dieciséis.

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Jeongin no lo soltó por dos horas completas, ni siquiera para ponerse a dormir, aun cuando sus ojitos se estuvieran cerrando por el sueño. Sin embargo, se sentía tan feliz de estar en los brazos de su mami, que no podía evitarlo, y temía cerrar los ojos para luego despertar y no encontrarlo.

Felix le acarició el cabello, sonriendo a pesar de todo, tratando de no pensar en el hecho de que Hyunjin estaba frente a él con una mirada calculadora.

—Te amo, te amo, te amo... —canturreó Jeongin, sin dejar de aferrarse a su cuello y frotando sus cabellos contra el cuello de Felix.

El omega le dio varios besos en la frente, pero antes de poder hablar, Hyunjin se le adelantó:

—Huyamos —le dijo en voz baja, llamando su atención. Felix le miró bruscamente, poniendo una expresión de sorpresa en su rostro—. Vámonos, Lix, podemos irnos a otro lado y...

—¿Podemos? —preguntó con tono helado —Ya no hay un nosotros, Hyunjin. Nunca más habrá un nosotros.

Jeongin se quedó en silencio, sin voltearse, sólo abrazándolo por el cuello, y Felix se puso de pie. Miró por la ventana, observando el auto de Younghoon estacionado fuera, todavía esperándolo, y algo se crispó en su interior.

—Felix...

—Me engañaste —su voz se quebró, pero se obligó a permanecer firme a pesar del dolor lacerante en su interior—. Te acostaste con mi hermana y la dejaste embarazada. Me mentiste. Pensaste que no iba a darme cuenta y lo ocultaste... —se giró, mirándolo, y notó los ojos llorosos de Hyunjin—. Pero lo peor de todo es que rompiste tu promesa, Hyunjin. No protegiste a Jeongin. Te lo... te entregué mi confianza, te di todo lo que tenía, y no pudiste protegernos a los dos —dio un paso, titubeante—. Por favor, por favor, marca a Minjeong y devuélveme a Jeongin.

Hyunjin sacudió la cabeza, tratando de contenerse para no abrazar a Felix y decirle lo mucho que lo amaba, lo mucho que lo necesitaba, porque sabía que eso sólo empeoraría las cosas.

Una parte suya, esa parte racional, quería asentir y obedecer, prometerle marcar esa misma noche a Minjeong, pero su alfa interno se volvía loco con la imagen de enterrar sus dientes en el cuello de otra persona que no fuera Felix.

Hyunjin no se veía capaz de marcar a otro omega, sin embargo...

Sin embargo, ¿no consideraba también que engañar a Felix era algo que no podía hacer? Pero lo hizo, se acostó con otra omega y provocó todo ese desastre.

—¿Eso es lo que quieres? —preguntó con la voz llena de sufrimiento.

Felix soltó un sollozo bajo, sintiendo su marca arder con el pensamiento de que Hyunjin rompiera el enlace, sin embargo, ¿qué otra cosa podía hacer? Minjeong lo tenía entre la espada y la pared.

—Márcala y dame a Jeongin —pidió, desviando la vista para no romper a llorar.

Hyunjin quiso hablar, pero antes de poder hacerlo, se escuchó una risa baja viniendo de la entrada del comedor.

Minjeong estaba de pie con expresión aburrida, aunque sus ojos refulgían con molestia al ver a Felix.

—Oh, rayito de sol —ronroneó Minjeong, entrando—, Jeongin no te pertenece más, ahora es mío.

Hyunjin gruñó.

—Dijiste que si te marcaba, le devolverías a Jeongin —espetó.

—Pues cambié de opinión —replicó Minjeong—, quiero a Jeongin, ahora es mío y de nadie más —miró a Felix, con sus ojos crueles llenos de burla—. ¿Acaso no ves que eso es lo mejor para ti, bastardo? —soltó una risa mordaz —Te voy a decir lo que ocurrirá contigo si te llevas a ese mocoso llorón: otro alfa te verá, te va a desear, te marcará y matará a Jeongin. Listo. Estarás enlazado con otro alfa que te tendrá como su puto criadero de bebés y Jeongin estará bajo tres metros de la tierra por tu culpa.

kilig › hyunlixWhere stories live. Discover now