، 🌻 : Décimo tercera flor.

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Jungkook llevaba una semana castigado teniendo que ayudar a la señora Cho en la biblioteca, durante una hora cada día, justo después de que acabaran las clases. Su tarea no era difícil, pero se le hacía demasiado pesado el tener que pasarse una hora entera ordenando los libros en los estantes, por tema y por orden alfabético. Sentía que cada vez tenía más libros por ordenar y los minutos se le hacían demasiado eternos. Si algún día pensó que ayudar en la biblioteca no era tan mal castigo, ya no lo haría nunca más.

—Qué trabajador te ves —oyó una voz a su espalda, la cual reconoció al instante.

Jungkook se giró después de colocar el libro que tenía en la mano en su lugar correcto, dejando junto a la pila el otro que tenía en su mano izquierda.

—Sí, bueno, es lo que toca —dijo como respuesta.

Jimin sonrió, mordiéndose levemente el labio.

—¿Cómo lo llevas? ¿Mucha faena?

Jungkook resopló, apoyándose en la mesa que tenía a su derecha.

—No estoy hecho para esto. Es demasiado rutinario, todos los días lo mismo...

—Qué quejica eres —dijo Jimin en un tono burlón—. Sabes que podría haber sido peor.

—Si ya lo sé, pero...

—¿Quieres que te ayude? —le preguntó, acercándose al carrito lleno de libros y ojeándolos.

—¿Tanto te aburres? —soltó una pequeña risa mientras miraba los gestos de Jimin, quien empezó a leer los títulos de cada libro.

—¿Cómo los ordenas? ¿Por orden alfabético? —ignoró su pregunta.

—Jimin... que no hace falta, en serio —dejó de apoyarse en la mesa para acercarse a las estanterías y sin previo aviso quitarle al menor de las manos el libro que tenía en la mano.

—Oye —se quejó, volviendo a agarrar el libro que Jungkook le había quitado—. No tengo nada que hacer y quiero ayudarte. Además, así acabarás más rápido, ¿no?

Se quedaron mirando fijamente, como si de alguna manera se estuvieran desafiando. Jungkook empezó a sonreír, algo pícaro y juguetón. De nuevo, le quitó el libro de sus manos.

—Orden alfabético y por tema. No confundas los de filosofía con los de literatura —le dijo, guiñándole un ojo.

Jimin no pudo evitar soltar una risa, para después agarrar más libros del carrito y empezar a poner en su lugar todos los que pudo.

Aquel era el último día para Jeon, lo que también significaba que ya habían pasado casi dos semanas desde lo ocurrido. Aquellos trece días habían sido mucho más intensos de lo que recordaba; el comienzo de su relación con Jimin, aquella sensación de estar en una constante luna de miel, el querer estar juntos todo el tiempo y tener las hormonas alborotadas a más no poder. Aun no habían llegado demasiado lejos, pero sí habían conseguido que Jimin fuera perdiendo cada vez más la vergüenza.

Tardaron media hora en ordenar todos los libros, cuando normalmente Jungkook solía tardar por lo menos quince minutos más. Dejaron el carrito ya vacío en su lugar y fueron a despedirse de la señora Cho, quien le dio las gracias al mayor por su ayuda, a pesar de que realmente hubiera sido un castigo. Salieron juntos de la biblioteca, caminaron por los pasillos, en los que cuales ya no había ni uno solo estudiante, y se dirigieron tranquilamente hasta la salida.

—¿Te apetece que vayamos a comer algo al centro? —le preguntó Jimin antes de salir del instituto, casi llegando a la puerta principal.

—La verdad es que sí —sonrió como respuesta. Colocó su brazo izquierdo encima de los hombros de Jimin, sin dejar de caminar—. Hay un lugar latino buenísimo justo al lado del parque. ¿Qué te parece?

memories bring back to you › kookminWhere stories live. Discover now