a él.

Una maldita pesadilla, un maldito infierno.

Una sola salida.

Saltar, correr, morir.

Bad decisions...Where stories live. Discover now